Capítulo 13: Como ella

Afortunadamente, Favio me prestó su coche para poder ir a buscar a Lauren con mayor facilidad, ya que hoy iremos a la despedida de soltero de mi amigo Walter y su prometida Crystal.

     Quedé de ver a Lauren en la entrada del edificio, así que espero a que ella por fin baje y se reúna conmigo. Hace días la visité como prometí; y sé que, si subo ahora, llegaremos muy tarde a la despedida; y Walter nos pidió que fuéramos puntuales. Le mandé un mensaje de texto a Lauren para recordarle que sigo esperando.

     Lauren: ¿Seguro que no quieres subir?

     Sonreí.

     Marco: Basta de tentaciones, ¿quieres que Walter nos mate a los dos?

     Mandó una serie de caritas y el típico (jajaja), después me dijo que ya iba bajando en el ascensor. Sonreí al verla, entonces bajé del auto y abrí la puerta para ella, quien antes de subir, me besó.

     —Qué caballeroso. —Sonreí en respuesta, después subimos al auto.

     La fiesta se está celebrando en un casino muy lujoso, ya que la prometida de Walter es hija de un hombre muy rico.

     —Creo que esta será sin lugar a dudas la mejor fiesta a la que asista en toda mi vida. —Murmuré a Lauren, quien comenzó a reír.

     —Yo también. —Tomados de la mano, caminamos hasta donde Walter, quien se encuentra charlando con algunos compañeros del trabajo; solo por eso nos acercamos, pues la mayoría de los invitados lucen elegantes; y más que eso, déspotas y arrogantes, haciéndonos sentir de inmediato que no encajamos en el círculo; y me atrevo a expresarlo en plural porque Lauren dijo lo mismo hace un instante.

     —Marco, Lauren, me alegra que hayan venido.

     —No podíamos faltar. —Dije, mientras nos damos un abrazo y una palmada en la espalda. Lauren y él se abrazaron, y después se saludaron de beso.

     —Lo agradezco infinitamente, con ustedes no me siento solo. —Y por lo que veo, no es el único que se siente incómodo con el círculo social de su prometida; repentinamente llamó a la susodicha, quien pasaba por ahí con una copa en la mano—. Cariño, quiero presentarte a Lauren y a Marco, trabajan en la misma área que yo. —Crystal extendió la mano hacia nosotros, y nos sonrió con amabilidad; tal parece que no es la arpía que habíamos creído.

     — ¿Ustedes son pareja? —Es obvio que lo pregunte, ya que Lauren y yo seguimos tomados de la mano; me he acostumbrado tanto a ella que se me olvidan estos detalles. Ambos volteamos a vernos... ¡Y ahora no sé qué decir!

     —Estamos... En eso. —Respondí, ya que sé que Lauren prefiere que sea yo quien dé respuesta a las preguntas incómodas; Crystal enarcó las cejas castañas.

     —Es asunto de ellos, cariño. —Añadió Walter en nuestra defensa.

     —Ah, comprendo. Tienen una relación libre. —Su gesto y todo cambió; al parecer le molesta eso. Sin derecho a réplica alguna, se despidió de Walter con un beso, y de nosotros con un gesto desapegado.

     —Discúlpenla, ella y su familia son muy tradicionalistas.

     — ¿Tanto como «virgen hasta el matrimonio»? —Pregunté en cuestión de broma, la cual no le hizo gracia a Walter; entonces entendí—. Oh. —Expresé solamente.

     —Sí. —Dijo sin más.

     Nunca imaginé probar caviar y champagne en un mismo día; siempre había soñado con probar ambas cosas, y solamente me ha gustado el champagne; creo que a todos los que estuvimos presentes en la cena les ha gustado, pero no se podría decir lo mismo del caviar, el cual solo unos cuántos disfrutaron realmente, entre ellos Walter, quien me explicó que su prometida le enseñó a disfrutarlo.

     Después de la cena, pasamos al baile para presentar a la pareja comprometida ante la sociedad.

     —Las altas esferas a veces son un poco ridículas. —Murmuró Lauren, haciéndome reír.

     —Y a veces comen cosas asquerosas. —Ella me apretó el brazo, y escondió el rostro cuando una risilla quiso escaparse; sonreí, conteniendo una ligera carcajada; volteé a verla, encontrándome con sus bonitos ojos y su mirada enamorada, me estruja el corazón que me vea de esta manera, porque quisiera poder corresponderle; es tan divertida y hermosa, ¡una gran mujer en toda la extensión de la palabra!, pero cuando esa extraña me invade la mente, termina invadiendo todos mis sentidos; me provoca una sensación de querer protegerla, de cuidarla, de amarla; a pesar de su frialdad y fortaleza, siento que debajo de esa apariencia hay una mujer débil que ha vivido más de lo que alguien como yo pueda imaginar; lo supongo porque anoche la encontré llorando, le pregunté lo que le sucedía y su respuesta fue: «¡0 preguntas personales!». Me quedé con ella hasta que dejó de llorar, mientras fumaba un cigarrillo tras cigarrillo; ambos en silencio y a media luz, pero juntos; al menos me permitió acompañarla en ese pesar que sentía anoche.

     —Marco. —Reaccioné a la voz de Lauren.

     — ¿Mmm?

     — ¿Quieres bailar? —Señaló la pista de baile, la cual por fin se abrió para los invitados en general; asentí y la llevé a bailar.

     Durante el baile las cosas marchaban bien, hasta que de pronto comenzó a sonar una canción que me parece muy familiar; es de esa chica que canta maravilloso, la cual es su favorita, pues la describe totalmente; y no solamente a ella, sino también a nosotros, ¡lo que tenemos, y lo que no también!

     —Marco. —Volteé a verla—. ¿Qué sucede? —Preguntó porque dejé de bailar.

     —No sé, perdí el ritmo.

     —Tengo sed. —Dijo, restándole importancia a mi situación, y lo agradezco; dejamos el baile para después, y así poder ir por una copa, quedando frente al gran ventanal que cubre todo el salón, y el cual nos permite ver un jardín nocturno perfectamente alumbrado con una serie de bombillas que provocan un ambiente muy romántico y elegante—. ¿Quieres ir al jardín? —Necesito aire fresco, así que asentí.