Descifrando a Mr. Phoenix (en Edición)

Capítulo 10110 - El celoso señor Phoenix

A esa hora del día el sol apenas entraba por las inmensas ventanas de cristal de mi oficina y a pesar de tener la temperatura en una bastante fría, era inevitable para mí no sentir una sensación de calor tremenda.

El señor Phoenix no parecía muy alegre, pero tampoco es que demostrara mucha emoción.

Con desdén, él siguió de largo en dirección nuestra, agarró una silla, la colocó y tomó asiento al lado de Duncan, tan cerca de él que era incómodo.

—Supuse que estaría por acá —dijo muy tranquilo sin quitarle la vista de encima en ningún momento y apoyando una de sus manos sobre la mesa—. Tras escuchar su excusa de necesitar un baño, y al ver que pasaban los minutos y no regresaba, supuse unas cuantas cosas. Primeramente presumí que su situación se había tornado seria en el baño, pero al llegar aquí compruebo que efectivamente lo suyo no era diarrea, y que mi otra conjetura era la correcta, había mentido.

Duncan mordió su labio inferior y un rubor intenso abordó su rostro.

—¿Qué pasó con la junta? —intervine, buscando relajar un poco el asunto.

—Sí, verdad, ¿qué pasó?—preguntó Duncan entre dientes, evitando mirar a Phoenix, concentrándose solo en mí.

—La concluí —respondió cortante—. No era conveniente continuar sin más de la mitad de los directivos en ella. —Y me obsequió una corta mirada, pero busqué evitarlo al mirar a Duncan quien negaba con la cabeza.

—¿Sabes lo cabreados que han de estar los demás? ¡Esa junta no duró nada! —El señor Morris sonaba decepcionado, pero con toda razón.

—Estarán molestos con usted —refutó—. Yo no me fui de la reunión.

—Pero fue quien la canceló, cuando ya las decisiones más importantes se habían tomado, muy bien podía seguir hasta que yo volviera.

—Toda decisión, por más pequeña es importante —refutó Phoenix. 

—Ay, por favor. —Duncan rodó los ojos y remojó los labios con su lengua—. Todo estaba dicho, además buscaba persuadir a Becca para que regresara conmigo.

La comisura de los labios del señor Phoenix se movió al este esbozar una ligera sonrisa incrédula.

—¿De verdad tenía planificado regresar? —preguntó—. Lo que noté al entrar daba a entender que no tenía planes de irse de aquí. —Sonaba distinto, ajeno a él—. Inclusive, parecen sorprendidos de verme acá.

—Bueno, entró sin aviso. Es normal sorprenderse, ¿no cree? —intervine, mientras hacía el intento de mantenerme fuerte frente a él, algo que se me hacía casi imposible, pues hasta me temblaba la voz.

—No, no creo que fuera razón para exaltarse, a menos que tuviera pensado hacer algo más —dijo con un tono un tanto agresivo, y me pregunté a qué rayos se refería con eso.

—Estaba explicándole a Becca cómo funciona todo acá. —Duncan agarró su pluma y jugó con ella entre sus dedos, como si resbalara por sus manos—. Estaba un poco acongojada por eso, no comprendía mucho y decidí ayudarla.

—No comprendo cómo un intercambio verbal sobre asuntos laborales termina en contacto físico.

Evan respondía a cada cosa a su manera, cortante pero con un semblante muy relajado y hablaba pausado y de forma sutil, mientras Duncan estaba por otro lado a punto de perder la paciencia con él.

—Oye, ¿pero qué pasa contigo? —El señor Morris subió el tono de voz—. ¿No ve que no es el mejor momento para molestar a Becca?

—Su nombre es Rebecca —agregó—. Tampoco es el momento de aprovecharse de su estado emocional para sacar alguna ventaja personal.

—Señor Phoenix, por favor… —suspiré.

Era incómodo estar entre ellos, que como chiquillos uno le respondía y el otro discutía. Así que lo mejor era echarlos o huir de ellos, y eso me dio una buena idea, mensajear a Esteban.

BECCA 

¡Ven para la oficina ahora, sálvame!

ESTEBAN

 No comprendo ¿estás bien?

BECCA

 Ven ahora, cuando veas el show ya me entenderás

ESTEBAN

 Voy de inmediato.

 




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