Podía jurar que el señor Phoenix no había dormido mucho.
Tras acostarme tardísimo, aun así desperté muy temprano gracias al timbre del teléfono. Donde él, en un mensaje, me informó que ya se había ido.
PHOENIX
Luego de tantos días, el funeral de William es hoy. Me vi en la necesidad de salir temprano para concluir con los preparativos. Sería beneficioso para mí contar con su presencia en el funeral. Entiendo que es preferible no estar solo. De paso me disculpo, en caso de que la haya ofendido anoche.
Despedir a William era como revivir mi juventud y enfrentar la muerte de mi padre una vez más. Mis compañeros de trabajo lo sabían y es por eso que me habían llenado el teléfono de mensajes.
ANA
¿Alguien sabe algo de @Becca?
HELENA
Luego de su improvisada cita, nada.
ESTEBAN
@Becca @Becca
MICHAEL
Ella estaba con Duncan anoche, ¿cómo terminó con el vampiro?
HELENA
Yo me pregunto lo mismo, pero no me da pinta de vampiro. Yo digo que es un robot. ¿No han visto lo frío que es?
ANA
Por eso digo que es un extraterrestre.
ESTEBAN
Yo digo que es un reptiliano. Piénsenlo bien, ahora es un tipo poderoso y no sabemos nada de él. Parece muy centrado, demasiado para prestarnos atención. Zuckerberg, Jobs, Bezos, todos son reptilianos.
MICHAEL
¿Lo han visto de día fuera de la oficina? ¿Por qué llega demasiado temprano? Reafirmo, es un vampiro.
BECCA
Hablan de un hombre que hoy va a despedir a su padre. No creo que sea un día sencillo para él. Tengan un poquito de más respeto. Los espero allá.
Y aunque todos los demás se mantuvieron en una conversación muy activa, decidí ignorarlos ya que tenía mucho por hacer. El día prometía ser largo y me estaba preparando para eso.
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El clima se había apaciguado pero la lluvia no había cesado. Por ende era particularmente difícil para mí moverme bajo ella.
El señor Phoenix había dejado a un caballero, un hombre alto, de rostro juvenil pero severo para que sirviera como mi asistente.
Era particularmente extraño tener que impulsar la silla mientras el hombre iba a mi lado con su brazo estirado con el único afán de protegerme de la lluvia mientras él se empapaba. Junto a nosotros también iba mi madre, cargando con su propio paraguas.
Más incómodo aún fue notar la mirada de todos los compañeros de trabajo al vernos llegar. Sabían que William era como un padre para mí y que mi reacción no sería la mejor. Así fue, al ver a un grupo de hombres, entre ellos Duncan y Evan cargar con el féretro hasta una plataforma sentí como me rompía el corazón en pedazos y empecé a llorar. La reacción de mi madre fue muy parecida.
Un grupo de personas se formó en círculo rodeando lo que quedaba del señor William. En medio de lágrimas, nos adentramos a la muchedumbre. Inmediatamente di con unas cuantas caras conocidas, entre ellos mi grupo de amigos, y junto a ellos también se colocó Morris, quien me devolvió la mirada antes de salir del círculo y marcharse.
Un sacerdote hacía lo propio en esta clase de situaciones. Mientras tanto observé el semblante de Phoenix hijo, quien lucía indiferente, como si el que estuviera en aquella caja no fuera su sangre.
La palabra de Dios que tanto servía como sustento para aquellos que sufríamos su pérdida se tornó muda al notar que el hijo de William no despegaba su vista de mí. Hasta llorar me pareció incómodo ante aquellos ojos que me observaron con curiosidad.
Cuando el sacerdote concluyó, se hizo lo propio y algunos cuantos compañeros y amigos dieron su paso al frente, cada uno, para decir unas palabras. Hasta que de manera inevitable todos se fijaron en mí.
—William… No sé cómo empezar. —Pausé, aclaré la garganta—. Cuando mi papá murió, fue el mismo día en que te conocí. Yo estaba destruida, sin embargo, apareciste con las palabras necesarias para darme fuerzas. —Callé para secar mis lágrimas—. Desde ese día has estado conmigo, con tus consejos, con tu sabiduría y podría decir que aún te siento aquí. Siento que aún me cuidas.—Me detuve de nuevo, y noté que Phoenix me observaba de manera distinta a los demás—. No puedo creer que te hayas ido. —Mi voz se quebró por completo. Sentía un nudo que no me dejaba continuar.