Derritiéndome por ti

Prólogo

«Los tiempos cambian, evolucionan, al igual que las personas»

Si tan solo aquella frase se pudiese aplicar a todo en su amplio sentido, pero no, las personas no lo hacen. Tal vez el tiempo, la época, pero muchos mantienen el pensar de alguien del siglo pasado, incluso los de la nueva generación.

Y eso es triste, decepcionante e incluso frustrante.

Es triste que una persona no deja de ser homofóbica solo porque el matrimonio gay sea legal.

Es decepcionante que sigan discriminando a otros solo por amar a alguien de su mismo sexo, por raza, religión o cualquier otra creencia diferente.

Es triste que una persona no pueda ser quién es solo para encajar con los demás.

Es decepcionante que una persona esté dispuesto a hacer daño a otros, solo por complacer a los equivocados.

Las personas no cambian de la noche a la mañana, no demuestran quienes son, nunca se termina de conocer a alguien en realidad. Mucho menos, nadie cambia solo porque cree estar enamorado.

El amor no es más que una ilusión, un veneno que daña tu cerebro haciéndote creer las más grandes estupideces.

El amor no te cambia, ni te transforma, es un filtro que enceguece tu vista y te aleja de la realidad.

Por eso me he mantenido lejos de todo ese mal rollo, y no es por negarme a lo que soy ni por miedo a los demás. Se perfectamente lo que valgo, lo que quiero y muy poco me importa la opinión de la gente.

Pero tampoco quiero sufrir sin razón, alterar mi estado de ánimo y mis planes por alguien más, alguien que muy posiblemente solo esté en mi vida por un corto periodo de tiempo. ¿Para qué?

Es por ello que siempre escucho la misma pregunta.

¿Cómo puedo criticar el amor si nunca me he enamorado?

 




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