Derritiéndome por ti

9

—Tu boca sabe a gloria —había susurrado a mi oído, para luego llenar mi cuello con más besos.

Luego de eso, me desconecté.

¿Alguna vez se han sentido tan fuera de lugar que su mente solo se fue volando a otro lado? Así estuve yo en ese momento, y después también. ¿De qué otra forma podía reaccionar? Era tan absurdo que prefería creer que fue un extraño sueño.

—¿Pero qué rayos fue eso? —me pregunté con la mirada fija en el techo.

No podía pensar en nada en ese momento, mi mente estaba en blanco y fuera de este planeta. Incluso, no recordaba cómo había llegado hasta mi casa ni como me quité a Marcos de encima. Lo último que estaba en mi cabeza, eran sus manos en mi cintura y su boca comiéndose la mía. Y era dulce, ¿por qué rayos?

¿Cómo salí? No sé. ¿Qué pienso de ello? Tampoco sé. ¿Qué haré? Ni puta idea. O tal vez sí sé que hacer. Corre como el viento, tiro al blanco, ¡Ajua!

—Tierra llamando a Andrés, ¿alguien me copia?

—¡¿Ah?!

—¿Cómo que «ah»? Estabas balbuceando quién sabe qué —reclamaba mi madre—. ¿Desde cuando hablas solo?

—¡Eh! ¿Sabías que es normal hablar solo, y que ayuda a conocerse uno mismo? —dije sin pensar.

Mi madre, aquella mujer bajita y robusta, pero de sonrisa tierna y mirada cariñosa, me observaba en ese momento como si fuese un bicho raro. Y sí, después de decir aquello, ¿quién no lo haría?

—¿Estás bien? ¿Algo que quieras decirme? —indagó preocupada—. No consumes drogas ni estás borracho, ¿verdad?

—Cómo crees, mujer, no pasa nada del otro mundo, ¿por qué? —me sentía nervioso, y al parecer se notaba.

—Emma está esperándote abajo, al parecer se te olvidó que saldrían —dijo con pausas, sin dejar de escrutarme con sus ojos miel.

—No lo olvidé, solo la esperaba —tomé mi chaqueta y salí dándole un beso en la mejilla—. ¡No tardaré!

Salimos lo más rápido posible sin que se notara la extrema urgencia de la situación. Debía espabilarme, estaba siendo demasiado obvio frente a mis padres y estos empezaban a notar cosas. Mismas que también quería entender, pero no con ellos.

Llegamos al parque en completo silencio, me acerqué a la tienda de helados y compré dos. Daba vueltas y vueltas hasta qué, con un manotazo en mi espalda, Emma me sentó a la fuerza y me obligó a hablar.

—Ya, mierda, me mareas dando tanta vuelta —se quejó a viva voz—. Dime de una puta vez que pasó, muy rico el helado y todo, pero ya no seas tan weba. ¡Habla!

Y así, con toda mi ansiedad y su dulzura en el aire, le conté de sopetón el chisme sin dejar detalle suelto.

—Y esta es la parte donde dices que es una broma, ¿verdad? —dijo entre risas, callando al ver mi expresión de espanto—. ¿Me estás jodiendo? Dime que me estás jodiendo.

—Quiero, deseo, ansío poder decirte que sí, pero no lo es por desgracia —contesté con un suspiro de frustración—. Ahora si eres tan amable, ayúdame o mátame.

Lo sopesó por un rato, mientras el nivel del helado bajaba gradualmente hasta terminarse. Estaba delicioso, quería otro, y otro y seguir comiendo hasta ahogarme en él o morir de diabetes, lo que ocurriese primero.

—No te fíes de él —dijo por fin—, nada de lo que diga después de esto puede ser bueno o cierto.

—¿De qué hablas? ¿Acaso crees que después de todo lo que me ha hecho solo tomaré esto como una disculpa y ya? —repliqué con obviedad—. No soy idiota.

—Créeme, he leído mucho para saber por dónde va la cosa, nunca jamás creas en sus miraditas y esos abracitos, ni mucho menos cuando diga que te quiere —añadió con seguridad—. Totalmente cliché.

Solo la miré con el ceño fruncido, traté de leer su mirada a ver qué tanto de locura había en sus palabras. Pero no, está llena de seriedad y seguridad, y eso era preocupante.

—Estas bromeando, ¿no? ¿No es muy wattpad de tu parte sugerir que eso suceda? Estamos hablando de Marcos, por favor —remarqué con obviedad.

—Te besó, en cualquier momento lo dirá, y si te hace bullying supuestamente queriéndote, lo hará toda la vida.

—¡Wow, Wow, Wow! —exclamé—. ¿De qué hablas? Solo debe ser alguna de sus trampas, no te vayas tan lejos. ¿Sí sabes que su amiguito, Edgar, es un homofóbico graduado de estupidez? No serían amigos de ser así, me parece que es de lógica. IdiotaMarcos no es gay, sería una vergüenza para la comunidad.

—Eso no tiene nada que ver, lo digo porque: uno, desde hace ratico ya te miraba raro, creí que era mi imaginación fujoshi haciendo de las suyas, pero no y ya está comprobado. Y dos, Edgar es la misma vaina, me molesta como lo hace contigo, pero aparte de eso me coquetea todo lindo y caballeroso —explicaba con frustración—. Diablos, a veces le creo, tiene ese no sé qué que me… ¡Aish! Es un idiota, lo son ambos.

—Emma Patricia, no me digas que te está gustando ese, por favor —supliqué.

—Quiero decir que no, te lo juro, pero no estamos hablando de mí —se cruzó de brazos ofendida—. Los dos están cortados con la misma tijera, así que no le creas y solo evítalo.




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