Descifrando a Mr. Phoenix (en Edición)

Capítulo 0110 - El preocupado señor Phoenix

—Venga, entre —dijo mi madre insistente. Antes de atravesar la puerta el señor Phoenix detuvo el paso y observó su reloj. 

—Claro, no hay problema, pero comprenda que será algo rápido, pues tengo algo de prisa —advirtió—, aun así, ¿me invita a pasar? 

—Por supuesto —respondió ella con amabilidad, ambos entraron y yo les seguí. 

 

༺ ༻

 

Tras mi madre haber llevado los platos uno por uno, con dificultad y con un temblequeo exagerado, el caballero nos acompañó a cenar. 

El señor Phoenix no se molestaba en ocultar su malestar al ver la comida que mamá le había servido. Con su tenedor movía el pedazo de carne con desprecio, aislándolo y comiendo solo los vegetales, casi como si estos fueran a lastimarlo. También, de vez en cuando observaba su reloj. 

Deseaba con todas mis fuerzas decirle que si no deseaba comer que arrancara y se fuera sin más. Pero a mamá no parecía importarle, puesto a que se concentró más en abordarlo con preguntas mientras ella comía desde el otro extremo de la mesa. 

—Cuénteme, ¿ahora se quedará a cargo de la empresa? —indagó con una sonrisa nerviosa, a lo que él respondió de la misma forma, como si imitase los gestos de mi madre:

—Así es, señora —dijo con amabilidad, con una expresión un tanto extraña.

—¿Cuántos años tiene? 

—¿Le parezco demasiado joven para llenar los zapatos de William? —Evadió la pregunta con otra, provocando un leve sonrojo en mamá. Evan no pareció notar eso, pues con indiferencia regresó a observar su reloj. 

—No, para nada. Si es hijo de William, sé que lo hará bien —respondió con las muelas de atrás. Actuaba tan extraña que no dejaba de confundirme con su actitud tan errática. 

—Así será —dijo sin miedo a sonar pretencioso. Y tras su comentario, aquel pequeño espacio adoptó un aura extraña. 

Evan continuaba con su particular ritual de separar los alimentos, a mamá le temblaban las manos al llevarse la comida a la boca. 

—Dígame, ¿por casualidad tiene hermanos? —continuó con sus preguntas. 

Evan se tornó muy pensativo. 

—No —dijo tras unos segundos que por un momento parecieron eternos. 

Un ruido fuerte se escuchó al momento en que los cubiertos se zafaron de las manos de mi madre y mientras uno chocó contra el plato, el otro terminó en el suelo. 

—Pero permítame preguntar, ¿cuál es el motivo de tanta pregunta? —Phoenix entornó los ojos en dirección a mi madre—. Noto en usted una necesidad de querer indagar demasiado sobre mi vida, ¿por qué? —Pausó y llevó unas hojas de lechuga a su boca—. Lamento decirle que en caso de que ande buscando con desesperación una pareja para Rebecca se ha equivocado de hombre. Aun así, comprendo su preocupación. 

Casi llegué a atragantarme con mi último bocado ante aquel comentario fuera de lugar. Mis mejillas se calentaron y observé a mamá, quien se quedó boquiabierta por el comentario. 

—¡Por Dios, no! —protesté. 

—Solo intento conocerle un poco mejor, justo como lo hacía con William —Mamá sonrió nerviosa—. Muchas veces su padre venía a cenar y yo lo llenaba de preguntas.  —Ella bajó la mirada y se concentró en la comida—. Creo que era la costumbre. 

—No se preocupe, solo me pareció curioso. —comentó—.  Igual, comprendería su interés en no dejarla sola. Con la edad, es lógico que comience a pesarle su cuidado.  

—¡No jamás! —Los ojos de mi madre se agrandaron. 

—No he dicho que sea su intención, pero le debe preocupar la ley de la vida. Posiblemente usted morirá antes que la señorita. 

—Voy a buscar el postre —El rostro de mamá se arrugó por completo, como si algo muy dentro de ella se hubiese roto. Seguido, se puso de pie, y caminó hasta la cocina.  

Por otro lado, Evan fijó su vista hacia mí. 

—Señorita… 

—Diga —respondí a secas. Preferí no hablar mucho para no decir algo de lo que eventualmente fuera a arrepentirme. 




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