Dentro de tus ojos, el regreso

"Cenizas"

CAPITULO 19  “CENIZAS”

 

Sus heridas no eran de gravedad,  pero Jareth fue diagnosticado de una severa angustia y depresión e internado en un psiquiátrico, hasta que pudiera reponerse.

Allí permaneció en silencio durante meses.

Por las tardes se quedaba durante horas, en el parque del hospicio sobre su silla de ruedas, recordando cada minuto de su vida con ella, siendo Sergio, siendo Jareth, siendo él.

La sola idea de saber que no la volvería a ver, lo volvía loco.

Solía golpear el suelo con sus puños,  cuando la medicación dejaba de hacerle efecto.

Una tarde lo fue a ver Carlos.

Jareth estaba como siempre, en estado inherte, como una cáscara vacía, viviendo sólo de sus recuerdos. Detrás de un árbol mirando hacia la nada, en el parque sobre su silla de ruedas  y a sus espaldas oyó su voz.

-Realmente la amabas, ahora lo sé.

Jareth no giro la silla para mirarlo.

-Vengo a despedirme, y darte su peluche, lo  conservaba desde niña. No permitía que lo regale o lo tire, siempre le encontró un lugar en su antiguo cuarto, es tuyo –apoyándolo sobre el césped-sé que ella quisiera que lo cuides, como ella lo cuidaba a él- y luego de ponerse de pié le dijo- en una hora sale mi vuelo a Canadá, me internaré en un geriátrico que me ofrece todo, pero sobre todo paz, he donado todo mi dinero a mis nietos, y a una institución benéfica, también te he donado dinero a tí, el que les robé a ti y a tu madre, espero lo aceptes. Adiós.

Carlos se fue.

Giró su silla y se acercó al peluche, lo tomó del suelo, y lo abrazó con fuerza.

Eloise que había sido ingresada con el nombre de la perra del granjero “Lysa” y el apellido de él “Flyn”, se había recuperado de sus heridas, pero sufría de amnesia, una amnesia temporal pero absoluta, que le impedía decir a donde iba cuando tuvo el accidente, para qué, cómo se llamaba o qué edad tenía.

-Doctor ¿Cuándo podré recordar quién soy?

-Señora, en algún momento indefectiblemente, lo hará, cuanto más relajada esté, más cerca estará de que su mente se abra y lo logre.

-¿Cómo puedo ayudarla? ¿Cómo rastreo a su familia?-preguntó el campesino Alex, que era joven y de tez rubia.

-Coloque algunos afiches en los pueblos cercanos al accidente, quizás venia de allí, y debería ir a la comisaría para ver si la buscan- dijo el médico.

Eloise intentaba recordar pero en su mente solo podía ver fuego y la explosión del vehículo.

Cuando tuvo el alta, Alex la llevo a su casa

- Puedes quedarte aquí -le dijo cuando entro a la cabaña, ante la mirada temerosa de ella que observaba la sencillez con la que vivía- yo dormiré allí en el granero, tienes cocina, baño, bueno todo, es humilde como veras, pero al menos estarás tranquila, hasta que puedas recordar algo y volver a tu antigua vida.

-Gracias – le dijo Eloise,  Alex sonrió y se fue.

 Eloise se recostó en su cama pensativa, esa sonrisa de Alex le había recordado otra sonrisa, una que de solo imaginarla la estremecía ¿De quién era? No tenía anillos, no estaba casada. ¿Sería de algún novio?, ¿De quién?, la veía en su mente una y otra vez, hasta que se quedaba dormida.

 




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