Denis entre lobos 2 (libro2) Serie: Denis

Capítulo 37

Horas más tarde, Carmen y yo fuimos a una discoteca, tomamos y bebimos alcohol, llegó un momento en que desistí pero Carmen no quería, la arrastré para salir de ahí.

—Vamos a regresar —dijo caminando hacia adentro.

La tomé del brazo y la llevé hacía una cuadra pude ver un parque y nos sentamos ahí.

—Eres mala —gruñó.

Reí.

—Estás muy tomada —le recordé.

Me miró furiosa.

—¿Ah sí? ¿Y tú no? —espetó.

Respiré.

—Ven vámonos son las 10:30 y tenemos que trabajar —demandé.

Se negó. La levanté a la fuerza, tomamos un taxi, la dejé en su casa y to retorné a la mía. Por suerte había dejado el móvil en mi habitación. Caminaba mareada, veía todo dando vueltas, a penas pude abrir, caminé y me tumbé en el sofá. 

Cuando desperté vi que era otro día, y estaba en mi habitación.

«Pero cómo llegué aquí»

Me quité la ropa, tomé un baño y me vestí, tenía que trabajar, salí a la cocina a preparar café y mi desayuno, cuando terminé me fui a trabajar.

Horas más tarde...

En la salida del trabajo Carmen continuaba diciéndome lo contenta que estaba, quería que la acompañara al gimnasio pero no podía, Helen me avisó de una urgencia y tuve que presentarme. 

Cuando entré a la casa escuché a Helen riendo con alguien más. Al parecer estaban en la cocina, me aproximé a allá para no ser mala educada, pero lo que veo en la cocina me dejó en chock. Era evidente que Helen se había prestado, dejaron de reír y me miraron seriamente.

—Buenas tardes Denis —dijo Lester.

—Helen tú... —pausé.

No lo podía creer.

—Sí, yo misma —la miré.

Caminó hacia mi. 

—Ve a darle la bienvenida —salió Helen de la cocina.

—¿Qué te dijo ella? —cuestioné.

—Todo —respondió caminando hacia mí —. Te fuiste y no me dijiste nada.

Bajé la cabeza.

—Quería poder vivir en paz y alejarme de las cosas que no lo permitían —le aclaré.

—¿Alejándote de mí? —espetó.

—Era algo obvio, creo que debieras de entender... —interrumpió.

—Eso no lo permitiré —advirtió.

Me quité y caminé hacia la sala, sentándome en el mueble. 

—¿Qué es lo que quieres? ¿Qué esa maldita hechicera vuelva a tocarme? Por si no te das cuenta, sí temo que me pueda suceder —dije duramente.

—Yo no quiero que te suceda nada sólo que... —Lester paró de hablar por qué se escuchó el timbre.

 




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