Descubriendo quién eres

Capítulo 1

Eira

¿El lugar menos mágico del mundo? Sverbolok.

Busqué este lugar, específicamente por ese motivo, años atrás cuando me establecí aquí. Era una ciudad pequeña, fuera del territorio de los lobos, y desprovista de vampiros, los cuales, si no se congregaban en una sede, vivían en las grandes urbes. Y la única bruja de la zona era mi Tati, quien no se caracterizaba por ser sociable. Podría decirse que éramos dos renegadas a las cuales el destino había unido.

— Eira, apresúrate, los jefes ya llegaron. — Mi compañera de trabajo, Galia, me alertó mientras yo me cambiaba de ropa, pues también acababa de entrar en el bar.

— ¿Tenías que elegir justo el día de hoy para llegar tarde? — Me regañó desde la puerta del baño, que se encontraba cerca de la entrada.

— No es mi culpa, no imaginé que se rompería mi tacón antes de salir — me excusé acelerando el paso para entrar en el sanitario.

— Es tu culpa ser tan tacaña y solo tener un par de tacones, por lo cual tuviste que salir a comprar, sabiendo que hoy nos habían convocado los jefes.

Me mordí el labio y no respondí, mientras tanto me vestía con mi atuendo de trabajo, apresuradamente. Ella tenía razón, pero yo no le veía sentido a comprar algo que solo usaba de vez en cuando. Yo tenía otras prioridades, entre ellas ayudar a mi abuela.

Salí y nos dirigimos al centro del bar. Yo trabajaba como camarera, el salón tenía las mesas con las sillas arriba todavía, pues se había limpiado recientemente.

Allí estaban nuestros jefes, el señor y la señora Gunov; y el resto de los empleados, éramos veinte los que quedábamos, pues algunos habían sido dados de baja, un par de meses antes, por recorte presupuestario. El hecho de que nos reunieran, ya nos daba la señal de que algunos más serían despedidos o incluso que cerrarían el lugar

— Imagino, que los que no lo saben ya, al menos deben intuir que nuestra situación financiera no es la mejor — expresó la señora Gunov.

Nadie respondió, pero algunas cabezas se movieron, asintiendo.

— Pues, pensando en el futuro de todos los que trabajan aquí y de aquellos que dejaron de trabajar hace poco, consideramos la opción de vender, y que el bar siguiera en funcionamiento. Es decir, un traspaso de titularidad.

Esto desató suaves murmullos de aprobación entre mis compañeros. Yo no dije nada, pero era un alivio saber que podría seguir trabajando allí. Conseguir un trabajo en un poblado como el nuestro no era algo sencillo.

— Esperamos que esta noticia sea de su agrado. — La mayoría asintieron. Ella miró su reloj y continuó: — Bien, pues entonces, a trabajar.

— Antes de continuar a sus labores, sepan que pronto recibirán en su mail el nuevo contrato y los horarios de trabajo que quizá se modifiquen. Muchas gracias — concluyó su esposo.

Regresé al baño a ponerme los zapatos bajos de trabajo y Galia me siguió.

— Qué bien, ¿no crees?

— Sí, muy bien.

— Ay, Eira, desbordas felicidad — ironizó mi amiga.

— No sé qué quieres que diga, mi vida sigue.

Terminé de cerrar el calzado y me incorporé.

— Tu vida sigue, pero con un trabajo, hace diez minutos todos pensaban que seríamos unos pobres desempleados.

— Lo que pasa, Gal, es que yo confío en la vida. Si este trabajo se termina, luego habrá otro.

— Como si fuera tan fácil conseguir trabajo en esta ciudad olvidada.

Galia siguió sus quejas y yo no hice más acotaciones. Era cierto que necesitábamos estabilidad y era bueno tener un empleo seguro, ella tenía razón, pero yo no podía evitar ser como era. En esto me había convertido y solo un "milagro", podría hacer que cambiara. Además, aunque pareciera joven, no era ni joven ni humana, por lo que a lo largo de mis aproximadamente cien, había pasado por muchos trabajos.

Una notificación vibró en mi móvil antes de que metiera la cartera en el locker. Un email a nombre de una empresa llamada ANK Social Resources. Lo abrí. Eran los nuevos dueños del bar y ya habían enviado el contrato para firma digital.

— Galia, ¿tú recibiste este mail también?

— ¿Cuál? — Ella tomó su celular que llevaba en el bolsillo trasero y comenzó a buscar casi desesperadamente. — ¿ANK?

— Sí — respondí.

— ¡Sí!

— Qué expeditivos

— Eso quiere decir que los sueldos también serán muy puntuales y …

— Y que nosotros deberemos también serlo.

— Siempre lo eres, no sé de qué te quejas.

— No fue una queja.

— Llenémoslo antes de que empiece a venir gente.

La situación financiera del bar, era tal, porque había pocos clientes. No sabíamos el motivo, pero la afluencia de gente había empezado a menguar un año y medio atrás, cuando fue todo el caos mundial, y en lo que llevaba este año aún no se recuperaba.

Hice lo mismo que mi compañera y entré en la web de la empresa con un enlace que dirigía directamente a un formulario de inscripción.

***

Arami

Sentado en mi oficina, escuchaba la quejumbrosa solicitud de Nova al teléfono:

— Escucha, yo no tengo la culpa de tus problemas sentimentales — respondí reclinándome hacia atrás mientras golpeteaba un bolígrafo en el escritorio.

Por favor, no es demasiado lo que pido. Yo me ocuparé del nuevo local del sur y tú supervisarás el del norte.

— Está más lejos de mi territorio, Nova, ¿por qué no le pides a Keran?

Ya lo hice, pero sabes que está obsesionado con esa chica, no quiso.

— Yo no quiero tampoco y no entiendo qué tiene que ver Casandra si ella trabaja aquí.

Por favor, solo se trata de supervisar un par de veces al mes, no necesitas mudarte allí.

— No intentes engañarme, Nova. Claro que tendré que ocuparme el primer mes, porque hay que hacer un montón de reformas en ese lugar.

Es por un tiempo, te lo prometo.

— No me pongas esa voz de demonio manipuladora, sabes que lo aborrezco — la reprendí y me volví a inclinar hacia adelante.




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