Descifrando a Mr. Phoenix (en Edición)

Capítulo 11100 - El pensativo señor Phoenix

REBECCA GLITCH 

—Sí, que pase —dije con timidez al saber que tenía a Duncan a mi lado. Él suspiró y cruzó los brazos. 

—Becca, no… —insistió en voz baja.

—Necesito hablar con él —respondí y ciertamente era así, necesitaba respuestas y tenía la esperanza de que él me las diera. 

—¿Segura?, pero y… —La enfermera parecía nerviosa y confundida, observando a Duncan. 

—Él debe saber que el señor Morris está aquí, no te preocupes, dígale que pase. 

—Bueno, si usted dice, pero… —La mujer volvió a observar a Duncan por una última vez antes de salir de la habitación con duda. 

Al estar solos por un momento, Morris dejó escapar un suspiro y buscó sus pertenencias para marcharse, no sin antes preguntar: 

—Las cosas nunca cambiarán entre nosotros, ¿verdad?

—No es algo que tengo ahora mismo en la mente —respondí con honestidad, observando el tubo del suero incrustado en mi piel. 

—Comprendo… —meditó—,  luego de lo que ha pasado y todo eso. Inclusive deseaba que me explicaras qué había pasado. Pero de nuevo, no tendré tiempo contigo porque él viene a interrumpir. —Lucía particularmente frustado al hablar, como si se diera por vencido con todo. 

—No me siento lista para hablar de eso —confesé. 

—Está bien —dijo con desánimo. No sabía si era por el aparente cansancio que tenía o porque estaba cansado de intentar congeniar conmigo. Pero algo que sí era claro es que había pasado horas allí. Se notaba en su aspecto desmejorado y en su cabello despeinado. Eso era algo que a pesar de todo debía agradecérselo. 

Él siempre había tenido unas actitudes que no me agradaban del todo pero aquello era más por el ámbito laboral, cuando se empeñaba en ser un buen tipo conmigo, lo era. 

Le hice un gesto para acercara su mano. 

—¿Qué te pasó? No estabas así en el trabajo —señalé y al acercarse cubrí su mano entre las mías—. ¿Fue obra del Gato? 

—No te preocupes por mí. Lo importante es que tú te encuentras bien —sonrió y colocó su otra mano sobre la mía. 

—Gracias por estar aquí —solté en agradecimiento—.  Me sorprendió no ver a mamá ni a Esteban. 

—Esteban quería quedarse pero estaba cansado, además de que andaba con su pareja. Tu mamá tenía la tensión alta. —Separó sus manos de las mías y se llevó el bolso de mensajero que llevaba al hombro—. Y para mí no había algo mejor que hacer que estar contigo, me importas demasiado. Y aunque él llegue, sé que me puedo ir más tranquilo al verte bien —sonrió con amabilidad y se inclinó para besar mi frente. Fue cuando la puerta se abrió y la enfermera regresó, escoltando a un  distinto señor Phoenix a la habitación. Él hacía el intento se esbozar una ligera sonrisa al verme, casi como si la forzara. 

A diferencia de Duncan, él si iba muy bien vestido y con su cabello acomodado a la perfección. 

—¿Crees que con eso arreglas algo? —reclamó el señor Morris tan pronto vio a Phoenix entrar cargando con un inmenso ramo de lirios blancos y rosas rosadas. 

Evan se mantuvo en silencio, siguiendo a Duncan con la vista, quien se acercó a él. 

—¿Qué te crees?¿Piensas que con una mierda de ramo de flores la alegrarás? ¿Para qué? ¿Para luego dejarla tirada quién sabe donde? —reclamó para mi sorpresa—. ¡No finjas que te importa!

—Lo noto tenso, ¿qué pretende, golpearme de nuevo? —indagó Evan quien intentó ignorarlo y acercarse a mí. Pero Duncan lo interceptó de frente. 

La enfermera que le acompañaba llevó las manos a su espalda, y sus ojos se tornaron inmensos al presenciar todo eso. 

—¿Golpearlo? —intervine. 

—Sí, por haber sido un gilipollas con usted. No lo culpo, es una reacción lógica de su parte. 

—¡Vaya, al menos lo aceptas! Ahora te falta comprender que eres tóxico para ella y alejarte de una vez. 

Evan se movió hacia un lado buscándome.

—¿Ocurrió algo mientras yo no estuve? ¿Algo que le diera razones al señor Morris para creer que puede tomar desiciones por usted, señorita? —me preguntó.

—¿Te parece gracioso? Becca quizás se nos moría y era solo tu culpa. ¡Y ahora llegas con esta basura y pretendes arreglar todo con eso! Quizá ocurra con ella, ¡pero a mí no me tomas el pelo! —exclamó, y de manera abrupta le propinó un manotazo al ramo, haciendo que este cayera al suelo, y que unos cuantos pétalos se dispersaran. 

Evan se quedó muy pensativo y cabizbajo, apretando uno de sus puños una y otra vez, como si llevara consigo una pelota de relajación. 

—Señor Morris, por favor —advertí y fue cuando Duncan pareció darse cuenta de lo que había hecho. 

—Becca, yo, lo siento… —balbuceó—. Es solo que no te das cuenta, pero él no te ha cambiado para bien, mírate, Becca, tú… —Exhaló fuerte, como si hubiera querido convencerme de algo pero terminaba rindiéndose—. Yo lo siento, nos vemos —concluyó. Un rubor intenso invadió su rostro y su cuello. Sin discutir más atravesó la puerta de mala gana. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.