Desarreglados

Capítulo 3

Isaac

Espero en el comedor a que Idara baje a desayunar, anoche se fue antes que yo a dormir y no pude hablar con ella antes de que se fuese, había demasiado gente.

Spencer y Ethan no la esperan para desayunar, a veces me pregunto si es que mis amigos no tienen casa propia, siempre que pueden están en la mía. Sé que a Idara no le molesta, ellos le caen bastante mejor que yo, y eso que su prometido soy yo.

Cuando era una adolescente era más complaciente, más callada y reservada, contestaba mucho menos y parecía un cervatillo asustado. Ahora, sigue siendo igual de callada y reserva pero tiene más carácter, dice más lo que quiere y no se deja pisar tanto. Y ya no parece estar enferma, antes su delgadez era extremadamente preocupante, pensaba que si la abrazaba o la tocaba un poco más fuerte de lo normal se iba a romper.

— ¿Todavía no baja?

— Spencer, es fin de semana, deja a la chica dormir. — Ethan rueda los ojos.

Sigo un poco molesto con Ethan, su “novia” no tendría que haberle hablado de esa forma a Idara, tiene que respetarla no solo como mi futura esposa sino porque ella merece que la respeten. Los malos de la historia de Idara son sus padres, ellos son quienes la obligan al igual que hacen mis padres conmigo.

Al principio, cuando entendí lo que significado matrimonio arreglado, me enfadé no solo con mis padres sino también con los suyos y con ella. Con el tiempo, teniendo citas, hablando, me di cuenta de que Idara no era mi enemiga y que odiaba más que yo la idea de matrimonio arreglado. Lo odia de una forma que aunque es sutil siempre que le mencionan el matrimonio se tensa.

Como todos, muchas veces no me daba cuenta de esa tensión o de esa pequeña mirada de desesperación, pero después de verla por más de siete años, después de estar siempre sentado enfrente de ella en las cenas mensuales que tenían nuestras familias, pude notar esos pequeños cambios. Son casi imperceptibles, la mirada de Idara parece estar siempre perdida, pero puedo ver esos cambios cuando ocurren.

— Buenos días.

Su cabello anaranjado se encuentra medio despeinado pero no parece importarle mucho mientras que se lo recoge en una perfecta cola de caballo. No sé de quien sacó su cabello pelirojo, sus padres son ambos castaños.

Idara es hermosa a su forma, sus ojos verde oliva y las pecas que tiene en sus mejillas le dan un toque peculiar, aunque por lo general tapa las pecas con maquillaje. Una vez escuché a su madre decir que eran imperfecciones en su piel, herencia de su abuela paterna, y que debía de taparlas sino nadie la encontraría atractiva, que a mi no me gustaría.

— ¿Dormiste bien, bella durmiente? — le sonríe Ethan.

— Bastante bien, ¿Y tú Pepito grillo? — aguanto la risa por el apodo y la cara de Ethan.

— Oye, ¿en que me parezco yo al personaje de Pinocho?

— No sé, fue el primer personaje que se me vino a la mente al verte desayunar. — dice antes de tomar asiento. — Gracias. — dice cuando le dejan su desayuno en la mesa.

Idara no me mira, se centra en su comida, la mira con una pequeña mueca y se come la mitad del plato. Me contento con eso, sé que hace un par de años eso hubiese sido un milagro, espero que estando aquí coma un poco más.

Idara me da pena, siento mucha lástima por ella. A pesar de saber que estaba comprometida con ella, pude hacer lo que quise, viví una buena infancia y adolescencia, me dejaron libertad sabiendo que cuando ella cumpliese dieciocho mi libertad menguaría. Ella sin embargo no ha sido libre jamás, siempre la han controlado y han querido que sea la mejor esposa para mí. Fue bastante sorprendente que la dejasen ir a la universidad, pensé que se lo negarían porque su único propósito era ser mi esposa.

— No me respondiste, ¿dormiste bien? — dice ella mirando a Ethan.

— Las camas de esta mansión son muy cómodas. — ella asiente.

— Señorita, sus pastillas. — interrumpe una señora de servicio.

— Gracias. — dice antes de que la mujer se retire.

Idara se toma tres pastillas de golpe y luego bebe agua. Se queda un par de minutos con los ojos cerrados y luego vuelve a abrirlos.

— ¿Para qué son las pastillas?

— Anemia. — dice mirándome por primera vez. — Tengo que ir a mi última prueba de vestuario para la boda, nos vemos. — dice antes de levantarse y volver a desaparecer.

Me quedo mirando el lugar por el que se ha ido para después volver a mi propio desayuno y terminar. Spencer, Ethan y yo también tenemos que ir a la última prueba de vestuario, espero que nuestros trajes están ya listos. Mis amigos serán mis padrinos y Idara dijo que no quería damas de honor así que su padre la dejará en el altar y no habrá nadie a su lado.

Viendo lo que vi el otro día cuando salimos con sus “amigos” entiendo que no quiera y que de hecho solo haya invitado a una de sus amigas. Una de las chicas parecía tenerle mucha envidia, las otras eran bastante indiferentes, y los chicos igual. Idara parecía una estatua, no hablaba ni interactuaba con nadie.

— Terminen rápido de comer. — digo antes de levantarme de la silla.

Cuando paso por la recepción Idara está saliendo por la puerta de la casa, ella ni se da cuenta de mi presencia y sale, seguramente haya venido mi madre a por ella porque yo no tengo chófer que la lleve y la traiga de todos los sitios que quiere o a los que está obligada a ir.

— No le hagas daño. — dice Spencer. — Sabemos que ella no es tú tipo y que estás a obligado a esto pero no le hagas daño Isaac.

— Me cae bien, es simpática. — dice Ethan a su lado. — Es adorable, a su manera lo es. — sonríe. — Le tengo aprecio, intenta no ser un gilipollas.

— No pretendo serlo.

Ellos saben de nuestro matrimonio forzado, no saben del contrato que firmamos hace una semana y por el que nuestro matrimonio acabará al concluir su primer año. Sé que ella no va a querer alargarlo y yo no voy a retenerla.




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