Todavía permanecía recordando la silueta de Lester, verdaderamente era muy sexy.
«Lástima que ha venido a estas alturas de luego o sino...».
—En qué estás pensando Denis —murmuré.
Mi mente se imaginaba cosas en ese momento con respecto a Lester. Pero ese día fue como destapar una cara de Pandora. Los ojos de Lester destellaban misterios y un magnetismo extraño. Su mirada era lo que más me agradaba. Yo tenía la sensación de que nos íbamos a llevar muy bien, a penas era el principio.
Recordé luego que Alvaro se encontraba abajo y bajé inmediatamente. Cuando entré a la sala de estar Alvaro estaba sentado tecleando su móvil. Me aproximé a él cuidadosamente olvidando a Lester que se encontraba arriba.
—Disculpa la demora, estaba supervisando la casa —le dije aproximándome hacia él —. Pero ni mis padres, y ni Coreen habían llegado.
Me senté al lado de él y lo abrazé, él me siguió y me rodeó con sus brazos. Los dos nos mirábamos con ternura y alegría.
—¿Quieres algo de comer? —le pregunté.
—Lo que tú quieras —me respondió enganchando una sonrisa.
—Tengo hambre, vamos a la cocina —dije despegando mis brazos y alejándome de él.
Él asintió.
—Ya veo que si te doy gatos para comer, te lo comes —pronuncié.
—No, ni tanto así. ¿Qué crees que soy? ¿Un animal salvaje?
—Eso espero Alvaro. Y hablando de eso. ¿Comes culebras?
Alvaro alzó una ceja.
—¿Culebras?
—Sí Alvaro, a mí me gusta. Yo como carne de culebras, pero frita.
—¿Qué? ¿En serio? —cuestionó incrédula y dudoso —. Tú no... ¿O sí?
Reí.
—Obvio que sí, y no bromeo. A mí me encanta la carne de culebra Alvaro —le aclaré sinceramente —. Pero si quieres un día te podría invitar... Si no te gusta, está bien lo entenderé perfectamente.
Alvaro me miraba sorprendido.
—Wow Denis, si que me parece extraño —argumentó suavemente —. ¿Desde cuándo iniciaste a comer culebras?
—Desde la secundaria, a fin de cada año, cuando las clases finalizaba algunos de mis compañeros y yo nos íbamos de campamento —le expliqué brevemente —. Pues un compañero habló sobre eso y capturó una culebra. Cocinó la culebra y no las dio a probar. De verdad que es deliciosa.
Alvaro me miraba extrañado al parecer él no comía culebras o simplemente estaba sorprendido porque yo sí la comía.
Di por terminada esa plática, y me levanté rumbo a la cocina, luego él me siguió. Cuando entré a la cocina, lo invité a sentarse en un silla del desayunador, para que esperara mientras yo preparaba algo. Busqué unas papas y huevos para hacer un puré de papas con huevos, pelé las papas las coloqué en la cacerola, luego los huevos, le eché agua y puse la estufa a cocina.
Después me senté en una silla, saqué mi móvil y lo teclée, vi como Alvaro llevaba su mirada y su cabeza hacia mi móvil. Levanté mi cabeza y lo miré
—¿Se te perdió algo? —le pregunté con el fin de saber su curiosidad.
Alzó sus cejas y apartó su mirada de mi móvil para mirarme.
—No, es que... Hace un buen rato que estamos aquí y no he sentido a nadie, me dijiste que el huésped estaba aquí y no lo he visto —me dijo estirando sus dedos uno a uno.
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Editado: 29.05.2024