Denis entre lobos 2

Capítulo 30

—Mira podemos optar por una segunda opinión, se que le tienes miedo pero alguien podría ir allá y darle su merecido —sugirió.

—Es obvio que yo tendría que ir, pero no sé —pausé.

—¿Te está gustando alguien? —cuestionó.

—Nooo... —negué —. ¿Cómo crees? No pienses eso.

—Te está gustando el vivir sola, bueno digo conmigo durante un tiempo, yo talvez me quedé aquí —planteó.

Me sorprendió su respuesta.

—Dile a Lester que venga —recomendó.

—No Helen —me negué.

Helen respiró profundo. 

Al día siguiente...

Carmen y yo acordamos en ir al gimnasio después del trabajo, en el gimnasio tomamos un baño y nos pusimos ropa para hacer ejercicios. 

—Me siento como una babosa chiquilla ardiendo por un tipo —mencionó Carmen.

Alcé una ceja.

—Por lo menos disimula —puse mis manos sobre su rostro —. Mírame, no puedes ser tan evidente a que note de que te gusta, quita esos ojos de boba, el hombre es guapo sí pero tienes que mantener la razón primero, deja que él se te acerque. 

—Lo intentaré pero me he inevitable no mirarlo, quiero que me cuentes todo sobre ti —me dijo seriamente.

—Cuando salgamos de aquí —le contesté.

La dejé y caminé hacia la caminadora. Puse mis músculos en marcha. Cuando terminé no vi a Carmen por ningún lado, me dirigí a buscarla el último lugar que pisé fue el baño y ahí estaba.

—Ah, aquí estás, me asustaste hermosa —dije irónicamente.

—Ya nos vamos —me avisó.

Caminó hacia afuera.

—Pero... —guarde silencio.

No dije nada, pudo haber sucedido algo, no entendí su cambio repentino, buscamos nuestras bolsas, tomamos un baño y nos dirigimos a una pizzería. Ella me había contado parte de su vida y yo también, le conté todo sobre Alvaro y Lester sin dejar atrás a Magna, le di entender el por qué yo estaba en Brasil. Fue una plática larga. Ya casi abandonando el lugar nos topamos con una casualidad. El hombre que le gustaba a Carmen estaba allí, se sentó con otro hombre justo al frente nosotras.

Mirándolo más cerca se ve más guapo, Carmen se puso nerviosa, el otro chico me miraba de vez en cuando. 

—Carmen no te desmayes por el alpha, te estoy mirando que estás muy nerviosa —la animé.

Bajó la cabeza Carmen.

—Eso trato —murmuró.

—¿Y si nos vamos? —pregunté.

Asintió.

Nos levantamos, caminamos hacia afuera pero doblando la esquina alguien me puso la mano en mi hombro. Giré a observar y detuve a Carmen.

—¿Pero por qué nos detenemos? —cuestionó Carmen. 

Ambas nos extrañamos.

—Disculpen es que a alguna de ustedes se les quedó esto —dijo el tipo que andaba con el alpha.

Nos mostró el celular de Carmen. Esta tendió su mano para tomarlo.

—Ay gracias —contestó Carmen.

—Es un placer —sonrió y me miró. 

Detrás venía el alpha. Carmen bajó su mirada.

—Pues nos despedimos —nos marchamos.

 




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