Capítulo 40

Al día siguiente...

Había olvidado haber llamado a Carmen. Me preparé rápido para partir. En el camino marqué el número de Carmen.

—Hola. ¿Qué tal? 
—Hola, ayer olvidé llamarte Carmen, dime qué hiciste con lo que te dije.
—Denis yo... Le escribí y tú sabes.
—¿Qué yo se qué? Explícame.
—Bueno, hablamos cosas sin importancia.
—Carmen cuando llegue voy a decirte algo, espero que llegues más temprano al trabajo, voy de camino.
—Está bien Denis, no te quitó mucho tiempo.

Colgué. 

Llegué al trabajo y esperé a Carmen. Llegó faltando como 10 minutos para empezar a trabajar. 

—¡Llegué! —gritó.

La miré, rodé mi silla y me senté a su lado.

—Carmen... Mira, yo creo que por unos días tendrás que salir sola con Paulo —se tensó —. No te pongas así, de eso te vine a hablar, Paulo me dijo que le gusta los tipos de romance lento y que obviamente que para una persona ser su pareja tiene que ser su amiga, él no tiene prisa de nada, busca algo así como adaptación, el conocerse unos a otros y creo que te iría bien porque en tu caso te veo que pones muy nerviosa. Y por último él sabe que tú le gustas.

—¡¿Qué?! ¡¿Se lo dijiste?! —exclamó.

Negué con la cabeza.

—Él mismo me lo dijo, de hecho me tomó por sorpresa y lo veo bien, así que espero que le hables como persona adulta que eres y te atrevas a vivir un romance formidable en el futuro —le aclaré.

—Lo intentaré.

Se acercó a mí.

—¿Qué me dices de Lester? —cuestionó —. ¿Qué hablaron? Me imagino que tienen muchas cosas de que hablar.

Chocó su hombro como el mío, la miré de repente.

—Cuando tengas tus cosas claras con Paulo, entonces hablaré contigo —le respondí.

Gruñó.

—No seas así, dime mala —insistió.

—Carmen vamos a hablar tú y yo de ti ¿está bien? —rodó los ojos.

—Está bien lo intentaré —pronunció Carmen.

Le di una palmada en la espalda.

—Cobarde —musité.

Eché a reír.

Puso cara de sería, la miré.

—No te enojes linda, no te enojes —murmuré.

Me sacó la lengua.

Puso en marcha su trabajo y yo hice lo mismo.