Denis entre lobos 1

Capítulo 44


El comentario de Alvaro sobre ese alguien  que lo inspira me dejó en reflexión. Él no tenía padres, ni hermanos un hecho lamentable.

—Ah, que bien. Siempre hay alguien que transmite inspiración en nuestras vidas —comenté, voltée a mirarlo —. ¿Por qué no vamos a otro lugar?

Alvaro me miró extrañada y enarqueó una eja. Tuve deseos de arrepentirme.

«Oh no, por qué dije eso».

—Pero si tú misma quisiste que nos viéramos en este lugar —me respondió componiéndose en forma recta.

—Sí, pero ya me aburrí, quisiera ir a otro lugar espero que no te haya ofendido —dije y me levanté, sacudí mis pies, los tenía un poco acalambrados.

Alvaro me miraba y me miraba.

—Ven, vámonos —lo llamé, le tendí mi mano para que viniera hacia a mí, él sonrió.

Amaba su sonrisa tan tierna, no quería que el tiempo culminase junto a él, quería terminar el tiempo con él. Alvaro tendió su mano y se levantó, caminamos juntos agarrados de la manos.

—¿Pero a dónde vamos? No me haz dicho, sólo caminanos y caminamos —comentó curioso.

—Bueno iremos hacia donde mis pies lleguen —le contesté. 

—¿Qué? O sea caminamos sin un rumbo fijo al son del momento. 

—¿A dónde tú sugeriría Alvaro? 

—La verdad, no tengo ni idea. No sé, pero quizás tú Denis tengas algo en mente.

—La verdad no, quiero salir de la monotonía. 

Bueno la monotonía del momento me habría aburrido, mientras caminábamos yo iba pensando a donde iba mis pies a llevarme, por lo visto ni Alvaro tuvo una idea, ni siquiera mínima. 

—¿Y si encontramos un pequeño bar por el camino? —le pregunté curiosa. 

—¿Quieres tomar? ¿Qué te gusta? —cuestionó Alvaro.

—Yo tomo de todo, en el tiempo de invierno suelo tomar whisky, vodka y bebidas así semejantes que son fuertes. 

—¿Algo así que cuando te lo tomes te queme la faringe? —cuestionó Alvaro en un tono sarcástico. 

Me eché a reír. 

—Denis... Eres una alcohólica —prosiguió Alvaro. 

—No. Yo no. Bueno... Yo tomo pero... Aveces... 

—¿Nerviosa? Yo sólo bromeó Denis. Si te gusta tomar diariamente yo no te rechazaría por eso simplemente te aconsejaría, para eso están los novios. 

—No bebo diario, pero en mi casa hay una persona que sí lo hace. 

—Me imagino que es tu hermana.

—Sí, ella misma. Aunque yo suelo tomar mucho alcohol en el momento. ¿Te gusta tomar Alvaro?

—Sí, socialmente sí. ¿Y por qué no nos estacionamos en aquel banco? 

—¿Eso quieres Alvaro? ¿Estás cansado?

—No estoy cansado Denis, sólo quiero darte un beso. 

Sonreí.

Tomé su mano y lo llevé conmigo hacia aquel banco donde nos sentamos, y nos besamos por unos minutos largos. Después me aparté de él para sugerirle otra cosa.


—¿Quieres ir a mi casa? —le pregunté —. No vamos hacer nada indebido, sólo para pasar un rato juntos.

Alvaro se tensó un poco. Lo vi un poco asustado.

—No te asustes, mis padres no comen gente, mi papá está trabajando, mi mamá está donde una amiga, le conté que talvez llevaría a alguien, mi hermana está con su novio en algún lugar y sólo hay una persona allá, en casa llegó un huésped ayer, se quedará a vivir allá —le expliqué suavemente —. ¿Qué me dices?




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