Descubriendo quién eres

Capítulo 9

Eira

— Taty, me ha pasado algo.

¿Otra vez?

— Es que él me dio una orden y no pude rehusar, no sé qué le pasó a mi cuerpo, se quedó estático.

Claro, es un alfa, las jerarquías están en tu genética, Eiri, eres una loba.

— Pero me criaste tú, no debería ser así.

Hay cosas que van más allá de la crianza. ¿Me estarás llamando por cada tontería que te suceda con ese estúpido lobo? ¿Acaso te gusta?

— No me gusta, como dices eso, me da pánico, me... amedrenta. Lo peor es que él quiere saber todo de mí, me hace muchas preguntas, no sé cómo resistiré estos meses, no sé cómo resistiré la semana, porque él se quedará hasta la inauguración y le ha dado la semana libre a Cielo, por lo que tengo que tratarlo todos los días.

Le gustas — se rio mi abuela.

— Ya sé que le gusto, pero no quiero gustarle, ¿no hay algo que puedas hacer? Necesito sacármelo de encima.

Me pides demasiado, solo soy una bruja, mi magia no hace milagros.

— Él se dio cuenta de que usaba otro amuleto. Me siento muy expuesta.

¿En verdad no te gusta?

— No me he dado el tiempo como para mirarlo, es demasiado intimidante.

Humm, bueno. Veré si encuentro algo para repeler lobos, pero no sé cómo funcione, puesto que tú misma eres una loba.

— Ay, gracias, Tatita.

Llámame mañana y te diré qué he encontrado.

Ella, como siempre, colgó. Y yo me dispuse a prepararme para otro día más de trabajo.

Después de quince minutos de intentar arrancar el coche, entendí que no encendería. Llamé un taxi para llegar a Carpathians, y ya al día siguiente me ocuparía de buscar el auxilio mecánico, ahora no tenía tiempo.

— Llegas tarde — comentó Mark, cuando me acerqué al área de los empleados para colocarme el uniforme.

— Se averió mi coche, tuve que venir en taxi — expliqué mientras me metía en el baño.

— ¿Y sabes lo que es? — indagó desde la puerta.

— Quizá la batería, no sé, mañana veré. ¿El jefe se dio cuenta de mi ausencia?

— Sí, vino tres veces a comprobar si habías llegado.

— Solo me retrasé diez minutos — me quejé al salir ya con mi uniforme.

— Pues te aconsejo que vayas a avisar que llegaste.

— ¿No puedes ir tú?

— Por supuesto que no.

Refunfuñando, subí las escaleras y toqué a la puerta de la oficina.

— Pasa.

— Con permiso — hablé al abrir la puerta. — Quería avisarte que llegué y disculparme por la tardanza, mi automóvil se averió.

— Está bien, no hay cuidado — respondió sin sacar la vista de su laptop.

— Bien, yo volveré a mi trabajo.

Arami me hizo un ademán de aprobación con la mano y continuó sin mirarme cuando me fui. Su conducta me extrañó, pero al mismo tiempo me dio cierto alivio.

Pasé por el baño, me miré en el espejo y acomodé la camisa y el saco de mis vestiduras formales. Esta clase de prendas solo las usábamos Mark, yo, Cielo y los que estaban encargados de la seguridad. Me resultaba un poco incómodo, pues estaba acostumbrada a llevar prendas más relajadas, pero era lo que requería la empresa. En todas las sucursales de Carpathians los empleados vestían de la misma manera.

Volví al salón principal y Mark me ofreció estar nuevamente en la caja, a ninguno de nosotros nos gustaba ese puesto, por lo que nos turnábamos para estar allí, no obstante ahora me servía para no tener que ver a Arami.

El alfa no apareció en toda la noche. Cuando fue la hora de presentar el reporte, me dirigí a la oficina más confiada, puesto que consideré que tal vez había perdido interés en mí.

— Aquí está el informe del cierre de caja, Arami — dije estando de pie, frente a él, que se encontraba sentado detrás del escritorio.

Arami sonrió mientras extendía la mano para tomar la hoja que le ofrecía.

— Me encanta cómo se oye mi nombre en tus labios, Eira — comentó, de una manera tan suave que me hizo contener la respiración. Su voz fue grave y aterciopelada, y sus ojos tan amarillos que me sorprendieron. Era su lobo el que me hablaba.

— Amm... Fue una noche promedio — expresé intentando desviar su atención. — El fin de semana hay mayores ingresos.

Él revisó el escrito y luego lo guardó en un cajón.

— Ya lo pasaste a la base de datos, ¿verdad?

— Sí.

— Bien.

— ¿Puedo retirarme?

— ¿Te llevan tus amigos?

— No, me iré en un taxi.

— No, yo te llevaré — afirmó haciendo que mi corazón saltara.

— Eso no es necesario.

— Te llevo o duermes aquí.

— Me llevas, claro. — Sonreí nerviosamente. — Iré por mis cosas.

Bajé cambiarme de ropa y a buscar la cartera en mi locker. Cuando salí, él estaba junto a la puerta. Mi corazón galopaba y no había forma de frenarlo. Al verlo a la distancia pude apreciar su cuerpo esbelto y masculino, su tez era bronceada y sus facciones perfiladas. ¿Por qué la diosa no me había emparejado con alguien así? Un lobo macho y dominante, atractivo y, por supuesto, interesado en mí. No, no, lo tenía que hacer con un asqueroso vampiro que no dudó en rechazarme de la peor forma.

Arami tenía un automóvil rojo, sencillo, que seguramente era de alquiler, pues él era americano.

— ¿Por qué estás tan nerviosa? Soy tu jefe, no un violador.

— Porque pienso que en cualquier momento empezarás a interrogarme de nuevo.

En mi móvil sonó una notificación, al observar tenía varios mensajes de Sobek.

— ¿Quién es?

— Un amigo.

— ¿Un amigo que te escribe a estas horas?

— Sabe que estoy saliendo de trabajar.

— ¿Chateas con él antes de dormir?

— A veces.

— ¿Te gusta? ¿Es tu novio?

— No es mi novio, nos estamos conociendo.

Él no hacía ningún gesto de querer encender el coche.

— ¿Entonces tienes algo con él?

— No, y no es tu asunto.

Arami se quedó callado unos instantes y luego dio marcha al auto.




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