Descifrando a Mr. Phoenix (en Edición)

Capítulo 11111 - La pérdida de William Phoenix

—¿Qué? —pregunté con incredulidad. No me podía estar hablando de Evan. Pero eso explicaba muchas cosas, como su extraña forma de actuar y su aparente padecimiento de salud. ¿Acaso un accidente había provocado esas cosas en él? 

—¿Cómo que su hijo? ¿Me estás hablando de que por culpa de Evan papá está muerto? —indagué con la voz temblorosa. Es que no quería creer eso que estábamos discutiendo allí. Algo dentro de mi pecho se estrujó y traté de hacer la matemática, Evan no era tan viejo y papá llevaba bastante de muerto. 

—No, eso sería imposible —susurró, aunque muy pensativa, y se puso de pie, colocando su bolso en el asiento antes de cruzar sus brazos y caminar hasta la ventana—. ¿Sabes? Cuando pasó el accidente, William lo mantuvo todo en secreto. Curiosamente nadie preguntó más por el hombre que se había accidentado, como si este nunca hubiera existido. No se habló de algún funeral ni nada. Pero una noche, William iba un poco pasado de tragos y me comentó que ese día había perdido a su hijo.  —Ella continuó y se sentó al borde de la ventana que daba vista a la ciudad. 

Las palabras de mamá me hicieron recordar el silencio que hubo con la muerte de papá. Ella nunca reclamó nada, solo me había pedido que siguiéramos adelante con nuestras vidas como si nada hubiera pasado. 

—¿William en algún momento te dio dinero? ¿Es por eso que ni siquiera papá tuvo funeral? —pregunté. Siempre me había parecido extraño, pero al parecer todo tenía que ver con la maraña de secretos del señor Phoenix padre. 

—Solo hice lo más conveniente para no alargar el sufrimiento, fue sugerencia de William y para el momento para mí él tenía razón —agregó, y en su mirada lo podía notar, había un ápice de arrepentimiento. 

—No me pude despedir de él como lo hacen todos, por los caprichos de un hombre que ni era de la familia —comenté y una mueca dolorosa acompañó a mamá al escucharme.

—Lo mejor era hacer de cuenta que no pasó nada, para William, para todos —musitó, dándose la vuelta, sin ser capaz de darme la cara. Algo apretó mi corazón, como si lo estrujaran al escuchar esas palabras de parte de mi madre. 

—¡No claro! ¡Porque no pasó nada, nadie murió y yo no terminé atada a una mierda de silla! —refuté y ella se llevó una mano a la boca y comenzó a llorar. Y yo lloré con ella, por como me sentía pero también por hablarle de esa manera. A fin de cuentas era mi mamá, con todo y sus defectos, y quizás por eso me dolía mucho más. Nos mantuvimos en silencio por largo rato, y yo volví a mirar la bolsa del suero, la gota caía lenta y acrecentaba mi estrés.

—Y ese hijo de William, ¿murió? —indagué, cambiando el tema, olvidando mi desgracia, pensando en Evan en que si tenía a alguien más, y también lo había perdido, estaba realmente solo en esta vida. 

—Supongo que sí —agregó mamá—. Pero nunca me lo confirmó. No se volvió a hablar del tema —pausó y se secó las lágrimas, regresó al asiento y me observó con tanta tristeza que casi me parecía incómodo—. El asunto es que él nunca habló de Evan. Y yo, cariño, yo inclusive, las noches que pasé con William, él nunca …

—¡No quiero que me des ese tipo de detalles! —interrumpí, y de manera inconsciente volví a subirle la voz. 

—Déjame terminar —intervino, refutándome—. Me refiero a que nunca vi nada que me diera entender que fueran dos hijos. 

Pensé, y recordé la forma en que Evan hablaba de William, con un desprendimiento tal que era como si nada realmente lo atara a él, como si nunca hubieran compartido algún lazo. Y pensé si realmente William le tenía aprecio a su hijo y si su hijo quería a su padre. 

—Quizás nunca quiso a Evan… —musité y por alguna razón me sentí peor emocionalmente. No por mí, sino por Evan. 

Alguien tocó la puerta, y ambas buscamos secar las lágrimas lo antes posible. La joven enfermera entró de nuevo con un gesto incómodo, dándome a entender que había escuchado toda la trifulca desde afuera. Cargaba con un carrito que tenía unos números inmensos. 

—Señorita Glitch, ¿cómo se siente? —preguntó un tanto nerviosa, y se sentó a mi lado, junto con el carrito, del que conectó a mi brazo y presionó una serie de botones.




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