Arami
Este era el día libre de Eira, sin ella cerca mi lobo no había aparecido y pude concentrarme en las cosas que necesitaba finalizar para la inauguración. Claro que por momentos mis pensamientos volvían a ella, pues necesitaba armar una estrategia para descubrir su secreto. Estaba casi por completo seguro de que era una loba, no podía ser una vampira, pues de serlo no se doblegaría ante mí, y obviamente no era un hada.
Mi móvil sonó y vi el nombre de "Nova".
— No me digas que no vendrás a la inauguración — hablé sin siquiera saludarla.
— Hola, Arami, yo me encuentro muy bien, gracias por preguntar.
— Es obvio.
— Solo te quería avisar que hay retraso en los vuelos, pensaba llegar mañana en la mañana, pero una tormenta está deteniendo el avión.
— Más te vale, me estoy volviendo loco.
— Ya estás loco, lobo.
Me reí antes de responder.
— No más que tú. En fin, Keran llegará el viernes, me envió un mensaje.
— Yo espero que me reprogramen, apenas sepa el horario, te aviso para que me busques en el aeropuerto.
— Bien, no hay problema.
Nos despedimos y yo seguí organizando todo lo relativo a la zona vip. Hoy llegaba un grupo de empleados. Las habitaciones para ellos ya estaban listas. También los suministros. Había acordado con un restaurante cercano un horario para las comidas, pero eso sería solo provisional, ya que nos convenía más contratar a alguien que cocinara especialmente, pero todo llevaba su tiempo. No obstante, íbamos muy bien, confiaba que antes de fin de año todo funcionaría tal cual como en las otras filiales. Otro problema que se me presentaba era el espectáculo. La banda Kamazoth, tenía pedidos especiales de luces y sonido, y en un pueblo tan pequeño era difícil.
***
Eira
Aproveché el día de descanso para limpiar la casa y arreglar un poco el jardín. Por supuesto, antes que nada, llamé al auxilio mecánico que cubría mi seguro y se llevaron mi auto al taller más cercano.
Haber hablado con la Diosa, me había hecho mucho bien, mi alma se sentía liviana y tenía deseos renovados de avanzar en mi vida. Podía sentir su caricia en mi corazón, solo debería esperar que los meses pasaran y pronto estaría fuera de Carpathians, como si no hubiera sucedido nada, mi vida volvería a ser la misma
Al día siguiente, ya era miércoles, me presenté a trabajar como todos los días. Este era el día de descanso de mis amigos, por lo que estaría sola con Arami, afortunadamente era la jornada más relajada de la semana.
Llegué más temprano, puesto que me tocaba dejar todo listo para abrir las puertas, supervisé todo y me presenté en la oficina, ya que Arami me había dejado un mensaje con los de seguridad de que deseaba hablar conmigo.
— Siéntate, por favor, Eira.
— Gracias — acepté obedeciendo.
— Mañana hablaré con todos. Como ya sabes, la zona vip será para seres como nosotros.
— Sí.
— Bien, quiero que seas el nexo entre ambos sectores. Sé que no quieres estar involucrada, por lo que no te voy a pedir que te hagas cargo del otro lado, que era lo que pensaba en un principio: tú en el sector vip y Mark de cara al público humano.
— Gracias.
— Cielo se hará cargo por ahora.
— Bien, entiendo — afirmé, sin saber por qué me decía estas cosas. Cielo me lo había informado todo antes de irse.
— En la medida que nuestro nombre se haga conocido en la ciudad, tendremos atención veinticuatro horas, probablemente en un mes o dos, y cuando ese momento llegue, quiero que te hagas cargo del turno del día.
Esto sí me sorprendió, ya que no sabía que iríamos tan lejos, en nuestra ciudad no había ningún lugar que se mantuviera abierto todo el día.
— Por supuesto, tendrás un horario más acotado — continuó hablando—, pero sé que eres capaz de llevarlo adelante.
— Pienso que sí, pero... Yo no pienso quedarme demasiado, tal vez podrías contratar a alguien más.
— ¿Qué tal si lo hablamos más adelante?
— No voy a cambiar de opinión.
Levanté la mirada hacia él y los ojos de su lobo me resultaron intimidantes, por lo que entorné los párpados y asentí con la cabeza.
— Me vuelve loco pensar en qué clase de criatura se esconde, de la manera en que tú lo haces.
— No quisiera hablar de mi vida personal.
— ¿Cuándo empezaste a hacerlo?
— Por favor.
Crucé los brazos sobre mi pecho y me mordí los labios, utilizando todas mis fuerzas para evitar seguir el deseo de responderle.
— Evidentemente, hace mucho, puesto que no hay registros ni de ti ni de tu abuela.
No contesté y me levanté para irme. Arami me siguió y me detuvo al tocar el picaporte, poniendo su mano cálida sobre la mía. Su otro brazo se colocó contra la pared, creando una especie de jaula para mí.
— Me molesta que tu olor esté escondido. — Su voz gutural resonó tan cerca que su aliento acarició mi cabello. — Siento una barrera que me incomoda.
— Déjame ir, por favor — le supliqué.
Mi corazón estaba agitado, tenía miedo. Yo nunca me había enfrentado a un alfa, las veces que me había cruzado con lobos siempre me habían ignorado y siempre había sido en un entorno seguro, junto a Taty.
De repente se apartó.
— ¿Has podido solucionar el problema de tu coche? — indagó mientras volvía a su escritorio.
— Está en el taller.
— Bien. Nos vemos luego.
No podía dejar de respirar agitadamente. Me retiré para continuar con mis labores.
No lo volví a ver en toda la noche, hasta que al cierre me llevó a casa. Se mantuvo distante y la conversación fue de cosas triviales: la banda que tocaría el viernes, los problemas para conseguir una iluminación adecuada y fuera de eso nada más. Ni siquiera me acompañó hasta la puerta esta vez. Solo esperó a que yo entrara observándome desde el coche y se marchó.