Joaquín llegaba a casa con una sonrisa, sube las escaleras rápido, ansioso y se asoma al balcón lleno de encanto.
—¡¡¡Emma!!! ¡¡¡Ya llegué!!!.
Con una sonrisa apoya sus manos en la baranda mientras inclinaba su cuerpo hacia adelante mientras mantenía apenas los pies desplegados del suelo, se queda en silencio esperando la respuesta que nunca llegó.
—Perdon por llegar tarde, sal, vamos a comer, tengo mucho que contarte, dijiste que tenias algo que decirme.
Ideas de que ella estaba dormida venían a su mente, no entendía porque no salía, desde atrás entra su madre a a su pieza.
—Hijo, tenemos que hablar.
—¿Que pasa? ¿Por que estas llorando?.
—Ven..
Joaquín se acerca con temor, un nudo en la garganta lo llenaba de preocupación, su mente empezaba a crear diferentes situaciones para saciar el instinto de curiosidad que tenía, al llegar lo abraza con mucha fuerza, apretaba su pequeña espalda con sus brazos.
—Escucha hijo, Emma ya no va a estar con nosotros, no va a volver estar en esa casa.
—¿Que dices? ¿Ya no quiere ser mi amiga? ¿Es por que llegue tarde?.
—No hijo, eso no es, Emma tuvo un accidente, es por eso que ya no va a poder jugar contigo, ella se hubiera quedado, pero no pudo.
Con esas simples palabras pudo entender en la situación en la que se encontraba, rápido se suelta de los brazos de su madre y vuelve al balcón y grita aún más fuerte su nombre.
—¡EMMA SAL! NO ME DEJES, PROMETO SER MAS PUNTUAL, SOMOS AMIGOS, ¡¡¡NO PUEDES IRTE AÚN EMMA!!!.
Gritaba con toda su fuerza, se escuchaba como su tono de voz se quebraba mientras agregaba palabras a su pequeño discurso.Su madre lo abrazaba de atrás para apagar el odio y la impotencia que sufría al enterarse de la peor situación, él no dejaba de gritarle al balcón que estaba todo cerrado, quería safarce de los brazos de su madre y cruzar al otro lado, quería saltar, no le importaba los metros que los separaban, en su mente no cabía la idea de que ella ya no estaría, no podía ser, tenía esa ilusión que poco creía que estaría sentada en su cama, pero ella lo tenía con fuerza mientras lloraba junto con él, cae de rodillas al suelo y se tomaba la cara sin creerse aún de lo que había escuchado, se desploma y seguía llorando, le dolía el pecho, su garganta le ardía, pero era un dolor invisible ya que solo sentía como el corazón se rompía, se torturaba en su mente mientras prestaba más atención a si imaginación, poco a poco el piso comenzaba a ponerse suave e iba sintiendo la comodidad de su cama, hasta darse cuenta que todo fue un sueño, al despertar toma su celular para ver la hora y se vuelve a acostar mirando el techo.Isabella se despertaba en su pieza con dolor de cabeza, se queda acostada mirando el techo para despabilarse, trata de recordar lo que pasó anoche hasta que pudo unir ideas sueltas y logra recordar, obviando algunos detalles que eran difíciles de recuperar, se sonroja al pensar que se había vuelto a besar con Joaquín.Luego de arreglarse para encarar su nuevo día, baja para almorzar y se encuentra con la madre de Joaquín que estaba sentada en la mesa también junto a su hija, se comienza a sentir incómoda y no podía evitar demostrarlo inconscientemente, la sensación de que Joaquín también estaba la invadía y por dentro rogaba no encontrarlo, cuando que no estaba mentalmente preparada otra encarar esa situación, cuando se da vuelta para irse a encerrar a su cuarto aparece enfrente de ella.
—Buenos días.
Él le sonreía como siempre, no había ninguna mirada sospechosa, su cabeza se llenaba de ideas incómodas recordando lo sucedido, su madre la invita a sentarse, pero ella lo rechaza de inmediato creando una excusa al azar para el momento, luego de que le insistieran tanto se rinde ante esas palabras y toma su lugar en la mesa, no podía levantar la mirada por más que quisiera ya que sin ninuna razón se encontraba con la mirada de Joaquín.
—No falta mucho para que cumplan el aniversario, ¿Tienen pensado hacer algo?.
La madre de Joaquín conversaba con la madre de Isabella.
—Tenia pensado hacer una fiesta, venimos ahorrando unas cuantas monedas para festejar.
Isabella se iba distrayendo al oír hablar a su madre sobre el aniversario de sus padres, su mente se iba despegando.
—Isabella, mañana necesito que vayas al centro a comprarme unas cosas, yo te lo voy a anotar así te acuerdas.
—Mañana tengo clases.
—Ve después del colegio, que te acompañe Joaquín así no vas sola.
—¿Que?.
La sensación de incomodidad se hacía nuevamente presente.
—¿Puedes acompañarla?.
—No tengo ningún problema en hacerlo.
—¡No tomes ninguna decisión por ti mismo! Puedo ir sola.
—Deja que él te acompañe, por las dudas, no quiero que nada te pase.
—¿Que puede hacer él ante una situación? ¿Besarlos? ¿Exitarlos?.
Ella se rinde ante la insistencia de su madre.
Alex M. Martínez.