Desde la ventana

Capítulo 1: Marco

     A pesar de que hoy es mi día de descanso, me levanté muy temprano para verla; es lo primero que quiero hacer en el día, y lo último también; sobre todo porque no la he visto desde ayer en la mañana, lo cual me parece extraño. Me detuve frente a la ventana; las cortinas de seda se mecen con el viento, están corridas, y veo con extrema claridad que definitivamente no está en su habitación. Enseguida la pregunta de dónde se encuentra asaltó mi mente, la ha estado asaltando desde ayer en la noche, cuando la esperaba y nunca apareció, aunque sé que con ella no tengo un horario fijo para nuestras citas, pero sí me preocupa el haberla visto distante y un poco tensa. Me quedé durante un par de minutos más con la mirada fija en su habitación, como si de esa manera ella fuera a aparecer por arte de magia; sin más, me dirigí al baño para lavarme la cara y los dientes mientras me planteo la idea de ir a buscarla, sé que me lo prohibió y me amenazó incluso con denunciarme, pero no puedo dejar este asunto así como así. Me puse a recordar cuántas horas son las que tengo que dejar pasar para reportar a una persona como desaparecida, no recuerdo si son veinticuatro o más, quizá menos; y si le digo a la policía que no la encuentro, cuando me pregunten su nombre, ¿qué voy a decirles? Me restregué fuertemente la cara, necesito pensar con claridad y con positivismo, sé que no le ha sucedido nada por el simple hecho de ser ella. No sé por qué lo aseguro de esa manera, pero es que siempre me ha dado la impresión de ser algo fuera de este mundo; a veces creo, (por la forma en que me domina), que no es de este planeta, que es uno de esos ángeles caídos con forma de mujer, o un alíen con forma de mujer. Volví a echarme más agua en el rostro, ya que de nuevo sigo ideando estupideces; necesito tranquilizarme y punto, e iniciar mi día con normalidad. Salí del baño y me puse un cambio de ropa cómodo, (jeans y una camiseta); estaba colocándome los zapatos deportivos, cuando de pronto un «toc toc» sonó al otro lado de la puerta de mi habitación, sé que se trata de mi tía Mary por la forma en que toca, (sutilmente), nada comparado con mi tío Fav, ya que pareciera que quiere derribar la puerta cada vez que me busca; es más, creo que incluso ya la aflojó. Me puse de pie y abrí, encontrándome con un rostro preocupado.

     —¿Qué sucede? —Pregunté al ver su semblante; juro que me da miedo.

     —Vamos a la sala. —La sensación que tengo ya la sentí una vez, cuando era un adolescente y ponché las cuatro llantas del automóvil de mi profesor «favorito». Fue directamente hasta mi casa para hablar con mis padres, y mi madre dijo exactamente eso cuando fue a buscarme a mi habitación: «¡Vamos a la sala!» Bien, llegamos a la sala y ahí encontré a dos personas ajenas a mi vida, y esta familia. Un hombre y una mujer; se nota a distancia que la mujer es quien manda aquí. Me enseñó una placa antes de decirme:

     —Soy agente del FBI, y quiero hacerle unas preguntas. —Quien se está haciendo infinidad de preguntas ahora mismo soy yo: ¿Qué rayos hace el FBI aquí en el apartamento de mis tíos? ¿Por qué quiere hablar precisamente conmigo? ¿De qué? ¿Qué hice? ¿Por qué yo? —. Señor... —Atrajo mi atención—. ¿Me permite hablar con usted? —Asentí, si no lo hago seguramente me convertiré en el primer sospechoso, si es que no lo soy ya. Pero, ¿sospechoso de qué? —. ¿Puedo ver su habitación? —¿Para qué? No escondo ningún cadáver ahí, porque no he matado a nadie; asentí. Ella me indicó con una mirada que espera que la guíe; claro, no sabe dónde queda mi habitación, o eso quiero pensar. Me encaminé a mi recámara, les cedí el paso, mientras mis tíos y yo nos quedamos en la puerta. Extrañamente ella se dirigió hacia la ventana, desde donde comenzó a examinar, ¿qué? De pronto una sensación peor que el miedo me empezó a cubrir. Sí, existe una sensación peor: ¡Terror! ¡Pánico! —. ¿Conoce a la mujer del edificio de enfrente, justamente la de ese apartamento? —¡Señaló su apartamento! Negué. La mujer de expresión dura, y cabello castaño, se llevó las manos a la cadera; parece muy inconforme con mi respuesta silenciosa.

     — ¿Sucedió algo? —Me atreví a preguntar, lo más tranquilo posible.

     — ¿Podría acompañarme a la estación de policía?

     — ¿Por qué? —Preguntó mi tía Mary. «¡Gracias!»

     —Solo para realizar unas preguntas, señora, no se altere. Estamos investigando un asesinato, el cual ocurrió en ese apartamento —¡Volvió a señalar su apartamento! Me quedé helado y confundido. ¿Un asesinato? ¿Ahí? —. ¿Se siente usted mal? —Me cuestionó.

     —Impresionado. —Respondí, aparentemente tranquilo.

     — ¿Por qué?

     —Porque asesinaron a alguien ahí. —La voz se me cortó; tuve que pasar saliva, aunque no tengo por ahora, mi boca está seca, (igual que mi alma) —. Aunque yo no vi nada.

     — ¿Podríamos hablar en la estación, por favor? —No sé qué hacer; simplemente asentí, y espero que todo esto sea solo una confusión; o en el peor de los casos, que ella no tenga nada que ver de ninguna manera con ese crimen… De solo saberla en peligro… ¡Por Dios! Siento que mi alma se está saliendo de mi cuerpo, y lo único que quiero ahora es saberla bien—. Lo sigo. —Dijo la agente para presionarme; debo mantener la calma, y confío en que esto no es más que un malentendido. «¡Sí, eso tiene que ser, un malentendido!»

Yusdi Cortez R.

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En el texto hay: obsesion, secretos, amor

Editado: 14.09.2022

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