Capítulo 1000 - El entrometido señor Phoenix

El señor Phoenix definitivamente se había vuelto loco. Y no tardó mucho para que el señor Morris terminase pegado a mi escritorio reclamando como si todo aquello fuera mi culpa. 

—¡Necesito hablar con ese loco, ahora! —gritó como un animal rabioso. 

—Yo iré a hablar con él —abogué—, debe haber alguna explicación lógica. —Intenté calmarlo. 

—Lo siento, Becca —intervino Esteban, sonrojado—, ¡pero no hay nada lógico en que ese hombre me haya echado por mascar un chicle cerca de las computadoras! 

—A Michael lo ha despedido por correo electrónico, y ¿sabes por qué? ¡Por usar las computadoras en su hora de almuerzo! —explicó—. ¡Y esto no lo podemos permitir! 

—Cálmense, yo hablaré con él —hice un gesto con las manos, tratando de apaciguarlos a ambos y de tranquilizarme yo también de paso—. Confíen en mí. 

—¿Para qué?, ¿acaso quieres que también te echen? No lo olvides que eres una empleada más. —Duncan negó con la cabeza. 

—Si me despide, abogas por mí, pero por ahora te pido que confíes y me dejes a mí hablar con él —rogué observando a ambos hombres, quienes tras pensarlo un poco asintieron. 

—No puedo decirte que no, lo sabes —respondió Duncan. 

—Suerte allá adentro, Becca. 

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Tan pronto salió otra persona de la oficina, tan triste como los demás, decidí entrar sin anunciarme. 

—¿Qué usted está haciendo? —solté, subiendo la voz, olvidando por completo con quién me encontraba hablando. 

El señor Phoenix al escucharme, no se inmutó en mirarme. Sino que se quedó muy tranquilo observando su pad de datos. 

—Señorita Glitch, he estado observando el reglamento y me he percatado que de una forma u otra casi todos los empleados lo violentan —señaló con curiosidad—. ¿Cómo William pudo dejar pasar algo así? 

—¡No puede estar hablando en serio…! —protesté e impulsé la silla más cerca de su escritorio—. ¿Usted no se ha dado cuenta de lo que está haciendo? ¡Está despidiendo empleados de manera masiva sin razón alguna! 

—Están quebrantando el reglamento, está todo escrito muy claramente aquí.—Estiró la mano e intentó entregarme el pad—. Si usted sabe leer puede verlo y me dará la razón. 

—¡Por el amor de Dios! A la mierda con lo que diga el reglamento —espeté—. Has despedido a uno de los empleados con más tiempo aquí solo por mascar chicle. Pero, ¿qué usted se cree? ¡No señor, no seguimos en la escuela! El reglamento existe para mantener un control, no para buscar excusas para deshacerse de los demás. 

—Las reglas, son reglas. Dejarles pasar aunque sea una sola violación al reglamento lo considero como un error.

—¿Por? No comprendo. Es decir, es normal que en algún momento alguien cometa un error y, ¿esa es su solución, echarlos a todos? —reclamé—. Perdóname que se lo diga de esta forma, pero si esta será su manera de trabajar aquí,  se lo aseguro, la empresa no durará mucho. 

Evan frunció el entrecejo y finalmente dejó de observar los papeles para darme la cara.

—Las personas reciben un sueldo para que hagan su trabajo correctamente y sin errores —comentó—. Violentar el código de vestimenta no es un error, es una decisión deliberada, al igual que masticar un chicle, ausentarse sin motivos, o usar las computadoras para asuntos ajenos al trabajo. Las reglas existen por algo, no para ser quebrantadas por capricho. —Fue meticuloso en su explicación, haciendo que la sangre me hirviera aún más—. Si el ambiente de trabajo carece de disciplina, la empresa no funcionará correctamente.

—¿Sabe cómo no van a funcionar las cosas aquí? Si su actitud sigue siendo esa. ¡Vamos, échelos a todos! ¡Siga siendo así de odioso! —subí el tono de voz y no tuve miedo de golpear la mesa con la palma de la mano—,y verá cómo la empresa se le va de las manos. No son unos pocos despidos, está echando gente en masa. ¿Qué cree que pensaran los inversionistas? ¡Qué estamos quebrados!

—Señorita Glitch —interrumpió descaradamente—, Si quisiera, ahora mismo podría echarla, lo sabe, ¿cierto? —señaló, mirando de nuevo el documento de reglas—. Está haciendo ruidos innecesarios.