Descubriendo quién eres

Capítulo 4

Eira

Tenía que presentarme al trabajo. Me habían llamado para una entrevista un día antes que al resto. Me acerqué al lugar en coche y mi corazón comenzó a acelerarse al ver el nuevo letrero, inmenso en letras negras bordeadas de blanco "Carpathians". No podía creer que me estaba pasando esto. Estacioné y de inmediato comprobé que mi talismán estaba en su lugar. Debía calmarme antes de entrar o ellos percibirían mi nerviosismo. No entendía cómo Carpathians había elegido mi pueblo para instalar una sucursal, no solo eso, el sitio donde yo trabajaba. Ahora estaría rodeada de vampiros, lobos, brujas y quién sabe qué más, justo lo que había evitado durante tantos años.

Presentaría la renuncia. Presentaría la renuncia y me marcharía del pueblo, me quedaría con Taty un tiempo hasta encontrar otro lugar. No podía renunciar, había firmado un contrato por tres meses, podía desaparecer, pero sería demasiado sospechoso... bueno, cumpliría los tres meses y diría que había conocido a alguien y por eso me marcharía, esa era la solución, después de todo, tres meses pasaban rápido.

Respiré profundo, me bajé del auto y, en la medida que avanzaba a paso calmado, obligué a mi corazón a desacelerar. Antes de llegar a la puerta vi a Mark estacionar. Me acerqué.

— ¿También te han citado? —indagué cuando salió de su coche.

— Sí, vi el mail anoche.

— Menos mal, yo lo vi, hace un rato. Tuve que salir a toda prisa — comenté mientras entrábamos juntos. Al menos estaría con un amigo, eso me daba seguridad.

Entramos. El aroma a lobos y vampiros era sutil, mezclado con el desodorante de pisos que se había usado para limpiar recientemente, también muy suave. Eso para mí era una ventaja, pues los aromas comunes que usaban los humanos eran demasiado agresivos.

Una mujer joven se nos acercaba cruzando el salón, era una loba. Ella traía una sonrisa pintada en el rostro.

— Mark y Eira, imagino — comentó. — Mi nombre es Cielo.

Ambos asentimos y yo toqué mi muñeca en busca de mi amuleto para asegurarme de que no lo había perdido. Allí estaba.

— El señor Arami los espera. Síganme, por favor.

¿Arami, sería su nombre o su apellido? Como fuera era exótico, no debía ser de aquí.

— Por aquí.

Mientras la seguía, observé que el lugar había sufrido una gran remodelación. Ella abrió la puerta a una oficina al fondo del lugar, a la izquierda, era un cuarto que no estaba allí antes.

Al ingresar, pude sentir el aroma del alfa inundándolo todo, lavanda, lima y... madera de cedro. Era lo que más predominaba, un olor fresco pero claramente dominante. ¿Por qué tenía que ser un alfa? ¿Estaría a tiempo de renunciar? Debía volver a leer el contrato.

El lobo levantó la cabeza hacia nosotros, estaba sentado en un escritorio observando carpetas con papeles. Tenía los ojos grises, en forma de hoja, su rostro era armonioso y su cabello oscuro. Llevaba un suéter con cuello de tortuga de color negro que le daba mucha presencia.

Noté que él también me estudiaba e instintivamente bajé la cabeza. Qué actitud más omega, me reprendí, volviendo a levantar el rostro, aunque evitando mirarlo directamente.

—Siéntense, por favor — habló de manera suave y amable, podía intuir una sonrisa en sus labios.

— Gracias — hablamos al unísono.

— Deben estar preguntándose por qué los hice llamar — comentó, yendo directamente al asunto.

— La verdad sí — respondió Mark, que también sonreía. Yo intenté hacerlo, pero sin decir nada, aunque algo amargo se había instalado en mi garganta y lo único que quería era salir corriendo de allí.

— Como sabrán, en el pasado, los dueños eran los gerentes y se ocupaban de todo, pero ANK tiene filiales, y los dueños no podemos ocuparnos de cada una de ellas, por lo que, al ser los empleados con mayor antigüedad, me gustaría que se ocuparan de este asunto.

Mi corazón dio un vuelco. Él nos estaba ofreciendo el puesto gerencial, eso era algo muy difícil de rechazar, sería sospechoso si me negara.

— Sería un honor — aceptó mi amigo, que, se notaba, no cabía en sí de la emoción.

Yo me quedé callada, sin poder dejar de pensar, qué podía decir, que renunciaría pronto, que me había enamorado en mis vacaciones y me iría a vivir a otra ciudad que...

— Señorita... ¿Eira? — dijo interrumpiendo el flujo de mis pensamientos.

— ¿Qué... qué implicaría este cargo? Es decir, me siento muy halagada, pero no sé si sea capaz de llevarlo adelante, siempre he sido mesera. — La ignorancia me salvaría.

— Su expediente dice que está recibida de administración empresarial.

— Bueno... sí, pero... nunca he ejercido.

— Yo me pregunto por qué.

Hice silencio y apreté los puños. Apenas si le sostenía la mirada unos instantes y no podía evitar rehuirle, era muy intenso. Yo no había estado en presencia de un alfa durante tanto tiempo nunca, me había criado entre brujas, y alguna que otra vez había conocido vampiros o lobos, pero no en un entorno de comunidad. Sabía que los alfas tenían algo que hacía que todos les obedecieran, y quizá era eso lo que me estaba afectando ahora.

— Se quedarán a cargo y me pasarán informes semanales, una vez al mes. Yo o alguno de mis socios vendremos a corroborar que todo esté bien. No creo que sea un problema para ustedes, puesto que son los empleados más antiguos del lugar — explicó.

— Entiendo.

— Por supuesto, debido a que su categoría será otra, el sueldo también será mayor.

— Esto... ¿Comenzaríamos mañana, verdad? —preguntó Mark.

— Sí. Además de sus compañeros, habrá otros empleados que se han trasladado aquí recientemente y ya trabajan con nosotros. La señorita Cielo, a quien ya conocieron, se quedará a coordinar todo por unos tres o cuatro meses. Una vez que ustedes estén ya bien familiarizados con todos los asuntos, podrán hacerlo solos.

— En caso de que renovemos el contrato -- aclaré.




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