Dentro De La Máscara de Papel.

Mi Segunda Mentira. Parte. – 2.

Los días pasaban y el rumor aún se mantenía vivo, estaba cansada de ser un personaje ficticio que inventaron, estaba harta que se hablara de su persona, pero no había nada que pueda hacer más que fingir y seguir con su vida.

Ella se encontraba en el curso recostada en su mesa, mientras sus amigas hablaban ella no podía dejar de pensar en lo que había pasado con Joaquín, detestaba que él haya sido el primer chico al que besó, al poner su concentración en esto hace que su enojo aumente exponensialmente, sentía que estaba dentro de una pesadilla.

—¿Estas de acuerdo Isa?.

—¿Que? Lo siento Ro, no estaba escuchando.

—Ella decía de salir en una cita, unos chicos nos invitaron a tomar algo y queremos que tu también vengas, así te distraes, ¿Que dices? Tal vez este chico te haga olvidar a Joaquín.

—Esta bien, vamos, no tengo nada que hacer, menos que perder, si ya todo me lo arebato este imbécil.

Isabella estaba jugando al voley en el patio, su estilo de juego era bruto, fuera de lo normal, era su manera de descargar todo el enojo que llevaba acumulando. Luego de varios minutos se cansa y decide irse para llegar a tiempo a su cita, decide darse una ducha para frescas, se va directo a cambiarse, pero antes de entrar al vestuario escucha una voz familiar.

—¿Por que empezaste ese rumor Paula?.

—Por que no voy a dejar que un chico vestido de mujer me quité a Joaquín, ella fue quien lo besó, si ustedes hubieran visto la cara de asco que puso él cuando se besaron sentirían lástima.

—Nunca pensé que ella hiciera algo así.

Isabella enfurecida la toma de la remera desde atrás y la apoya contra los casilleros haciendo que las demás chicas se asusten por la situación y el ruido.

—Asi que fuiste tu quien empezó ese maldito rumor.

—¿Si, y que? Una chica como tu nunca va a estar con una persona como Joaquín, nadie te ve como mujer tonta, menos él.

—Que importa lo que digas de mi, tu estuviste ahí, sabes bien lo que pasó, no te hagas la tonta.

—Si, estuve ahí, vi como una chica tan patética como tu se besaba la mano y lo disfrutaba, le pediste por favor a Joaquín que te besara para saber que se siente, él se negó y lo obligaste a que te besara, eso pasó.

Ella golpea con fuerza el casillero.

—Deja de mentir, ya basta, yo nunca quise que ese maldito miserable me besara, no me gusta, nunca me gustó y nunca va a pasar eso, ¿Lo quieres? Te lo regalo con moño y todo, no vuelvas a decir esas cosas.

Ella la suelta y se va enfurecida del lugar tomando sus cosas, luego de cambiarse en el baño de mujeres sale y se topa de frente con Joaquín, él intenta saludarla, pero ella lo ignora por completo, solo se queda observando como se aleja de él sin poder hacer, ni decir nada.

Al salir de la escuela sus amigas la esperaban, las toma de la mano y hace que se vayan del lugar.

Cuando llegan al lugar se encuentran con tres chicos que la esperaban, ese muchacho que le tocaba la cita con Isabella se lleva una gran decepción al verla acercarse, sus amigos se reían de él, en su mente se imaginaba a otra persona, debido a que Rocío y Carla son muy bellas pensó que Isabella también fuera igual de linda que ellas, al saludarse todos notan la cara de extrañidad que puso al verla de cerca.

—¿Esperabas a alguien más linda verdad?.

Ella le pregunta con una sonrisa enorme, esa expresión hace que él se sienta culpable.

Al entrar todo el mundo se acomoda y comienzan a hablar, Isabella era quien más llamaba la atención, sus comentarios eran muy graciosos y todos se sentían muy cómodos con su presencia.

—Todavía no pregunté tu nombre.

—Me llamo Juan.

Ellos comienzan a conocerse, pregunta tras pregunta se van conectando cada vez más, sus gustos no eran tan diferentes, ambos llegaron a sentirse cómodos, Juan estaba feliz de haber venido, ella le había sacado bastantes sonrisas.

—Me tengo que ir, es muy tarde, ¿Chicas ustedes se quedan?.

—Si, nosotras vamos a quedarnos un poco más.

Ella las saluda y se va, mientras ganaba metros con su caminata la voz de Juan hacía que se frenara, él la pasa de largo y la mira.

—Vamos, te llevo, no voy a dejar que te vayas sola.

Le decía esas palabras mientras movía con su mano unas llaves.

—Esta bien, quiero caminar.

—Vamos, no voy a dejar que camines sola en la noche.

Ella acepta sin convenserse y sube al auto, mil emociones invadían su cabeza, presentía que no debía hacerlo, pero para ahorrarse una mentira y un momento incomodo decidió aceptar su oferta, suspira mientras su vista era inoptizada por las estrellas que adornaban la noche fresca.

Alex M. Martínez.




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