Capítulo 1010 - La lista del señor Phoenix

Esa noche estaba dispuesta a darle una oportunidad a quien evité por mucho tiempo. Tenía pensado dejar que las cosas simplemente se dieran, pero lo último que esperaba era esto.

 Duncan se había marchado y no sabía si había sido por lo dicho o por la interrupción de Phoenix. Pero la pregunta primordial era saber, ¿cómo pasó esto?

—¿Cómo supo que estaba aquí? —pregunté—. ¡No puede llegar así como si nada e intervenir en la vida privada de los demás! 

—¿Por qué no? Tengo entendido que este restaurante es un lugar público.

—¡Lo sé, pero no puede meterse en mis asuntos privados! —reclamé.

—Usted me dijo que conociera a mis empleados, así que solo sigo un consejo que me ha dado —respondió, como si no comprendiera las repercusiones de lo que había hecho. 

Repetí una y mil veces en mi cabeza que necesitaba ser más comprensiva con él, debido a las instrucciones de lo que quedaba de William. Pero no era fácil y tampoco sabía cuánto me duraría la paciencia. 

—Supongo que tiene razón, pero hay momentos para hacerlo. Es decir... —pausé buscando la forma de parafrasear las cosas y no sonar muy mal—, nosotros estábamos en una cena personal, no de trabajo, como amigos más bien —aclaré. 

—Comprenda algo, señorita Glitch —dijo, poniéndose muy derecho, preparándose para recibir al mesero que llegaba con la cena—. Las relaciones de pareja no son recomendables en el ambiente laboral y juzgando su apariencia me atrevería a decir que esto no era solo una cena amistosa.  

—Escuche, nosotros no… —Sentí la necesidad de dar una explicación, pero justo en ese momento el mesero se acercó, quien observó a Phoenix con curiosidad. 

—Sé lo que está pensando pero nuestro amigo tuvo que salir —dije con una sonrisa. Mientras, el señor Phoenix fue capaz de también sonreirle, quien un tanto confundido nos entregó los platos, sirvió más vino y se marchó. 

Los ojos de Phoenix de inmediato se posaron sobre su cena. No la observaba de buena manera, lo hacía con asco, aunque el plato no se veía mal. 

—¿No le gusta la pasta? 

—Ciertamente es un plato peculiar, pero...

—Oiga, y ¿qué tal si nos intercambiamos el plato? —pregunté, estirando el brazo para sujetarlo. Pero Evan negó con la cabeza. 

—La pasta no es lo más adecuado para una dama en sobrepeso como usted —Phoenix dijo con sinceridad y sin llevar el tenedor a su boca, solo se encargó de mover la comida. 

—Vamos, intercambiemos —insistí al tiempo que tomé mi ensalada de pescado y la acerque hacia él, mientras intentaba ignorar sus comentarios. 

—La excesiva cantidad de carbohidratos en un plato como este no le viene bien, señorita Glitch. Me preocupo por su salud —comentó tan serio que casi parecía genuinamente interesado. 

—Creo que no debería preocuparse mucho. También apreciaría que no continúe con el asunto del sobrepeso, por favor deje de llamarme gorda —dije tras tomar un poco de valentía.

—Nunca he utilizado el término gorda para referirme a usted, pero según el índice de masa muscular, de acuerdo a su estatura y a su peso, usted...

—De acuerdo, sí, sé lo que es el sobrepeso —interrumpí—, pero un desarreglo de un día no me va a matar. Sin embargo, la última vez que lo vi mirando así la comida casi se muere en mi casa, así que por favor, cambiemos de plato. 

—¿Tanto desea intercambiar su comida con la mía? —preguntó y casi sonó como si me pidiese permiso. 

—Por favor. 

Sin protestar, aceptó hacerlo y luego de aquella pequeña discusión comenzamos a comer.  

—Ahora dígame, ¿cómo supo que estaba aquí?

—Fui a su casa y su madre me comentó que se encontraba con el señor Morris. Luego encontrarlo no fue muy difícil, ya que él es de esas personas que comparte todo en sus perfiles —explicó y manejó su reloj de muñeca para presentarme una imagen del último estado de Duncan donde marcaba su localización. 

—Oh vaya.—Enarqué las cejas y probé la cena que comenzaba a enfriarse—. Ahora bien, cuénteme, ¿por qué me buscaba?