Denis entre lobos 1

Capítulo 47


En ese momento en que Alvaro me preguntó por el nuevo huésped, sentí como un hormigueo en mi estómago.

«Dios, ojalá no se ponga celoso y que no me traiga problema». 

Lester era muy sexy y bello. Cualquier hombre podría sentir celos por una persona como él, y con toda la razón del mundo. 

—Él está aquí, sólo que no quiere hablar con nadie hoy —le expliqué mirando el reloj de pared —. Me dijo que se siente mal. Esta indispuesto hoy. Creo que podría estar algo enfermo. Es misterioso, como de esas personas que ocultan cosas y de poco hablar. Casi no hemos hablado, salvo a cosas necesarias.

El interés de Alvaro de conocer al nuevo huésped me pareció algo como extraño. Lo que no quería era que hubiera celos por eso. Pero yo no podría darle la espalda a Lester si a Alvaro no le llegará caer bien. 

Alvaro no dijo nada, aparté mi vista de él, porque noté de que no iba a decir nada al respecto. Y continué tecleando mi móvil, él también tomó su móvil y lo manipuló.

Después de que estuvo listo todo porque puse en cocción, lo preparé y no los comimos, cuando terminamos nos dirigimos de nuevo a la sala de estar, entrando sonó el móvil de Alvaro, se retiró a hablar, cuando regresó lo veía preocupado y un poco incómodo.

—Denis tengo que irme, ocurrió algún incidente cerca de donde vivo y tengo que ir urgentemente, se rompió las tuberías de agua del edificio —me aclaró, luego me dio un beso en la boca largo —. Me despido, nos vemos luego, fue un placer el haber compartido un poco el día de hoy y lo siento, te hablo más tarde. 

Asentí. 

Inmediatamente Alavro de levantó para retirarse. Lo acompañé hasta la puerta.

—Cuídate —proseguí a abrir la puerta y se marchó.

Cerré la puerta e inhalé aire. 

«El agradable momento fue arruinado por un incidente». 


Me dirigí hacia mi habitación, al cruzar por la puerta de la habitación de Lester me acordé de todas las cosas extrañas que me había dicho, como si conociera que sucedía algo. Llegando a mi habitación escuché una puerta abrirse, supuse que era Lester, porque él era el único que estaba en la casa y voltée a mirar a quien había entrado. Era él, lo vi expukesto a mi con su cuerpo muy atlético y sexy. Aún permanecía con su pecho descubierto.

Otra vez mis ojos se clavaron en en su dorso masculino. 

—Lester creo que debieras de taparte por favor —pronuncié lentamente —. Eres muy... 

—¿Muy qué? 

Al escuchar su voz, volví a pisar tierra y alcé mis ojos hacia su rostro, sentí un poco de vergüenza por lo que le había dicho. 

—Nada olvídalo —sentencié. 

—No, tú ibas a decir algo y quiero escucharlo —insistió —. ¿Te da vergüenza decir a voz alta de que te gusta mi cuerpo? 

Esas palabras me marearon, sentí que me iba a derrumbar, era justo lo que yo pensaba y era muy obvio porque él lo había notado. 

—Simplemente no voy a contestarte —aclaré firmemente —. Pero tú sabes de que soy mujer, y mi hermana podría alterarse al verte así caminando por toda la casa. No es que yo sea ridícula, es que verdaderamente te lo voy a decir. Tú eres muy sexy y podrías hacer desmayar a cualquier mujer. 




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