Derecho a amar

Capitulo 1

DE REGRESO A CLASES... Una nueva alumna y ¿CELOS?

Después de meses de vacaciones, en los que los jóvenes se dejaron llevar por las risas, las preguntas sobre el futuro y las aventuras improvisadas, el tiempo pasó volando. Sin darse cuenta, el primer día de clases se acercaba y, al mirar el calendario, las emociones se desataron. ¿Quieren saber cómo reaccionaron? Pues acompáñenme, y descubramos qué les deparó este día...

Hoy es uno de esos días perfectos, frescos, con el cielo despejado y una brisa suave que hace bailar el largo cabello de una joven. Ella, con su melena castaña recogida en una coleta, disfruta de la compañía de su mejor amiga. Entre risas y recuerdos, ambas hablan de los días previos a las vacaciones y lo que hicieron durante el descanso, hasta que un tema inesperado surge, y les cuento cómo fue.

-Estas vacaciones han sido increíbles, me encantaría que duraran más -comentó la joven con tono relajado mientras miraba a su amiga, sentada frente a ella.

-Tienes razón, pero ojalá falte mucho para volver a la cárcel... quiero decir, ¡a clases! -respondió su amiga, y ambas se echaron a reír, hasta que de repente, la joven se quedó pensativa.

-¿Cuánto falta para que eso suceda? -preguntó, sin poder ocultar una ligera preocupación.

La joven, sorprendida por la pregunta, sacó su celular para revisar el calendario. Cuando vio la fecha, su expresión cambió. Era una mezcla entre asombro y algo de miedo, que hizo que su amiga no pudiera contener una sonrisa divertida.

-Si no te conociera, diría que acabas de ver una foto de tu novio en el celular -bromeó, aliviada por la reacción de su amiga, pero notando que algo la inquietaba. -¿Qué pasó?

-Nada... tranquila, estoy bien -respondió la joven con una pequeña risa nerviosa, dándole un zape en la cabeza a su amiga-. Deja de decir esas cosas, sabes que me desagrada que me molesten con ese tema... además, imagina si mi mamá te escucha... ¡sería el fin!

-¡Tranquila! No diré nada más, lo prometo -rió la amiga, pero aún notaba que algo no iba bien. Decidió cambiar de tema para aliviar la tensión. -Pero, dime, ¿qué viste en tu teléfono que te dejó así? ¡Tu cara valía oro en ese momento! Si te hubiera tomado una foto...

La joven se rió por el comentario, pero, al percatarse de que su amiga estaba nuevamente cerca de ella, recibió otro zape. Las dos se miraron entre risas, esa complicidad tan pura que solo se da entre amigas cercanas.

-Pues... la razón de mi cara es que mañana regresamos a clases -dijo la joven, con una sonrisa tranquila, mientras veía cómo la cara de su amiga se desvanecía en una mueca divertida y algo de pánico. No pudo evitar tomarle unas fotos rápidamente. -¡Te ves tan graciosa! Si sigues con la boca abierta, las moscas se van a meter... y no quiero ser la culpable.

La amiga no pudo evitar soltar una carcajada sarcástica.

-¡Jajaja! Que graciosa ¡Mira cómo me río! Deberías ir a un circo, Angie... pero, en serio, ¿qué tienes planeado para terminar las vacaciones? Me imagino que no dejarás que este día termine sin hacer algo.

Angie se puso de pie, mirando a su amiga con una sonrisa cómplice.

-Me conoces demasiado bien, querida amiga. Tengo una idea... ¿qué te parece si vamos a caminar un poco? Hay un lugar muy bonito cerca de mi casa, que aún no conoces. ¿Te apetece?

La amiga la miró curiosa, sonriendo al escuchar la invitación.

-Claro, me encantaría verlo... pero, ¿por qué nunca me lo enseñaste antes?

-Porque estaba esperando el momento adecuado... y ahora parece que ha llegado -respondió Angie, guiñándole un ojo. -Vamos, avisemos a mi mamá, que el atardecer allí es impresionante.

Así, las dos jóvenes salieron de la casa después de avisar a la mamá de Angie, quien las dejó ir sin objeciones. Mientras tanto, en otro lugar, tres chicos hablaban sobre algo que sorprendió a uno y dejó pensativo a otro.

-¿Qué te parece? -dijo una chica con entusiasmo, mirando a su amigo. -¡Seremos compañeros de clase! ¿No te alegra?

El joven la miró con una leve sonrisa, pero algo en su expresión dejaba entrever una ligera incomodidad.

-¿Por qué te cambiaste? Estabas a punto de terminar el colegio junto a tus amigas... ¿qué pasó? -preguntó, buscando entender el motivo.

La chica respondió rápidamente, tratando de suavizar la situación.

-Mis amigas también se cambiaron, y además quería algo nuevo. Como mi hermano ya terminó quiero pasar este año contigo. -Se sonrojó un poco al decirlo, pero no podía ocultar el brillo de sus ojos.

El chico sonrió débilmente, algo nervioso, pero la conversación fue interrumpida por otro amigo.

Ok... solo espero que te portes bien, hermana -dijo Dario con una sonrisa divertida-. Y por favor, no andes causando problemas. Es tu oportunidad para conocer nuevas personas, hacer amigas... según lo que me han dicho, hay chicas muy agradables en esa clase. ¿No es así, Joshua?

El aludido, distraído por un instante, recibió un pequeño golpe amistoso por parte de Dario. Se sonrojó levemente y giró el rostro para disimular, pero luego volvió la mirada pero luego volvió la mirada a sus amigos con una sonrisa suave.

-Sí, es cierto. Son unas grandes amigas... te van a agradar, Laura. Estoy seguro de que se llevarán bien -respondió Joshua, algo nervioso.

-Podrías empezar con Angie -sugirió Dario-. La conocí una vez y me pareció muy agradable... y linda, en todos los sentidos -añadió con un suspiro que escondía algo más.

Joshua frunció el ceño al recordar que Dario alguna vez mencionó que le gustaba Angie. Aunque había dicho que lo olvidaría por respeto a su amistad, Joshua sabía que su amigo aún sentía algo por ella... ¿y eso lo ponía celoso?

-Además -continuó Dario, tratando de relajar el ambiente-, Angie es simpática, aunque tiene un carácter fuerte. Pero puede ser una gran amiga. Hay más chicas también, Laura. ¿Tú qué opinas, Joshua? Tú la conoces mejor que yo.




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