Denis entre lobos 1

Capítulo 68


Pensé que mi madre no iba a decir nada y que sólo se iba a ocupar de abrir la puerta. Pero no aguantó las ganas de cuestionarme y explotó.

—¿Por qué no abres la puerta? —inquirió mientras se aproximaba hacia la puerta. 

La ignoré, era obvio de mí, no llevaba al caso contestar. No estaba para eso, y ni mucho menos para roces. Tenía la cabeza llena de interrogantes.

Continuó acercándose hacia su objetivo. Abrió la puerta y visualicé que era una amiga de ella, que había venido a visitarla, saludé a la señora y me retiré hacia al patio, dejando a que ambas permanecieran solas, ahí encontré a Lester como una estatua, observando había el horizonte, aunque no era nada de extrañar.

—Pasas mucho tiempo aquí —pronuncié.

Lester continuó mirando hacia al frente. Me encontraba a su espalda.

—Me gusta el contacto con la naturaleza —mencionó.

Por unos segundos permanecí en silencio y Lester también. Me vino a la mente aquellos recuerdos que yo guardaba en mi cabeza sobre las veces que tenía contacto con la naturaleza.

—Es tu naturaleza —recalqué.

—Tu mente ha despertado tu espiritualidad y no te haz dado cuenta —me dijo, luego se giró hacia mí y quedamos mirándonos por unos minutos—. Me refiero que estas despertando el sentido de la espiritualidad de ver, escuchar y persuadir cosas sobrenaturales.

—Tal vez —comenté.

Conocía un poco del tema, pero no entendía muy bien a que se refería, y era normal en Lester comentar cosas que no pudiera yo entender.

—Hay espíritus que atacan a aquellos que los pueden percibir —prosiguió ignorando mi comentario—. De una manera u otra para asustar su objetivo o para hacerle algún daño. El motivo de tu caso lo desconozco, así que no puedo emitir algún juicio de valor sobre la misma.

—¿En serio? Si es así, es terrible —le dije me asusté un poco—. No puedo imaginarme a que alguien me quiera hacer algún daño.

—No temas, siempre hay una solución para las cosas —me animó un poco, y colocó su mano izquierda sobre mi hombro derecho—. Ven, siéntate aquí —me indicó el banco que estaba detrás de el.

Hice lo que me pidió y nos movimos. Me senté junto a él.

—A partir de ahora yo estaré contigo —rodó su brazo alrededor de mí. 

Me sentí segura. Sonrió para mí, y yo no mostré ninguna expresión alguna sobre lo que había dicho.

—Ahora entiendo por qué mi hermana y tu siempre están juntos —le comenté. 

Lester sonrió.

De hecho que sí. Solía verlos hablando constantemente, y de hecho me pareció muy bien por parte de ambos. Y Lester encancajaba muy bien en la familia. Parecía uno de los nuestros, ya mis padres lo consideraban como un hijo.

—Ella me pide consejos, le aclaro cualquier duda, la ayudo en lo que necesita, hasta la protejo de su novio —me confesó—. De hecho Coreen es muy altanera y considero que eso es por la edad.

Sonrió.

—Elías mi cuñado lo conocí hace días —mencioné—. Parece un buen chico, me agradó, hasta el momento diría que son el uno para el otro, pero Coreen aveces es insoportable. No diría aveces, tiene días es muy bien pero otros que es muy mal.




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