Desarreglados

Capítulo 1

Recojo mis cosas al terminar mi clase, me cuelgo el bolso al hombro y salgo del aula, se supone que hoy Evan viene a por mí, tiene que dejarme en casa de Isaac, tenemos que finalizar el contrato matrimonial, pura burocracia porque al final él hará lo que quiera y yo tendré que vivir resignada a la vida que me han obligado a tener, es decir, la de una esposa que sabe que su marido le pone los cuernos pero no puede hacer nada.

— Ida. — me giro al escuchar a la única amiga que tengo en la universidad, Vivian. — ¿Vienes con nosotros? — dice señalando a su grupo de amigos de la universidad.

— No, tengo un compromiso. — le sonrío. — Mañana si.

— ¿Sabes? A mi amigo le gustas, es una pena que vayas a casarte. — dice mirando el anillo en mi dedo. Me limito a encogerme de hombros. — Mañana nos vemos, pasátelo bien. — me sonríe antes de irse.

Salgo del edificio y veo el coche deportivo de mi hermano rodeado, como siempre, de chicas. Respiro hondo y con una sonrisa aparto a las chicas y me subo en el lado del copiloto a la espera de que mi hermano ponga en marcha su dichoso coche. Es rápido, al igual que yo sabe que Isaac no es un hombre con mucha paciencia.

— Luego vendrá el chófer a recogerte. — asiento antes de salir de su coche.

Mis zapatillas resuenan en las escaleras mientras las subo, cuento como siempre lo escalones, treinta y seis, es la forma que tengo de calmarme antes de ver a Isaac y supongo que a su padre. El señor Stone siempre está en las reuniones sobre el futuro de nuestro matrimonio, mis padres a pesar de ser los que más ansían este matrimonio están presentes en pocas reuniones.

Las puertas de la mansión se abren antes de que llame, ya me esperaban. Respiro y coloco una sonrisa en mi rostro, como siempre una sonrisa demasiado falsa como para que alguien se la crea pero todo el mundo se la cree. La señora Stone de verdad cree que estoy feliz por tener que casarme con su hijo.

Todavía no tengo veintiuno, dos semanas después de que los cumpla, es decir, en tres semanas, me casaré con un hombre al que no amo sino que más bien me es indiferente, tampoco puedo decir que lo odio por completo. Hemos tenido infinidad de citas y lo único que parece gustarle de mí es mi expresión cuando me enfado, siempre que salimos solos acaba enfadándome de alguna u otra forma pero debo decir que al menos me dejaba ser yo misma que ya es más de lo que me dejan ser en casa.

— El señor Isaac la espera arriba. — me avisa su mayordomo.

Me apresuro a subir las escaleras, es bastante raro que el mayordomo no haya mencionado al señor Stone quizás se le ha olvidado o nos ha dejado decidir los últimos detalles del contrato matrimonial a nosotros.

Entro al despacho viendo a Isaac en su silla de siempre, sus ojos oscuros chocan con los míos y me sonríe. Debo reconocer que me gusta su sonrisa, suele calmarme bastante cuando estoy de los nervios, sus amigos también suelen ayudar a eso.

— Siéntate. — hago lo que me dice. — Nuestros padres no pueden enterarse de esto. — dice antes de dejar una carpeta sobre la mesa. — Leela.

Me tomo mi tiempo en leer y comprender lo que me está dando, es otro contrato, uno secreto. Si nuestros padres leyesen el contrato no estarían nada contentos con nosotros y lo romperían de inmediato.

— Aunque me encantaría aceptarlo, no puedo.

— ¿Por qué?

— Porque en el momento que les diga a mis padres que voy a divorciarme de ti, me repudiaran y no tendré dinero para sostenerme sola.

— ¿Has leído lo último? Tendrás trabajo y yo te daré dinero para que puedas sostenerte sola por al menos cuatro meses. — vuelvo a mirar los papeles.

Su firma ya está en todos los lugares en los que pone su nombre, solo faltaría mi firma. Quiero hacerlo, me está dando la libertad que tanto ansío, solo estaríamos casados un año y después nos separaríamos. Hubiese deseado que en primer lugar no se diese el matrimonio pero eso ya sería pedir mucho, demasiado.

— ¿Tienes un bolígrafo? — él me sonríe antes de asentir y pasarme uno.

— Es lo mejor para ambos.

— Lo sé, gracias por hacer esto. — digo antes de comenzar a firmar todos los papeles.

— ¿Sigues tocando el violín? — pregunta de repente.

— Si. — vuelvo mi vista al nuevo contrato. — ¿Necesitas que hablemos sobre algo más?

— A partir de hoy iré a recogerte a la universidad, tus cosas deben de llegar a la mansión esta semana. — asiento, sabía que pasaría.

— Mañana iré a comer con unos amigos.

— ¿Tienes de eso?

— Por mucho que te sorprenda si. — ruedo los ojos con fastidio.

— Bueno pues iré con vosotros, llevaré a Ethan y Spencer. — asiento, llevarle la contraria no me va a servir de mucho. — Debemos fingir…

— Sé lo que tengo que hacer Isaac, pero no puedo comportarme como queréis. — me levanto sobresaltada. — No puedo ser súper amorosa, contentate con lo que puedo mostrar. — él asiente sin hacerme la contraria. — Nos vemos mañana. — le digo antes de pedirle al chófer que venga a por mí.

Salgo de la casa a paso rápido, no me gusta estar mucho tiempo a solas con Isaac. Sé que no le debo nada en absoluto, es solo mi prometido por contrato pero siento que le fallé, no solo a él sino también a mis padres.

Mi corazón tiene dueño o lo tuvo, no creo que ahora sienta más que odio por él, me enamoré profundamente con dieciséis años y me utilizaron. Creo que Isaac no sabe absolutamente nada sobre aquello, mis padres sin embargo si lo hicieron. Me castigaron, volvieron a racionarme las comidas, aumentaron mis clases de violín para que no pensase en ese bastardo y por seis noches consecutivas me golpearon con la correa.

Lloro en el coche, recordando lo estúpida que fui al fijarme en alguien, ya tenía con quien iba a pasar mi futuro, aunque ahora se ha transformado en un solo año. No hago ruido aunque cualquiera puede saber que he estado llorando por el rojo de mis ojos.




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