Denis entre lobos 2

Capítulo 46

Dos semanas después...

Sentí la necesidad de conocer más a aquel vampiro, en mi se desespetó un deseo de indagar más en él. Durante aquellos días después que lo vi en mi habitación nos hicimos amigos pero sabía en el fondo cuál era su interés, el conoció mi historia y yo la de él. Helen se asustó cuando le conté lo de la amistad de él y yo. Le advertí a Helen que por nada del mundo le contara a Lester sobre Osman; el vampiro. Helen ya se había acostumbrado aunque él solía llegar en las noches por las ventanas de mi habitación. Le había dicho que podía venir por la puerta principal pero a él le agradaba esa idea. 

—Osman si siguiera visitándome de ese modo, me pegaré un susto —le reproché.

Rodé los ojos.

No dijo nada continuó callado. Se sentó en el piso y me surgió escuchando.

—Por otro lado... Sabes que no podría darte más que mi amistad. Eso lo sabes —le recordé acomodándome en la cama para verlo mejor.

—Lo sé pero tengo que informarte de que no me gusta tu nueva amistad con tu vecino —comentó.

Alcé una ceja y sonreí.

—Mmmmm... —saborié sus palabras —. ¿Por qué? ¿No te agrada que yo haga amistades con hombres? ¿Estás celoso?

—Para ser sincero prefiero que salgas conmigo que a que sea con otro —respondió —. Digo... Si es con Lester no podría decirte nada. Pero no habría nada malo en no intentarlo.

Me griñó un ojo.

—¿Podríamos ir a pasear por Azores? —preguntó.

—Si Lester me ve contigo, me mataría —le respondí.

—¿Entonces no puedo quedarme en tu casa?

Respiré profundo.

De hecho no me sería convincente llevar a Osman conmigo ya que me podría traer problemas y yo quería estar bien con Lester.

—Te podrías quedar en un hotel —le recomendé.

—Mala —guardó silencio —. Pero podrías guardar silencio de que yo esté. O sea... 

Exhaló aire.

—Dejémoslo así —continuó —. Dime... Podríamos salir... A pasear... A bailar... A tomar... Nadie sabe si un día tú te fijarías en mí. 

Reí.

—El problema es que tú estás empeñado en que seamos algo. No sólo quieres salir como amigos, quieres algo más conmigo.

—No sería de más. Él está allá y tú estás aquí, no sé las cosas podrían cambiar —alegó.

—Confío en él —contradije.

—Bien es tu decisión —se levantó y se giró para retirarse —. Hasta mañana.

Salió y cerró la ventana.


 




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