Denis entre lobos 2

Capítulo 11

—No son simples cuarsos, aveces olvido ponerlos en el baño —comenté.

—¿Anda con algunos en tus bolsillos verdad? —me preguntó —. Tengo la ligera sospecha de que Magna ha estado aquí antes. 

—Ahora las brujas y los alphas me persiguen, que ironías de la vida —pronuncié.

Lester me miraba, sentí su mirada muy compenetrada.

—Alístate tenemos que trabajar —me recordó Lester.

Salió de la habitación yo retorné al baño a tomar un baño.

Horas más tarde....

Ya a medio día me encontraba terminando de arreglar unos papeles, sentí deseos de ir al baño, recogí mi móvil y salí de allí rumbo al baño, entré a un toilet a descargar la orina cuando salí, me topé con la cara de Magna. Nos quedamos mirándonos sin decir nada de nada. 

—¿Qué haces aquí? —le pregunté.

—Trabajo aquí ¿Algún problema? —inquirió.

—¿Qué? ¿Desde cuando? —indagé.

—No te importa —respondió con aire de superioridad.

Me cayó mal sus palabras. Decidí hablarle con normalidad.

—Y de por cierto... —pausó —. Quiero que te alejes de Lester. ¿Está claro?

—No está claro —me negué.

Esta cambió su rostro a un semblante tenso y serio. Podía ver que no podía emitir palabras.

—Vamos a terminar esta fiesta en paz Denis —pronunció, caminó hacia el espejo —. Sí quieres que yo sea buena contigo, entonces accede alejarte de él y no sólo de él.

—¿A quién te refieres? —pregunté.

—Tú muy bien lo sabes —comentó —. Alguien viene de Inglaterra.

Recordé en ese momento a quien se refería. ¿Será qué Alvaro adivinó algo? ¿Sabrá qué está loca está aquí? Ignoré sus palabras.

—Vamos a llegar a un acuerdo, decídete con cuál de los dos te quieres quedar —le sugerí.

—No tengo por qué decidí, los discusión míos —espetó.

—Con dos no se juega por eso ninguno te quiere cerca, esa es la realidad que no quieres aceptar —le aclaré.

—No te incumbe —contestó furiosa.

—¿Eres loca o frustrada? ¿No superas tus amores de adolescencia? —cuestioné —. Das lástima wiccana, no le tengo miedo a las cosas que haces y a las que me haz hecho.

—Vaya eres inteligente —cruzó los brazos —. Ya sabes de lo que soy capaz.

Asentí. Me giré a partir y pude irme sin impedimento alguno.




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