Ya había pasado una semana al parecer Carmen y Paulo se estaban entendiendo mejor. Ambos salían solos, le aclaré a Leo sobre la idea de que tenía sobre él. De que sólo podíamos ser amigos. Lester continuaba aconsejándome de que regresara a casa de nuevo. Le dije que lo iba a pensar y dependiendo de lo que suceda y me diga Alvaro sobre Magna iba acceder pero sentía un amor inmenso por el poco tiempo que llevaba.
Dos semanas después Lester tuvo que regresar. Antes de que él abordara le di un abrazo muy fuerte. Quedando su recuerdo en mí, Helen y yo solas.
—Extrañaré a ese muchacho —dijo Helen sentándose en el mueble.
La miré y asentí.
Yo avancé hacia mi habitación. Procediendo a acostarme.
Al día siguiente
No quise asistir al gimnasio. Cuando salí del trabajo me desvíe a ir a casa. Entré a la casa dejando a mis zapatos a un lado.
—Denis mañana iré a Brasilia por unos días —dijo Helen acariciando su perro.
La miré y me senté al frente de ella.
—Que bien, espero ir pronto —le contesté.
—¿Qué quieres que te traiga? —cuestionó.
—Lo que tú quieras
—Si quieres te traigo un hombre —bromeó.
Se rio.
—Quién te escuchara pensaría que fuera verdad.
—¿Estás descalificando mi opinión? Como sino tuviera valor —achicó los ojos Helen —.Las apariencias engañan.
—No quiero problemas ¿sí?
Giró su cabeza a otro lado.
—Ordené pizza te la dejé una caja en la cocina
—Gracias.
Dejó el perro al piso, se puso unas sandalias luego rodó su cara hacia mí.
—Voy a salir a hacer algunas compras, nos vemos luego —dijo antes de marcharse.
Fui a la cocina y me comí la pizza luego me acosté a dormir un poco. Hubo un sonido de algo que se cayó que me hizo despertar. Era algo extraño. Me quedé quieta luego vi a un hombre en mi habitación. Mostrando sus cormillos de la boca era un vampiro. Me llené de pánico.
«¡Me voy a morir!»
Se acercaba a mi lentamente luego se detuvo a oler mi perfume.
—Mmm... Hueles rico —murmuró.
—¿Qué esperas para matarme? —cuestioné temblorosa.
Continuó oliendo mi perfume.
—¿Quieres morir? —preguntó.
—No.
—Sería una pena no volver a oler el aroma que emana en ti —comentó.
«Pero lo que me faltaba un vampiro enamorado de mí, pero por lo menos de la que me salvé por hoy»
—¿Podríamos conocernos? —preguntó sin dejar de mirarme.
Asentí.
Se sentó en el suelo, me empezó a hablar de él y de su vida. Aunque el miedo no de fue del todo de mí. De hecho me resultaba interesante. No sé por qué pero le conté todo de mí y lo que había vivido.
—Para que veas que no soy malo, te voy ayudar en algo —pronunció.
—¿Qué harás? —cuestioné.
—Poner a esa bruja en su lugar —le respondí.
—¿En serio?
—Asintió.
—Las brujas le temen a los vampiros. ¿Sabías eso? —confesó.
—No lo sabía, pero de todos modos muchas gracias —le dije.
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Editado: 08.06.2022