Denis entre lobos 2 (libro2) Serie: Denis

Capítulo 55


En la tarde le comuniqué a mis padres de que íbamos a tener 4 personas en la casa. Después me dirigí hacia mi habitación, mis amigas estaban ahí, mi hermana y Lester iba a estaban viendo TV abajo. Cerré la puerta y se giraron a verme.

—Mañana tendremos 4 huéspedes en esta casa. Tenemos que organizarmos. Sólo hay 6 habitaciones. La habitación de mis padres, la habitación de Lester, la habitación de Coreen, la habitación que ocupa Ana y Sofía, la habitación que está desocupada y la mía.

Las chicas me escucharon atentamente y emocionadas.

—La habitación que está desocupada será ocupada por Osman y Leo —continúe —. Mi habitación se las cederé a mi amiga y su novio. Y yo dormiré con Lester.

Ana y Lora me miraron sorprendidas. 

—No se extrañen chicas sobre Lester y yo. Lo nuestro es viejo —aclaré.

—Nunca nos dijiste nada —pronunció Lora. 

—¿Por qué? —cuestionó Ana.

—Hablemos de eso luego.

—¿Por qué luego Denis? —cuestionó Lora.

Respiré. 

—Es una historia larga de contar. 

—Entonces Ana vámonos de compra para que los viajeros nos vean guapa —sugirió Lora. 

Ana asintió.

—Denis acompáñanos —me dijo Ana.

Llegó hasta a mí y me tomó del brazo llevándome con ella. Las tres nos dirigimos al centro comercial. La verdad para mí no era necesario hacer ese tipo de excesos. Me hicieron comprar ropa nueva. Pasamos la jornada de todo el día fuera de la casa. Y sin darnos cuenta salimos de la casa sin nuestros móviles. En mi mente sólo divagaba los reproches que Lester me iba a decir. Hasta que de un momento a otro, decidí olvidar todo aquello que me impedía aprovechar el buen momento con mis amigas.

Llegamos a casa en la noche y mi papá fue la primera cara que vimos me miró con cara terror.

—Tu papá se parece al guasón con esa cara que luce —me susurró Ana.

Reí mientras caminábamos hacia las escaleras. Luego de acomodar nuestras compras retornamos hacia abajo, y busqué a Lester que estaba en la cocina. Me senté en silencio en el desayunador sin que él percibiera mi presencia.

—Buenas noches.

Lester se giró hacia mí.

—¿Se puede saber dónde estabas? —inquirió.

—De compras con Ana y Lora.

—¿Todo el día? Vaya pero que día. 

—No seas aburrido, ¿qué tiene de malo? Haz lo mismo. 

Se quedó callado y continuó arreglando la cena. Esperé la cena mientras él terminaba. 




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