Denis entre lobos 1

Capítulo 42


No era momento para confesarle a Alvaro de que yo sabía que él era un hombre lobo. En ese preciso momento no tenía importancia.

—Después tendremos más tiempo para conversar y ampliar sobre nuestros gustos, no terminaríamos en un sólo día — comenté, luego me acordé de Helen, ella me había dicho de que quería conocer a Alvaro—. Quiero que conozcas a una amiga. Ella es especial. No es de mi generación, pero nos llevamos bien que es lo más importante. Te agradaría conocerla.

—Por supuesto que sí — respondió colocando sus brazos detrás del banco —. Me puedes presentar a todos tus amigos si tú quieres.

Asentí. 

Era obvio que no habría ningún tipo de problemas en presentarle a mis amigos.

—Dime Denis —se inclinó hacia a alante —. ¿Qué me respondes a lo que te pregunté anoche?

Voltée a mirarlo y pensé por unos segundos luego desvíe mi cabeza y la bajé. 

—Está bien, acepto —dije con un tono serio. 

Alvaro sonrió y me dio un beso en la mejilla, ya yo había aceptado ser su novia, luego me miró y cambió sus expresiones corporales.

—¿Por qué estás tan sería? —me preguntó.

—Porque el ambiente me transmite tranquilidad, de verdad este lugar me inspira —le respondí —. Sólo he venido con una amiga en este lugar, pero no se encuentra en este país. Ella está estudiando en el extranjero.

Se acercó más a mí, buscaba estar más en contacto conmigo, sentí como mi cuerpo tuvo una sacudida de repente al sentir su calor cercano.

—¿Me das un beso? —me preguntó. 

Me voltée a mirarlo, y sonreí, quería ver sus hermosos ojos y su sonrisa.

—No tienes por qué preguntarlo, sólo dámelo —cerré mis ojos para que me besara.

Sentí sus labios uniéndose a los míos, era una maravillosa sensación, mi sentimientos brotaban dentro de mí, sentí como mi cuerpo reaccionaba a sus besos, luego sus brazos se posaron a mi alrededor quedándonos unidos, adherido uno al otro. 

Me aparté lentamente, vi que Alvaro continuaba con los ojos cerrados. Le toqué la nariz con mi dedo índice derecho y sonrió abriendo su boca, bajó su cabeza  y se acomodó a mi hombro, giré mi cabeza y luego vi que abrió los ojos.

—Me gusta como besas —murmuró. 

—¿Y qué más? —insistí. 

—Tus labios son tiernos, suaves y cálidos —detalló con dulzura —. Espero ser el último hombre que te bese hasta que tus ojos dejen de abrirse. 

—¿Por qué tan apresurado? No hables de la muerte, por favor.

—¿No te gusta que hable de la muerte Denis? ¿Por qué si todos vamos a morir? —cuestionó —. La muerte es sólo el principio algo nuevo; no es el fin como muchos dicen. Todo no culmina con la muerte. Polvo eres y polvo te convertirás. 

—Hablemos de otra cosa, me gusta ir a la playa constantemente cuando la temporada lo amerita —cambié de tema. 

—Excelente Denis —pronunció —. ¿Te gusta esquiar? Si no sabes, yo te puedo enseñar. 

—Sí, yo sé. Y me encanta. 

Alzó su cabeza y rodó mi cuerpo con su brazo.

—Vamos cuando tú quieras. Me gustaría hacer una competencia sobre el hielo también. 

—¿Patinaje y esquiar? 

Asintió. 

—Wow, me encanta. Por supuesto Alvaro. Pero creo que eres mejor en esos días deportes. 

Me sonrió.




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