Desde la ventana

Capítulo 8: ¡Único!

Ayer en la tarde la vi pasar por su habitación; ella iba de salida, ya que estaba calzándose con sus zapatillas negras, después de eso salió de mi visión y no volví a verla hasta ahora. Agradezco que ya no tengo porque salir de mi habitación, lo que me deja estar en la comodidad de esta, y así poder observarla; y más que eso, hablar con ella; de hecho, compré una pizarra para no seguir gastando hojas, también compré marcadores y un borrador.

     «Te armaste.»

     Sonrió, al parecer le gusta que venga preparado.

     «Lamento haberte copiado.»

     Volvió a sonreír.

     «¿Puedo saber tu nombre?»

     De verdad me carcome la duda.

     «¡NO!»

     Esa negativa me destroza, tal parece que no quiere nada más allá de esto.

     «¿Por qué no?»

     «Porque es solo un nombre, no tiene importancia.»

     «Te define como persona.»

     «Yo no lo elegí, así que no define mis gustos.»

     «¿Qué nombre hubieras elegido?»

     «¿Seguiremos hablando de esto? Te estás poniendo aburrido.»

     «¿Quieres saber mi nombre?»

     «No»

     Eso me duele, y no sé por qué razón es así.

     «Sino quieres seguir, lo entiendo.»

     «¿Qué buscas de mí?»

     «Pasar el tiempo, ¿y tú?»

     Pasar el tiempo o el rato era una de mis frases favoritas, pero en esta ocasión creo que no es así; aparte de que respondiendo a su pregunta... No sé qué quiero. ¿Verla todo el tiempo? ¿Seguir hablando con ella? ¿Tener más que esto?... Definitivamente sí, quiero tener más que esto. Su mirada azul me aprisiona de tal manera que creo funde muchas de mis neuronas; comencé a escribirle, (porque no escribo, ¡le escribo!)

     «Lo que tú quieras.»

     «¿Me dejas toda opción?»

     «Te dejo todo a ti, sí.»

     Volvimos a crear ese contacto visual que aparentemente dice muchas cosas, aunque quizá cada uno dice cosas diferentes; yo, por ejemplo, que estoy fascinado con ella al grado de hacer casi cualquier cosa.

     «Entonces estas son las reglas.»

     Pensé que se había olvidado de ello. Juro que las leí infinidad de veces.

     «No hablar directamente.»

     «No pedir información personal del otro.»

     «No hacer preguntas personales.»

     «0 palabras de amor. ¡Odio esas tonterías!»

     «No buscarnos en ninguna parte de este mundo.» 

     ¡Qué específica!

     «Si coincidimos en algún sitio: ¡No me conoces, ni yo a ti!»

     ¡Sí, me quedé en blanco! Normalmente las chicas quieren ¡TODO!, con el chico que les atrae, incluso cuando ellas mismas saben que no es más que un pasatiempo, (porque ellas lo saben), y con esta chica sin nombre, confirmo que ella definitivamente lo sabe, solo que no es un «TODO» lo que ella busca de mí, sino un... «¿...?» Exacto, algo incierto que no sé a dónde nos llevará, ni cuánto durará; lancé un suspiro interno, no sé por qué me enfada algo que me hacía tremendamente feliz; y más me enfada que los roles se hayan invertido, y sea yo el que quiera un TODO con alguien que no quiere más que incertidumbre entre nosotros. Tengo ganas de negarme y quedarme con Lauren, quien sí quiere estar conmigo de todas las maneras posibles; comencé a escribirle.

     «Está bien. ¡Acepto tus reglas!»

     Sí, su sonrisa lo vale todo para mí, y me pregunto por qué.

 

     Lauren me besó en cuanto me vio llegar, normalmente somos los primeros; y no es que seamos muy madrugadores, o esto sea una especie de pacto, simplemente los demás son más tardados.

     —Estás un poco ojeroso. ¿No dormiste bien? —Negué.

     — ¿Qué tal te fue anoche con la edición? —Enarcó una ceja.

     — ¿Es enserio? ¿Quieres hablar de trabajo cuando estamos solos? —De pronto llegaron los demás.

     —Estábamos. —Me dedicó una mueca y se dirigió a su mesa para trabajar. Hice lo mismo, mientras el equipo se completa.

     Al cabo de diez minutos, Walter se acercó a mí; pensé que sería por motivos de trabajo, sin embargo, empezó a contarme sobre la planeación de su despedida de soltero.

     — ¿Por qué tendrás dos despedidas de soltero? —Cuestioné cuando me dijo.

     —Una será con mi prometida, familiares y amistades; por cierto, estás invitado.

     —Gracias.

     —Y la otra será solo para mí y mis amigos, también estás invitado.

     —Precisamente creí que era esa a la que estaba invitado. —Rio.

     —Mi primera despedida será en dos semanas, puedes llevar a quien quieras. —Observó de reojo a Lauren—. Lauren también está invitada, quizá ya no tienes que llevar a nadie. —Sonreí, ya sé que no es un secreto nuestra aventura, pero...

     —Está bien, gracias.

     — ¿Irás con ella? —Pensé en mi vecina rubia de ojos azules.

     —Creo que sí.

     —Está emocionada contigo, nunca la había visto así. —Se encogió de hombros—. No es que sea una mojigata, pero sí era un poco más reservada.

     —Hasta ahora ha sido reservada. —Y eso es lo que me gusta de Lauren.

     —Sí, pero me refiero a que es evidente que la traes loca. —Sonreí de nuevo. Me gusta gustarle, pero en cuestiones a mi vecina... Cuando pienso en ella, es como si lo demás dejara de importar; incluso mis aventuras, y eso me da miedo; perder el sentido solamente por una mujer que aparte de todo, no me ofrece nada.

 

     Desde que conocí a mi preciosa extraña, no he podido dejar de pensar en ella; en sí no pienso en alguien más que no sea ella. Incluso Mary se ha percatado de que algo me sucede, y realmente no quiero decirle que es por causa de una chica y sus rarezas; sí, siempre supe que las mujeres son extrañas, pero esta chica sobrepasa los límites.

     La vi aparecer cuando la luz de su habitación lo iluminó todo, aunque mi mirada solamente se centró en ella; también me vio, pero sin embargo no se detuvo, siguió su camino.



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En el texto hay: obsesion, secretos, amor

Editado: 14.09.2022

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