Mi mejor amigo
Estaba sin lugar a duda completamente decepcionado y aunque mi mano aun tocaba el árbol mi mente no podía pensar en nada más que la dicha que pensé que llegaría a sentir al tocarlo y que algo que no podía explicar ocurriera
- ¿Qué haces? – Grito una voz detrás de mí y algo alejado.
- ¿Eh? – Giré la cabeza rápidamente sin despegar la mano del árbol y vi como Mauricio corría hacia mí, su cabeza mirando el camino por donde pasaba y sus brazos tambaleándose por estar saltando rocas que se le atravesaban en su pisar.
- ¡Si tu padre te ve aquí te va a regañar como nunca! – Dijo hasta que vio mi mano. - ¡Por fin! – Exclamo rápidamente y se regresó unos pasos por la sorpresa. - ¿Qué paso? – Inquirió con mucha curiosidad sin dejar de ver mi mano.
- Pues esto. – Dije señalando con mi otra mano, a mi propia mano. – Lo he tocado por fin.
- ¿Y? – Preguntó con una enorme sonrisa esperando que mi respuesta lo hiciera alucinar.
- Nada… - Despegue la mano del tronco, me sacudí un poco, metí las manos en mis bolsillos y caminé hacia el pueblo pateando pequeñas rocas que estaban por donde pasaba.
- ¿Así nada más? – Se interpuso en mi camino con ambas palmas extendidas. – Llevas desde que esa cosa apareció queriendo tocarlo, nunca pudiste y ahora que lo has hecho, ¿nada? – Sus ojos estaban como locos, viendo al árbol y después a mí. - ¡Tiene que haber algo más! – Grito
Regreso jalando mi brazo y lo coloco en el tronco junto con el suyo y me volteo a ver nuevamente con una enorme sonrisa.
- ¿Y? – Su mirada me hacía querer mentirle y decirle que estaba genial, pero no.
- Nada, pensé que sería algo diferente, algo mágico. – Sus ojos se entrecerraron un poco y me soltó la mano. - ¡Un árbol al que le cae un rayo y después empieza a brillar tiene que ser mágico! – Me justifique.
- Yo no he dicho que no. – Replico. – Pero ¿Cuántas veces has visto a las personas tocarlo?
- Muchas… - Respondí sin emoción alguna y evitando su mirada.
- ¿Entonces? – Se agacho un poco para que nuestras miradas se cruzaran. - ¿Por qué pensaste que sería diferente contigo?
- Eso es cruel. – Dije y nuevamente evadí su mirada girando mi cuerpo hacia el pueblo.
- Pero es la verdad. – Esa sonrisa de su rostro regreso y sus ojos eran honestos y los mismos ojos alegres de mi mejor amigo. – Siempre pensé que la emoción que sentirías al tocar el árbol era justamente por el hecho de tocarlo, no porque algo “mágico” Fuera a suceder, no niego que es extraño que brille sin que se apague todo el tiempo, pero… Insisto, ya lo han tocado antes y nunca nada paso. Deja de pensar que no tuvo chiste o que fue en vano, o acaso ¿no sentiste absolutamente nada?
- Si sentí mucha emoción la primera vez que lo toqué… Pero duro poco. – Regrese a mirarlo y posteriormente mire el árbol.
- ¡Ahí lo tienes! – Se emociono y corrió en círculos un momento. - ¡Esa es la emoción que tuviste que sentir!, Y ¡Qué más da que haya sido solo momentáneo!, La vida se trata justamente de eso, reír sin parar, llorar sin parar, sufrir sin parar y seguir viendo el mañana como un misterio que causara risa, desgracia, tristeza y ¡GOZO, MUCHO GOZO! –
Tras decirlo comenzó a tararear una melodía que resuena todas las mañanas y a bailar alrededor del jardín, su baile siempre fue muy preciso y podría jurar que sus ojos permanecían cerrados y aun así nunca piso una sola flor, al contrario el aire que producían sus movimientos hacía que por consecuencia las flores bailaran con él y como se movía una de ellas todas las demás se movían en conjunto, la escena de ser triste comenzó a tornarse de color y los bichos que descansaban en las flores no tardaron en comenzar a volar y segundos después el Jardín se convirtió en un enorme escenario de baile, Mauricio sabe que no soy buen bailarín entonces ni se molestó en invitarme, se limitó a bailar al son de su propia melodía riendo a carcajadas eventualmente.
- Sin duda estás demente. – Dije a voz normal, a sabiendas de que no me oiría.
- ¡Si! – Respondió y resulto que si me escuchaba…
La noche paso rápidamente y a la mañana siguiente teníamos que levantarnos temprano, era día de cambio y todos en el pueblo comenzaban a intercambiar sus bienes por los de los demás pueblerinos, todo con el fin de ayudarnos mutuamente y después de todo esta era la base de nuestra economía, el cambio.