Desde la ventana

Capítulo 5: La profundidad de su mirada

Manejar la publicidad real, de productos reales, de una empresa real, no es nada comparado con la publicidad ficticia, de los productos ficticios, en una empresa ficticia en la universidad; esto es todo un reto, y aunque sí trabajé en el servicio de una empresa real, aun así, yo no era ni por mucho el encargado de dicho proyecto, solamente aporté un par de ideas que me sirvieron para mis buenas notas y nada más. Ya lo dicen, que la teoría y la práctica son cosas muy distintas.

     Justo ahora son las nueve de la noche, y no he podido ni siquiera formar una buena frase que le vaya bien al logo; lo mío en sí es dibujar, no andar pensando en frases, eso siempre se me ha dificultado un poco, la culpa de todo es que no soy bueno con los libros; con los que tuve que leer en la universidad, y el resto de mi vida es colar es suficiente de aquí a que muera al menos en sesenta años.

     Para facilitarme la vida, comencé a buscar algunas ideas en internet, solo para inspirarme un poco, ya que tengo la cabeza hecha nudos, y no estoy para nada concentrado; estaba leyendo un par de ideas cuando de pronto noté una silueta moverse frente a mí, cabe aclarar que mi computadora está a un lado de la ventana. No le presté mucha atención a aquella figura, pues supongo que es mi vecino quien está demostrando con su presencia que sí hay alguien que habita en el apartamento de enfrente.

     Al cabo de unos minutos, me hice de un par de ideas más para la primera frase de los ocho productos; sin quererlo, de nuevo la silueta del apartamento de enfrente volvió a llamar mi atención; pensaba cerrar la cortina para evitar que me distraigan, pero noté la silueta de una mujer, me quedé contemplándola un poco para verla bien; sí, es una mujer, una mujer joven y de cabellera rubia, la cual lleva echa en un gran moño que se entrona en la cima de su cabeza, algunos mechones se le escapan de ese peinado desperfecto; lleva en la mano un libro, y al parecer está leyendo o aprendiendo algo, puesto que noto que no cambia la página. La chica camina de un lado a otro, perdiéndose y apareciendo en mi visión; hasta que de pronto no volvió a aparecer, quedó escondida detrás de la cortina de seda color claro que está a medio cerrar, lo cual no me permite tener una visión completa del lugar. Tras unos minutos de nada, volví a mi trabajo; ya me he distraído bastante, y sigo atorado con las ideas.

     Poco tiempo después, una melodía comenzó a cubrir mis oídos; la voz de la cantante es suave, y la melodía que acompaña a la canción es bastante tranquila, así que no me molesta; lo que me desconcentra es que proviene del apartamento de la joven que leía hace un momento. Volví a curiosear en la dirección de su apartamento para verla, pero no aparece, las cortinas siguen en la misma posición, con la variante de que en ocasiones son mecidas por el viento fresco y calmo que sopla por momentos. Tras unos minutos de no verla, y solo escuchar su música preferida, volví a mis deberes. ¡Debo dejar de distraerme!

 

     Una hora más tarde, y sigo deleitándome con sus gustos musicales; ahora escucha a un hombre que canta una balada, no sé de quién se trata ni cómo se llama la canción, pero me está gustando, es bastante prometedora; lo digo en el sentido de que jura amor eterno, y no sé qué tantas cosas más. Cuestionándome temas sentimentales, caigo en cuenta de que nunca me he enamorado, ni siquiera de la primera novia que tuve cuando era un adolescente; la quise mucho, sí, pero no llegué a amarla, pues superé muy pronto nuestra ruptura; y sé que la quise porque a pesar de todo sí me dolió. Cuando la melodía terminó, un sonido de piano llenó el ambiente, de verdad es relajante; tras recordar a la joven vecina, volví la mirada hacia la ventana, y la vi pasar, envuelta en un camisón color negro de tirantes; la tela parece ser seda, no estoy seguro; el camisón no es muy corto, ni muy largo, digamos que está bien para una joven; aunque la noche es fresca, creo que debería ir más cubierta que con unos simples tirantes. Ya no lleva en la mano un libro, ahora está hablando por teléfono, y la veo ir y venir de un lugar a otro; parece alterada, pues por momentos manotea; por la postura que maneja, creo que está discutiendo con su novio, (o al menos eso me transmite). No creo que esté casada, y ahora me cuestiono con quién vivirá pues luce muy joven, no como una chiquilla, pero... Quizá tiene mi edad, o es un poco menor; de igual manera, por la poca decoración que puedo apreciar, todo indica que el lujo es lo suyo; quizá es hija de un hombre adinerado. Cuando la perdí de vista, me estiré para ver si alcanzo a distinguir más de su apartamento; de pronto ella apareció, y se detuvo frente a la ventana, mirándome fijamente; sé que está mirándome fijamente porque me siento descubierto. Ella dijo algo y colgó el teléfono, el cual se despejó de la oreja, (todo sin dejar de verme). Idiotamente sonreír, y lancé un saludo torpe con la mano. «¡Me siento como un tonto!» Su ceño se frunció, y sus bonitas cejas cafés apuntaron hacia abajo; cabalmente, no correspondió a mi saludo torpe; en cambio sigue examinándome con esos ojos azules y mirada profunda. De verdad me pone nervioso, y me hace sentir como el peor de los idiotas. ¡Ahora estoy enteramente incómodo en mi propia habitación! «¡Genial!» Antes de apartar la mirada, le hice una seña idiota e incómoda de despedida, y por alguna extraña razón murmuré.

— ¡Buenas noches! —Volteé lentamente hacia mi computadora; y no conforme con eso, bajé la mirada hacia un pequeño cuaderno que reposa sobre mi escritorio, en el cual garabateo frases; me puse a rayonear el cuaderno con nerviosismo, porque extrañamente me siento observado por esa joven. Nunca una chica me había puesto tan nervioso, pero es que ella me contempló de una manera incluso sombría; sí, suena tonto, pero me hizo sentir tremendamente incómodo, y al mismo tiempo siento que me quedé atrapado en esos ojos azules e intensos; los vi con claridad, así como también observé su semblante irritado; presentí que si la observaba cinco segundos más, terminaría llamando a la policía para denunciarme, (o algo parecido), pero eso me pasa por involucrarme en asuntos que no me corresponden. ¿Quién me manda a observar el lugar donde ella vive, como un completo descarado? ¡Nadie! La música dejó de sonar, el piano se apagó y las luces de su apartamento también lo hicieron, lo sé porque alcancé a distinguirlo de reojo; una vez más, y exponiéndome a seguras demandas, volteé a ver, llamado por la curiosidad; y en efecto, las luces de su apartamento se apagaron, pero las cortinas de seda siguen incluso más corridas que antes. Desde aquí alcanzo a ver la cama, pero no veo una silueta sobre ella; segundos después, volví mi atención a lo que realmente debería importarme. ¡Mi trabajo!



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En el texto hay: obsesion, secretos, amor

Editado: 14.09.2022

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