Denis entre lobos 2

Capítulo 54

Retorné a la sala y convercé con las chicas sobre detalles de mi viaje que no le había informado. Lester me miraba con sus ojos de querer acribillarme. De hecho lo ignoraba. Cuando se fueron las chicas, Lester se acercó a mí con sus ojos enfurecidos, me tomó del brazo y me llevó hacia su habitación. Cerró la puerta y le puso seguro. 

Tuve esa pequeña sensación de que algo bueno era de venir. Me tomó del brazo, y me apretó junto a él con fuerza, uniendo nuestros labios en un beso eterno que nos llevó a dormir juntos esa noche. 

Al otro día desperté y no vi a Lester por ningún lado. Tomé un baño de aseo en su habitación y me rodée con una toalla limpia. Salí del baño lentamente, y me abandoné la habitación para irme a la mía. Me puse lo primero que vi.

Tomé mi móvil y marqué el número de Osman. 

—Hola hermosa. Me abandonaste mala.
Reí.
—No digas eso. Cambié de idea no te presentaré a mi hermana sino a una amiga.
—¿Todavía sigues con esa absurda idea?
—Sí, ojalá te guste. Te vas a enamorar. Mis amigas son muy simpáticas. Ya les hablé de ti y de Leo. Así que dile a Leo de que va a tener una nueva conquista. 
—Denis...
—Nada de reproches. Te quiero y te espero pronto. Bye.

Colgué.

Mi hermano minutos después entró a mi habitación.

—¿Dónde estuviste anoche? —me preguntó Coreen —. Vine varias veces a tu cuarto, y no te vi.

—Tú sabes Coreen.

—Ah, me imagino —se recostó en mi cama —. Y... ¿Me podrías contar?

Rodé los ojos.

—¿Para qué? Ya es suficiente.

—Pero que aburrida eres —dijo entre dientes.

—Vamos a bajar a desayunar.

Salí de mi habitación y bajé las escaleras. Cuando giré mi vista hacia la sala vi que Ana y Lora estaba allí. Me sentí extrañada y me aproximé a ella.

—¿Ustedes se quedaron aquí anoche?

Asintieron.

—¿Tan desesperadas están?

—¿Cuándo vendrán? —me preguntó Lora. 

—Cuando ellos puedan —me giré y abandoné la sala.

«Que desesperadas están». 

Me dirigí a la cocina porque sospechaba de que Lester estuviera ahí. Y ahí lo vi preparando el desayuno. Lo dejé solo para no interrumpirlo. Y salí a la parte trasera de la casa, ahí tomé mi móvil y llamé a Carmen.

—Hola Denis.
—Dime cuándo vendrán.
—Mañana en la mañana ya compramos el boleta de ida, así que pasa por nosotros. Nuestro avión aterriza a las 10:30 de la mañana.
—Muy bien ahí estaré. ¿Cómo anda todo? 
—Todo anda bien. He visto a tu amigo un poco distraído. 
—Ah, Osman. No te preocupes por él. Ya hablé claramente.
—Amiga. ¿Estás segura de que no te causará problemas?
—Obvio que no Carmen. 
—Ojalá.
—Podrán quedarse en mi casa.
—Gracias Denis.
—Muy bien, nos seguiremos contactando por Messenger, Carmen.
—Chau, cuídate.

Colgué.




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