Prueba De Fuego

El eco de los pasos resonaba en el almacén mientras Valentina se ponía lentamente de pie. Su cuerpo dolía por los golpes, pero no mostró debilidad. Sus ojos se fijaron en Dante con una mezcla de desafío y rabia contenida.

—Si crees que voy a suplicarte por mi vida, estás perdiendo el tiempo —espetó, cruzándose de brazos.

Dante soltó una carcajada baja y arrastró su lengua por sus dientes antes de responder.

—No quiero que supliques, princesa. Quiero ver si tienes lo necesario para no ser solo otra víctima.

Valentina alzó una ceja.

—¿Y qué se supone que significa eso?

Dante se puso de pie con la calma de alguien que controlaba cada situación en la que se encontraba. Dio unos pasos hacia ella, reduciendo la distancia entre ambos, pero Valentina no retrocedió ni un milímetro.

—Significa que tienes dos opciones: te unes a nosotros o terminas como todas las personas que han intentado desafiarme.

—¿Unirme a una banda de delincuentes? —bufó Valentina—. No me interesa.

Dante ladeó la cabeza, divertido.

—No me interesa lo que te interese. La pregunta es… ¿tienes lo necesario para sobrevivir aquí?

Valentina lo miró con frialdad. No tenía escapatoria. Si intentaba huir, la matarían. Si se negaba a colaborar, la matarían. Si aceptaba, al menos tenía una oportunidad de encontrar una salida.

—¿Y qué tengo que hacer para "sobrevivir aquí"?

Dante chasqueó los dedos y uno de sus hombres se adelantó. Era un tipo alto y fornido, con cicatrices en los nudillos y una sonrisa cruel.

—Solo tienes que durar cinco minutos contra él —dijo Dante con una sonrisa depredadora—. Si lo logras, veré qué hago contigo.

El hombre crujió los nudillos y se acercó con una sonrisa burlona.

—Cinco minutos es demasiado tiempo para alguien como ella —dijo con desprecio.

Valentina sintió una oleada de adrenalina recorrer su cuerpo. Nunca había peleado en su vida, pero no iba a dejar que estos tipos la trataran como si fuera una muñeca de trapo.

—Espero que estés listo para perder el tiempo —dijo ella, con una sonrisa desafiante.

Dante la miró con un brillo de interés en los ojos.

—Entonces, que empiece la diversión.

El Combate

El hombre se lanzó hacia Valentina con un puñetazo directo. Ella logró esquivarlo por puro instinto, sintiendo el aire cortarle la mejilla. No tenía entrenamiento, pero tenía rapidez y determinación.

El tipo volvió a atacar, esta vez con una patada dirigida a su estómago. Valentina apenas logró moverse a tiempo, pero tropezó y cayó de espaldas.

—Demasiado fácil —se burló el hombre.

Valentina apretó los dientes y, en lugar de levantarse de inmediato, usó el impulso para patearle la rodilla con todas sus fuerzas.

El hombre gruñó de dolor y perdió el equilibrio por un segundo. Fue suficiente para que Valentina se pusiera de pie.

Dante observaba con los brazos cruzados, sin intervenir.

—Interesante —murmuró.

El oponente de Valentina estaba furioso ahora. Se lanzó hacia ella con más fuerza, pero Valentina ya había aprendido. Esquivó, se agachó y, cuando vio la oportunidad, le dio un codazo en las costillas con toda su fuerza.

El hombre jadeó y retrocedió un paso.

—Maldita… —gruñó, pero antes de que pudiera reaccionar, Valentina tomó una caja de herramientas de una mesa cercana y la estrelló contra su cabeza.

El hombre cayó al suelo con un golpe seco.

Silencio.

Los demás observaban con sorpresa. Nadie esperaba que la "presa" lograra derribar a uno de los suyos.

Valentina respiraba con dificultad, pero su mirada desafiante seguía fija en Dante.

—¿Cinco minutos? —preguntó con una sonrisa arrogante—. No los necesitaba.

Dante soltó una carcajada, genuinamente entretenido.

—Definitivamente me gustas, princesa.

Valentina lo fulminó con la mirada.

—Deja de llamarme así.

—Lo pensaré —dijo Dante, dándole la espalda—. Bienvenida a tu nueva vida.

Valentina no sabía si había ganado o simplemente se había metido en un problema aún mayor. Pero una cosa era segura: no iba a dejar que nadie la doblegara.

No era una presa.

Era una cazadora.