Descifrando a Mr. Phoenix (en Edición)

Capítulo 0100 - El Recuerdo

—Así es. Pero un padre se va más tranquilo si está con la certeza de que su hijo se encuentra bien y en buenas manos—señaló William—. Entiendo que usted tendrá más conocimiento de qué es lo que yo hubiera deseado.

—Usted, que conserva un pedacito de su consciencia, dígame entonces, ¿qué quiere William? —cuestioné al holograma, hablándole como si fuera algún hombre cualquiera. Sujetaba el bolígrafo y lo movía entre mis dedos ante la mirada del joven Phoenix quien decidió intervenir antes de que la simulación me brindara una respuesta.

—Puede resultar abrumador —señaló Evan, antes de brindarme otros papeles, los que arrastra por la mesa hasta mí—, tantas emociones distintas en tan poco tiempo. Bien podría firmar durante el día de hoy, o podría tomarse la tarde y consultarlo con la almohada.

—Tengo que pensar las cosas, consultarlas con alguien, con algún abogado tal vez —señalé. No podía tomar una decisión como esa a la ligera. Y trataba de reafirmarlo en mis pensamientos mientras observaba el contrato reposando sobre el escritorio, esperando por ser firmado.

—Cualquier pregunta legal puede hacérmela y se la responderé sin ningún problema —ofreció—. Pero es pertinente conservar la confidencialidad, así que lo mejor es no meter a un tercero en esto.

—¿Es usted abogado?

—No, pero sé leer —respondió, tan ‘amable' como siempre.

Tras un suspiro he tomado los otros papeles para darle una mirada de reojo, cosa que me ha dejado tiesa.

—¿Cómo voy a aceptar esto? ¿Pretende dejarme parte de la empresa, ¿pero cómo? —Apenas he podido sostener el papel, no podía creerlo—. Pero, ¿cómo rayos William llegó a tomar estas decisiones?

—William ya sufría de un padecimiento cardiovascular, quería dejar todo listo y vio en ti aquella persona de confianza que tanto buscaba —explicó su viva imagen holográfica, haciendo que se me encogiera el corazón. No sabía que el señor me tuviera tanta estima. Es decir, sabía que me apreciaba, pero no tanto como para ponerme a la par con su hijo.

—No, no puedo... —dije en voz muy baja, tan confundida y asustada— ¿Por qué a mí? Yo no sé nada de cómo liderar. No soy buena en números ni en relaciones públicas, no puedo ser de utilidad a Talos Tech, no de esta forma. —Busqué en la mirada del joven Phoenix una respuesta. Él simplemente cruzó los brazos y me observó en silencio, esperando—. Esto le debería tocar a usted —dije a Evan.

—No es mi voluntad, es la de él.

—A eso me refería con que la empresa necesita un corazón, y es el suyo, señorita Glitch —intervino el holograma. Phoenix sin decir nada me pasó un tercer contrato.

—Y esto, ¿qué me quieren dar ahora? —pregunté.

—La cláusula de confidencialidad, nada particular —señaló, sin lucir particularmente molesto porque me quedaría con la mitad de sus cosas—. Es un documento bastante corto, sería ideal si lo completara ahora.

—Señorita, confío en que tomará la decisión correcta —dijo la versión holográfica de William, antes de que la imagen comenzara a fallar.

—Espere —rogué e impulsé la silla hasta él. Aquella simulación de lo que fue aquel hombre que tanto admiraba me observó en todo momento, haciéndome sentir que él estaba allí conmigo—. ¿Podré hablar contigo de nuevo?

—Señorita. —Podía jurar que le hablaba a otro ser humano, al hombre que quise como a un padre. Sus gestos, sus movimientos eran los mismos, encerrados en una simulación. La ilusión visual frente a mí adoptó un sentimiento lúgubre en la mirada, como si guardara sentimientos consigo—. No le mentiré, firmar esos documentos será la apertura de una nueva vida. Será un nuevo comienzo, de comodidades tal vez, pero también de algo mucho más grande. Quizás no será del todo fácil, pero esta parte que queda de mí, estará a su disposición —concluyó, inclinándose hacia el frente con una reverencia, justo antes de que comenzara a fallar.

—¿A qué se refiere con que no será fácil? ¿A qué se refiere con que es algo grande? —indagué, pero el tiempo no fue suficiente, ya que la simulación se desvaneció frente a mis ojos.

Evan caminó hasta el panel de control y lo golpeó unas cuantas veces.

—Quedará repararlo —musitó—. El panel de control aparenta haberse sobrecalentado, lo inspeccionaré, luego —concluyó—. Ahora cuénteme, ¿ha tomado una decisión?

—No, es demasiado para un solo día.

—Consúltelo con la almohada entonces —ofreció.

 

* * * * * * 

 

Tras leer y releer, firmé el contrato de confidencialidad. Completar dicho documento trajo muchas dudas que inmediatamente quise consultarlas de vuelta al automóvil. Mi móvil se encontraba repleto de mensajes a los que no me atreví a responder sin consultarlo antes.

—Necesito saber qué puedo decir y qué no —pregunté preocupada, pues quizás había hablado más de la cuenta—. Le hablé a mis amigos y les dije que estaba con usted, preguntarán qué pasó.

—Entiendo, son sus amigos, pero no veo la necesidad de contarle lo que hace a terceros. ¿Algo le obliga a contarles algo de lo que vio hoy?

—Es decir, yo… —Suspiré, recordando lo que la memoria de William me había confesado, Evan tiene una capacidad mental distinta—. Ellos están preguntando mucho, ya que no sabemos que pasará con la empresa.




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