Narra David.
Soy consciente de que no me gustó la actitud de Carolina al decirme esas mismas palabras que yo por equivocación le dije, pero hay algo que me impide desprenderme de ella fácilmente, es cómo si fuera un imán para llevarme hacía ella con mucha sencillez.
Si quise alejarme de ella lo más pronto posible, pero a la vez sentía y siento la necesidad de querer estar con ella, de tener su compañía hasta en lo más mínimo, de hablar con ella y mostrar mi lado "bobo" por así decirlo. Me gusta mucho que esta salida no fuera por una mala noticia como la última vez y que tampoco fuera planeada, fue más un favor de ella hacia mi para yo ir a comprar mis cosas, pero aún así me gustó todo lo que compartimos sin inconvenientes de por medio, es cómo si no hubiera pasado nada, incluso pensé que no íbamos a entablar alguna conversación mientras caminábamos, pero fue todo lo contrario a lo que pensé, hablamos mucho, ella rompió el silencio y el camino no fue eterno gracias a la charla.
Tuve la oportunidad de ver lo débil que es, pero eso no quita lo fuerte que es igualmente. La vi llorar por su padre y estoy seguro de que quería salir corriendo y dejarme ahí solo para que yo no la viera en ese estado y antes de que lo hiciera la abracé fuerte para que no se soltara de mi fácilmente, quería darle la oportunidad de volver a su casa, pero aún así quiso quedarse a comer conmigo. Es muy hermosa en todas las formas posibles y no me voy a cansar de pensarlo o decirlo. Es la persona más hermosa que eh visto y con la que eh interactuado en mi corta vida. Si, su aspecto físico es común y corriente, pero su forma de ser no lo es, nadie se compara con ella independientemente de lo acostumbrado que estoy de ver chicas así, con su mismo físico.
Soy consciente de que esa niña de catorce años, de tez morena, cabello largo y negro, de baja estatura, Inteligente, audaz, paciente e insistente, débil, pero fuerte, de ojos cafés y muchísimas características más me tiene loco en tan corto tiempo, hace que tenga pensamientos, sentimientos, reacciones y acciones inusuales en mi.
Me encanta.
Me encanta Carolina González.
No me arrepiento de sentir lo que siento por ella. No me arrepiento de nada que tenga que verme con ella.
Ambos vamos para nuestras casas. A decir verdad, el camino se hace más corto cuando ella está, el tiempo se hace corto cuando ella está, es increíble.
— Carolina... — Ella me mira — ¿Alguna vez te an cambiado de colegio? — Asiente — Y ...¿Como te sentiste al respecto?.
— Pues... estaba pequeña cuando eso pasó, apenas iba a entrar a la secundaria, pero por una lado me sentía feliz porque iba a pasar más tiempo con mis amigos que son los que ya conoces, pero por otro lado no porque me iba a separar de mis amigos con los que venía estudiando todo la primaria — Me explica su experiencia — ¿Cómo te sientes tú?. Debe haber alguna razón para que me preguntes eso.
— Emm... Me siento diferente, en el sentido de nervioso, con miedo y algo así — Le comunico — Debe ser porque me están cambiando de colegio con casi dieciséis años y a diferencia de ti yo si llevo parte de la secundaria en Buenos Aires. Entonces creo que por eso me siento así.
— Yo también creo lo mismo. No es lo mismo cuando tienes diez años donde no estás pendiente de nada o más bien no tienes responsabilidades a cuando tienes dieciséis donde ya vas adquiriendo responsabilidades para una edad y vida futura en la que tendrás que enfrentar la vida tu solo — Me sorprende la manera en que habla. No parece un dialecto de una niña de catorce años, parece una ejecutiva. Mis respetos para ella.
— Pareces una ejecutiva cuándo hablas. Tu dialecto te hace ver mayor — Se ríe — Es enserio. No te escuchas cómo alguien de tu edad.
— Lees libros? — Niego — Supongo que has escuchado que cuando una persona lee libros obtiene un buen dialecto. Normalmente lo dicen los profesores de lenguaje o idioma.
— Lo eh escuchado un par de veces — Me doy cuenta de lo que quiere decir — Eso quiere decir que tu lees libros y por eso hablas así. Supongo — Asiente — Eso es muy disciplinado de tu parte. ¿No te da pereza? — Niega — A mi si.
— Te invito a leer un libro — La miro con terror — Jajaja... ¿Por qué esa cara?. No es cómo si fuéramos a asesinar o a secuestrar a alguien. Sólo vamos a leer un libro — Me río con nerviosismo.
— No es eso. Me da mucha, pero mucha flojera leer un libro por mi propia cuenta — Le informo — Los únicos libros que eh leído son de historia y de la escuela y muchas veces busco el resumen por Internet.
— Dios... — Alarga la s poniéndose una mano en su pecho demostrando drama — Lo tuyo no es pereza. Es pereza extrema, muy extrema para ser exacta — Reímos por su ocurrencia — Hagamos una apuesta. No te voy a decir que libro es ni de que se trata, leeremos un capítulo por día y lo analizaremos juntos. Si te gusta el libro cuando lo terminemos me llevaras a comer, pero si no te gusta yo te llevaré a comer — Lo pienso unos segundos — ¿Aceptas? — Me entiende su mano.
— Acepto — Estrecho mi mano igualmente — Creo que ya hemos llegado.
— Sip, ya hemos llegado. Nos vemos mañana David — Asiento.
Antes de que de la vuelta la agarro de su brazo — Me podrías regalar tu número, es para no escribirte del teléfono de mi papá.
— Si claro. Pasame tu teléfono — Le doy mi teléfono y comienza a teclear su número — Listo.
— Bien. Ahora que me organice te escribo para que también guardes mi número — Corto la distancia entre ambos y veo como ella retrocede hasta pegarse con la pared — No me tengas miedo. Solo quería darte las gracias por todo.
— No es nada. Si me necesitas aquí estoy — Le extiendo mis brazos para tenerla cerca una vez más.
— Gracias por hacer que no me sienta como un bicho raro en este país — Escucho una pequeña risa de su parte.
— Si vamos a pedir gracias pues... Yo te doy gracias por hacerme saber que pueden llegar personas a ayudarte en el peor de los momentos — Mi corazón se acelera.
Editado: 28.05.2025