Denis entre lobos 2

Capítulo 29

Nos pusimos en marcha para continuar con las labores. En la salida salimos juntas y tomamos el metro, luego nos desmontamos para tomar un bus. 

—Denis ven acá —me llamó antes de continuar.

Me dirigí hacia ella para ver que quería.

—¿Ves a ese chico que está allá? —me señaló.

—Sí. ¿Qué sucede? —pregunté.

—¡Me encanta! —chilló. 

No evité sonreír.

—¿Te gusta? —pregunté.

—Obvio, lo he visto en el gimnasio a donde asisto pero no se... —guardo silencio.

—¿A qué le tenes? ¿A su rechazo? Dime, exprésate, te podría ayudar —la tomé por los hombros.

—A mi me han dicho que es un ser sobrenatural —recalcó.

Me extrañé.

—¿A qué te refieres? No te entiendo —comenté.

—Según la señora que limpia dice que es hombre lobo —respondió.

Reí.

—Ah no te asustes es algo normal, ellos son como tú y yo, he conocido algunos —la animé.

—¿En serio? No me estarás diciendo eso para... —interrumpí.

—No miento Carmen, hablaremos de esto después adios —me marché.

Tomé el primer bus que se estacionó dejando a Carmen con dudas e incógnitas. Iba meditando sobre mi vida y sobre mí. Amaba mucho a Lester pero el pánico que sentí la última vez que Magna me acorraló no lo quería vivir, ya eso era suficiente. Llegué a casa y Helen no estaba. 


Horas  más tarde...

Decidí preparar la cena y guardarle a Helen por si quería, noté que dejó su móvil. Prendí la laptop a verificar las redes sociales, tenía varios mensajes, mis amigas, Lorenzo, Coreen, Lester, Máx, Julio y Alvaro. No me sentía en ánimos de responder. Cerré sección y prendí la TV. 

Al poco rato Helen había llegado. Entró muy contenta con una sonrisa de oreja a oreja, su sonrisa no era una sonrisa muy normal sino de cuando una mujer está enamorada. Me pareció que se topó con algún ex.

—Buenas noches Denis. ¿Cómo ha sido tu día? —preguntó dejando las llaves encima de una repisa.

—Bien que digamos —le respondí —. Veo que estás muy feliz. ¿Se podría saber el por qué?

Se sentó en el mueble quitándose los zapatos.

—Tuve un muy buen día —respondió.

—Se te nota de lejos —aclaré —. Quiero que me lleves a conocer la persona que me podría enseñar algo para protegerme de las brujas.

Me miró.

—Ah te decidiste, que bien, me gustaría que pudieras vivir en paz en Azores —musitó.

—Si, pero no te podría negar que me está gustando Rio de Janeiro —confesé.

—A mi siempre me ha gustado —mencionó.

 




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