Denis entre lobos 1 (libro 1) Serie: Denis

Capítulo 36


Se apartó de mí para abrir la nevera, tomó un jarrón con jugo de limón y se bebió un vaso.

Luego salió de la cocina, iba rumbo a trabajar. Pero lo detuve antes de que se marchara.

—Papá —lo llamé —. Espera, quisiera decirte algo.

Él se detuvo y se aproximó a mí de nuevo.

—Dime hija —me dijo.

—¿Sabes si habrá algún puesto disponible para mí? —le pregunté.

Por dentro deseaba que me dijera que sí, yo quería trabajar y si no era donde papá trabajaba, yo me pondría a buscar por otro lado.

Pensó un poco.

—No sé, investigaré —me respondió —. Te tendré respuestas cuando retorne está tarde. Me da mucho gusto de que quieras trabajar hija.

—Está bien papá —le contesté.

Se retiró. Luego yo subí a mi habitación de nuevo. Mi mamá no estaba en casa, sólo Coreen y se encontraba durmiendo, solía dormir hasta tarde. 

Una vez en mi habitación, teclée a Alvaro. Retorné a dejar el celular como estaba antes. Me tumbé en la cama y cerré los ojos. Después de un rato sonó mi móvil, lo tomé para revisar las notificaciones y vi un mensaje de Alvaro.

«Te espero hoy en la noche»; decía su mensaje.

Le respondí rápidamente.

«Sí, lo sé no tienes por qué repetírmelo tanto».

Dejé el móvil a un lado. En un rato escuché que algo se cayó, me moví a ver que era, miré a mi alrededor y vi que eran unos libros. No me contuve y salí a caminar por el vecindario. A una esquina visualicé a amiga que venía junto con su hermana. 

—¡Denis! —gritó Danae emocionada. 

Danae aproximó sus pasos hacia mí mientras que su hermana continuó con el mismo ritmo. 

—¿Qué haces tú por aquí? —le pregunté a Danae cuando estuvo al frente de mí. 

Me sonrió. 

—Vine con mi hermana a ver si me encuentro a un degenerado —me respondió molesta —. No sé si conocerás a un tal Cesar. 

Me reí. 

«Cesar el Destripador». 

—Ah, con tu expresión puedo ver que sí conoces a ese canalla —pronunció Danae —. Dime, dónde vives ese estúpido.

—No me digas que creiste las mentiras del Destripador —volví a reír —. Lo siento si te ofendiste. 

—Yo no, pero la estúpida de mi hermana sí.

La miré extrañada. 

—¿Tu hermana? —desvíe mi mirada de ella y observé a su hermana un poco distante que tenía su mirada por otro lado, luego volví a mirar a Danae —. ¿Tuvo algo con Cesar? ¿Pero no hubo nadie que pudo advertirle?

—¡Yo se lo advertí! —exclamó enojada —. Y mira ahora, niega su bebé. 

«Pobre de la joven y pobre del bebé». 

—Lo siento Danae —lamenté lo que estaban pasando, gracias a Díos nunca le hice caso —. Yo sé dónde el vive, si quieres te acompaño.

—Gracias. 

—Pero no le cuentes de que yo te di su dirección —le pedí —. No quiero que venga u se revele en contra de mí. 

Danae le comunicó a su hermana de que yo las iba a llevar a la casa de Cesar. Nos movilizamos del sitio y las dirigí hacia la casa de Cesar. Yo me desvíe y caminé hacia otros lados. 

—Tremenda demanda tendrá el sinvergüenza —murmuré. 

Mientras yo iba caminando, iba recordando las conversaciones que yo había tenido con Alvaro.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.