Capítulo 4

No pronuncié nada. Se giró a retirarse iba rumbo a la sala y se detuvo.

—Te esperaré en la sala.

Entré a la cocina tomé una bolsa le introduje pan, trozos de queso y tomé un jugo en lata que había en la nevera cuando me iba de retirada me percaté de que no había tomado café, retorné a cocina a tomar café. Luego busqué a Lester para irnos a trabajar.

—Vámonos.

Lester estaba tecleando el móvil, yo tomé mi mochila, la enganché a mi espalda y salí de la casa. Lester salió más atrás. Lo esperé a fuera mientras él sacaba el auto. Cuando ya había ingresado al auto, abrí la bolsa y empecé a devorar lo que había adentro.

—¿Por qué no desayunaste allá adentro? 

—Porque no quise además tenemos un asunto pendiente —respondí.

Alzó una ceja.

—¿Qué? —cuestionó. 

Continué comiendo mientras Lester conducía cuando terminé me animé a hablar.

—¿Qué es lo que me querías decir eh? —cuestioné —. Tú más que nadie sabe todo lo que yo hago.

—Sí y mejor olvida ese asunto —contestó.

—Pero yo no quiero —aseveré.

No dijo ni una sola palabra me molestaba que me dejaran en el aire. Cuando llevó a parquear el auto, noté como su semblante cambió, lo veía tenso, algo preocupado y un poco molesto.

—¿Qué te sucede? —cuestioné saliendo del auto —. ¿Estás raro? ¿Es por mí?

—No, Denis. Es otra cosa —respondió.

—Ve a tu puesto voy a hacer algo —sugirió.

—Como digas, nos vemos luego —respondí.

Fui rumbo al ascensor y me topé con el levanta locas de la empresa, era un pervertido, un hombre muy sexy, era él bizcocho que todas querían comer. Este al percatarse de mi llegada, sonrió con un melosa sonrisa y pícara. Era obvio no sonreír al ver ese Dios griego salido del Olimpo. Trataba de controlarme, no quería caer en sus garras. Una vez allí abrió su boca para hablarme.

—Hola Denis, buenos días —me saludó, posando su mano sobre mi cintura.

—Bien día Lorenzo —devolví el saludo —.  Quita tus manos de mí por favor.

Inclinó su cara a la mía, acercándose junto con su cuerpo más a mí.