Descifrando a Mr. Phoenix (en Edición)

Capítulo 100100 - El sufrido Evan Phoenix

MADDOX HUNTER 

 

—Yo la llamé y vino para acá de inmediato, ¿verdad, Helena? —preguntó Duncan muy inseguro al mirar a su compinche.

—Por supuesto, me llamaste con urgencia y yo estaba por ir a dormir —respondió  ella, mientras se sujetaba el pecho para evitar que su holgada ropa la dejara al descubierto. 

Ambos intentaron actuar con naturalidad, y fue lo menos que les resultó. La mirada incrédula de Esteban lo decía todo, no se les daba bien esto, en especial al idiota de Morris. 

Era difícil no disfrutar de este espectáculo tan patético. 

Sin embargo, el rostro de ambos se tornó preocupado, y no solo por lo que su compañero de trabajo pensaría.

—Bueno, pasen… —pidió Duncan con una timidez preocupante y gastó sus manos, como si lo que estuviera por mostrarnos fuera algo serio. 

—¿Qué pasó? ¿Cuál es la razón para tanto dramatismo?  

—¿Quieren algo de tomar? —dijo, evadiendo mi pregunta. 

—Sí, algo fuerte, pero anda, dime,  ¿para qué coño me querías aquí? —insistí, tomando asiento con confianza en su sofá. Esteban hizo lo propio desde el otro lado, dándome la cara y luciendo sorprendido ante la confianza que yo tenía en casa de Morris. 

—Esteban, ¿quieres algo?

—Agua —respondió pasmado. 

Cuando Duncan se alejó, Helena se sentó al lado de su compañero de trabajo. Ella seguía de brazos cruzados para evitar que le pudiera ver el pecho. Luego dio un único aplauso y una pantalla holográfica se mostró entre nosotros. 

—¿Es otro vídeo? —preguntó Esteban. 

—¿Le mostraste el primero? —me cuestionó ella.

Asentí. 

—¿Por qué hacen todo esto? —volvió a preguntar él—. ¿Por qué investigan a Phoenix? 

—Es obvio, ¿no? Creo que los cuatro sabemos que Phoenix esconde algo y que el Gato nos lo quiere mostrar —interrumpió Duncan, entregándole un vaso a Esteban y deteniéndose frente a mí con un cerveza en mano—. Sabemos que tiene a Becca cegada, así que solo nos queda a nosotros ver qué ocurre, ¿no? 

—Supongo que tienen razón —concluyó Esteban con un ápice de inseguridad en su voz que pude entender de inmediato. Supuse que como a mí, Morris no le daba buena espina.  Y ese mismo caballero que no nos agradaba del todo se colocó en medio de aquella sala, a un lado del holograma y con las manos manejó el vídeo. 

De nuevo, justo como la otra vez, veíamos a Evan Phoenix, ahora de pie, pero  se encontraba de nuevo en aquella habitación triste. No tenía un lugar donde descansar, ni siquiera donde sentarse, el sitio estaba vacío. 

Duncan aceleró el vídeo un poco, y justo como la vez pasada, el tiempo corría, sin embargo, Evan Phoenix no mostraba ninguna muestra de cansancio, seguía allí de pie, muy tranquilo. 

—De nuevo, es un video de horas —explicó Duncan. 

—Entonces, me llamaste para ver más de lo mismo —reclamé, impulsándome hacia atrás en el sofá, antes de darle un sorbo a mi bebida. 

—Eso creíamos, que era más de lo mismo, así que programamos el vídeo para que se detuviera de haber algún cambio, entonces, pasó algo que no esperábamos —explicó Helena, siendo ella la que esta vez hizo un movimiento de manos. 

La imagen se había detenido, y está vez no estaba el señor Evan Phoenix solo, sino que también se encontraba su padre junto a él. William llevó una silla y también cargaba con una especie de macana, la que colocó en su regazo al sentarse al lado de su hijo.

—Evan, cuéntame, ¿qué sucedió? —cuestionó el viejo con la voz muy baja. 

—Mi elección de palabras no fue la correcta para dirigirme a la Señorita Rebecca Glitch. Su comportamiento me sugirió que la fémina se encontraba disgustada tras nuestro intercambio. 

—Bien. —William se puso de pie, llevando su objeto en manos, cambiándolo de una a otra mientras caminaba con lentitud, rodeando a su hijo que apenas se movía de su posición—. ¿Puedo preguntarte algo?

—Por supuesto. 

—¿Por qué te acercaste a ella? Había muchas otras personas. 

—La señorita era distinta. 

Duncan hizo un movimiento de manos y la imagen se amplió dejándonos ver a William más de cerca. Una sonrisa extraña se esbozaba en sus labios. 

—Bien…—William entornó los ojos y puso los brazos tras la espalda—.  Entonces, de entre todas las personas, tu principal interés recayó en ella. Pero, ¿fue solo por su aparente limitación física o, hay algo más?

—No tengo una respuesta concluyente para su pregunta.  

William ladeó la cabeza y volvió a sonreír de una manera muy extraña. 

—A pesar de su limitación, la señorita Glitch es una mujer hermosa. ¿No lo crees, Evan? 

—Matemáticamente, las proporciones de su rostro van sobre el promedio establecido, así que sí, es apropiado decir que es una mujer hermosa —respondió Evan aún con la vista perdida. 

—Más allá de lógico ¿no sentiste algo más?  —cuestionó su padre, y sacó algo de su bolsillo. Un pequeño aparato que al presionar un botón mostró una imagen de la muchacha frente a su hijo, quien alzó la vista para verla. 




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