Descifrando a Mr. Phoenix (en Edición)

Capítulo 100011- El sincero Maddox Hunter

MADDOX HUNTER 

La sensualidad de su cuerpo iba reflejada en aquella silueta holográfica que se mostraba frente a mí. Me hablaba con un tono provocativo y se movía de la misma forma en una manifestación casi artística. Sin embargo, aquella imagen, aunque se parecía físicamente, hablaba como ella y hacía sus gestos no era nada de lo que era mi ex-esposa, Nora. 

Su anatomía era perfecta en sus propias imperfecciones, pues lo había amoldado a que tuviera los detalles que siempre me habían gustado tanto desde que la conocí. 

Consideré descargar los atributos de su persona en una de las muñecas base, con las que puedes saciarte y luego tirarlas, sin embargo, los deseos no estaban. Era como si algo en mí se hubiera apagado. 

Anteriormente, solo me había pasado una vez, cuando la lastimé. Hoy sentía algo parecido, pues había herido a alguien más. 

Apagué la máquina de porquería, me incliné hacia atrás en la butaca. Intenté comunicarme con él, con la excusa de que iría a buscar mis cosas. Esa fue una mentira que traté de auto imponerme ante otras ideas insanas que pasaban por mi cabeza. 

Pero no respondió y eso no se sintió bien. 

 

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Pasó bastante tiempo antes de tener la fuerza de darle la cara. 

De no ser porque había dejado gran parte de mis cosas en su apartamento no hubiera tenido los huevos de presentarme allí. 

Así terminó el infame Charlie, frente a la puerta de aquel pobre infeliz al que le había mentido vilmente por algo de información. 

Había pasado más de un día desde que diéramos con Rebecca y que la encontráramos actuando como una demente en medio de aquella playa. La chica y lo que pasó era un misterio, tanto para mí como para Duncan, al que ella no fue capaz de decirle nada, porque, según él, el señor Phoenix los interrumpió. 

Quien posiblemente podía darme un poco de luz sobre el asunto era el mismo que me llenaría de preguntas de las que no sabría cómo responder. 

Con decisión toqué el timbre esperando su respuesta, pero este no abrió. Presumí que me había visto y que no me abriría. No lo culpaba, había sido un terrible mentiroso. 

Coloqué la mano sobre la puerta, la que me permitía dejarle un mensaje. 

—Esteban, necesitamos hablar —comencé. Me sentía estúpido hablándole a un cristal pero era mi único recurso. Necesitaba de vuelta mis cosas—. Tenías razón, no me llamo Charlie ytampoco trabajo en bienes raíces —pausé con inseguridad—. Tengo mis razones para hacer lo que hago —continué, avergonzado por mi manera de actuar. Preguntándome desde cuando me había convertido en esta clase de hombre—. Si no quieres hablarlo, está bien, pero permíteme buscar mi maletín, me voy al diablo y te dejo en paz. 

Decirle que me iría al parecer funcionó, pues al cabo de unos pocos segundos lo tenía de frente, con el cabello revuelto, recostando el brazo del marco de la puerta y cabreado como nunca. 

—Pasa, Charlie… —dijo cortante. 

Sin tener los cojones de mirarlo a la cara solo pasé por su lado y entré.

Esteban me seguía en todo momento y podía escuchar su respiración, como si esperara que en algún momento le diera alguna explicación. Pero no preguntaba, solo observaba. 

Fui hasta su mesa donde aún descansaba mi maletín. Lo agarré y le di la cara. 

—Anda, pregunta —dije a secas, notando que en la mano conservaba una botella de cerveza. Al cruzar mirada con él, Esteban se quejó, tiró de la silla del comedor y se sentó, alejando su bebida de él, lucía sorprendido de estar tomando. 

—¿Cuál es tu nombre? —fue su primera pregunta. Tenía los ojos aguados. Me parecía sorprendente lo afectado que lucía por mi culpa. 

—Maddox —dije en voz baja, abriendo el maletín sobre la mesa, con la intención de ver que todo estaba en su sitio. 

—Bien… —Esteban asintió con la mirada perdida—. Querías conocer a Becca… —meditó y mientras pensaba parecía cabrearse de nuevo. Lo podía notar en una pequeña arruga que se le formaba en la frente. 

—A Phoenix… quería saber más de Phoenix —confesé y no me sentí bien al hacerlo. 

Esteban volvió a asentir con la cabeza. 

—Y de seguro él si lo notó, pero por supuesto… yo soy un idiota que no notó nada raro…—Negó con la cabeza en frustración y se tocó la frente—. Mierda, por eso actuabas tan extraño a su alrededor. —Siguió atando cabos y cada vez parecía más asqueado de mí—. Así que entonces todo esto no fue nada. 

—Ajá —afirmé. Todo había sido una farsa. 

—¿Qué coño eres entonces, un reportero? —Le temblaba la voz—. ¿Cómo supiste de mí? ¿Por qué de tanta gente tenías que joder conmigo y enredarme en todo esto? 

—Porque eres cercano a Rebecca. Te encontré mientras investigaba de ella. Primeramente busqué si tenía alguna amiga cercana, pero solo supe de ti y bueno… —titubeé, era la primera vez en la vida que no sabía explicarme, que me sentía doblegado. Me pregunté qué coño estaba pasando conmigo—. Ni siquiera soy homosexual, solo busqué la forma de… 




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