En la noche estaba en mi habitación arreglando las cosas que yo había comprado. Lester entró rápidamente y se colocó al lado de mí. Terminé de arreglar lo que tenía que arreglar para ponerle atención a Lester. Luego rodé mi vista hacia él.
—¿Todavía te incomoda la visita de mis amigos?
—Sospecho que sucede algo que no me gusta. Pero si es como tú lo dices... —guardó silencio —. Desde que regresé de Rio de Janeiro he estado soñando contigo. Y lo que he soñado no me ha gustado.
—¿Qué haz soñado Lester?
—Me voy a evitar el comentario, pero estaré pendiente. ¿Haz vuelto a tener pesadillas?
—Aveces
Para tratar de que Lester olvidara ese asunto, cambié el asunto a un tema que nos podía compenetrar a los dos.
—¿Cuanto tendré que esperarte en Rio de Janeiro? —le pregunté.
Se quedó mirándome sin darme alguna respuesta.
—Lester —insistí.
—Si me amas quédate —me respondió.
Se apartó de mí dejándome sola en la habitación. La verdad era que había acostumbrado a vivir en Brasil. Pero Lester sólo me daba eds respuesta sin ningún retorno alguno. Tomé mi móvil y le marqué a Carmen, pero no tomaba mi llamada, al parecer estaba muy ocupada.
Al siguiente día me dirigí en el minibus de mi papá al aeropuerto. Desde lejos cuando llegaron vi que se contentaron.
—Al fin llegamos —dijo Carmen dándome un abrazo.
Luego Osman me abrazó fuertemente.
—¿Dónde están las chicas? — preguntó Leo.
—En mi casa —le respondí.
—Ellas tenían que venir contigo —protestó Leo.
Llegamos a casa. Ana, Lora, Coreen y Lester estaban en la sala y me supuse que esperándonos. Entré abrí la puerta y según iban entrando, yo iba presentando a mis amigos.
—Este es Leo. Este es Osman. Este es Paulo y está es Carmen.
Lester fingió una sonrisa pero en el fondo yo sabía que estaba bien enfadado. Lora y Ana estaban bien emocionadas. Mis amigos sonrieron con mucho gusto. Hubo un buen ambiente en ese momento, luego los llevé dónde mis padres quien es los recibieron con mucho regocijo. Más tarde le asigné a todos dónde se iban a quedar. Por último Leo, Osman y yo tuvimos una conversación.
—Les recuerdo a ustedes que están en mi casa. Para que no se les vaya a pasar la lengua —dicho esto clavé mi mirada en Osman.
—Y en cuanto a ti —guardé silencio —. Nada de decirme mi amor, o de visitarme por las ventanas. Nada de abrazos y de besos.
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Editado: 08.06.2022