Descifrando a Mr. Phoenix (en Edición)

Capitulo 10100 - El confundido Evan Phoenix

Los sentimientos son algo extraño. Cuando comienzas a experimentarlos por alguien más te aterran y te debilitan.  

En especial, cuando pretendes lanzarte y tomar el riesgo es cuando más vulnerable te vuelves. 

Pero, ¿qué tal si cuando decides abrirte y todo parece perfecto, se desprenden de ti sin más? 

Regresar a la mansión fue toda una odisea. Luego de haber pasado largo rato arrastrándome, fue gracias a la ayuda de una pareja, que casualmente caminaba por la orilla, que pude regresar a la silla y con eso al auto. 

Había llorado por el camino, no solo por aquel peculiar desplante, sino porque aunque estaba molesta era lo suficientemente estúpida como para seguir preocupada por el señor Phoenix. 

Observé por la ventana en todo momento, pero no había rastro de él, aunque no sabía si quería verlo o no. 

Ya en su casa solo fui recibida por un fuerte aguacero acompañado por un impetuoso viento que hacía de mi llegada una mucho más dramática. Tanto que al notarme, mamá corrió hasta mí. 

—Cariño, ¿estás bien? —preguntó de cuclillas frente a mí y despejando mi rostro al mover mi cabello hacia atrás. 

—Sí, sí —respondí con desánimo—. No olvides que nos vamos mañana —anuncié y presioné la palanca para alejarme de ella, pero ella me siguió. 

—¿Estás bien? ¿qué pasa? Pensé que él te convencería para quedarte. 

—Pues me convenció para irme más rápido de aquí —refuté. 

—¿Por qué tienes que dejar algo que por derecho también es tuyo? —preguntó—. No soy tonta, algo te hizo ese muchacho, estuviste llorando, ¿verdad? Y, ¿dónde está él?

Pensé en desahogarme con mamá, pero tampoco deseaba que lo viera con malos ojos. Evan era Evan, tan extraño e incomprensible. 

—No lo sé, mamá —dije y presioné la palanca de nuevo. 

—Sé que eres adulta y lo que pase entre ustedes es privado, pero si te hizo llorar, si hizo algo que te hiciera sentir mal, no huyas de él tan rápido. Demuestra que eres una mujer fuerte —concluyó.

—Sé que estás cómoda en esta casa y es por eso que no quieres irte —agregué y con eso aceleré bastante. Ella no indagó más, pues sabía que yo tenía razón, así que me dejó ir hasta la habitación. 

Cuando las puertas de la habitación se abrieron, fue una sorpresa encontrar a Rosemary simplemente parada allí, esperando por mí. 

—¿Qué hace aquí? —pregunté con extrañeza debido a la hora del día. Me parecía raro que aún la mujer estuviera haciendo tareas de limpieza. 

—Solo organizaba su habitación para que cuando llegara se sintiera a gusto —dijo con amabilidad y con la amplia sonrisa que era característica de ella. 

—¿Evan se lo pidió? —pregunté al deslizar la silla hasta el centro de la habitación. 

—Lo había pedido en la mañana. De hecho, me pareció que llegó demasiado temprano. Según el señor llegarían alrededor de las diez de la noche. ¿Ha ocurrido algo? 

—Creo que los planes cambiaron. 

—¿Le sucedió algo?

—Eso me pregunto —suspiré y me pregunté si podía tener la confianza de hablar con ella de lo ocurrido. 

—¿Él se encuentra bien? —insistió, sonando un tanto preocupada. 

—No lo sé. Verás, él actuó muy extraño. Pasaron cosas y él simplemente huyó de mí. 

El entrecejo de la mujer se arrugó ligeramente. Fue extraño mirarla, pues poco a poco me comenzaba a parecer distinta, menos parecida a mamá que cuando la vi por primera vez. Pero aquellos rasgos que me seguían recordando a ella me hicieron tener confianza y por impulso hablé. 

Ella me escuchó en todo momento, mientras me ayudaba a llegar al baño y más tarde a vestirme. 

—Y ¿qué piensas de todo esto? 

—No estoy en posición de responder eso —dijo, sonrió y secó las manos sobre su ropa—. Recuerde, Rebecca, yo solo soy una herramienta más aquí. Pero si quiere que le diga algo, mi recomendación es que tenga paciencia con él. No tiene que irse de un lugar que es suyo. Además que podrían apoyarse el uno del otro. 

—Comprendo, pero entonces, ¿por qué alejarse? No le importó dejarme allí, eso no es normal. 

—¿Y le sorprende? —La mujer arqueó sus cejas—. De ahí surgió la preocupación de William. Usted lo sabe, muchacha, Evan es distinto.  Es normal que algunas veces lo olvide, pero trate de recordar algo: no todos los impedimentos son físicos. 

Con esas palabras Rosemary agarró sus cosas y salió de la habitación. 

Nuestra conversación me llevó a pensar en que quizás yo era egoísta y pensaba solo en lo que yo sentía pero no en lo que podía estar pasando en su cabeza. 

 

*****

 

No dejaba de llover, y no podía pegar ojo al pensar en dónde podría estar el señor Phoenix. Ya pasaba la media noche y no había dado señales de vida.




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