Capítulo 17: Especial

     Llevo muchos días sin ver a mi Luna; pareciera que se esconde, porque sus cortinas no han vuelto a ser abiertas para mí, y estoy tentado de ir a buscarla a su apartamento; en sí he estado tentado muchas veces, pero la última vez que fui con Astrid, el guardia de seguridad nos amenazó con denunciarnos a la policía, pues sabe que no tenemos ningún apartamento en el edificio, y que tampoco somos algo de uno de los inquilinos del lugar. Desde que empezamos con esa aventura que no duró demasiado, mi relación con Astrid se ha vuelto muy agradable; digamos que nos hemos vuelto buenos amigos, y aunque no conoce la profundidad de mi situación con mi bella desconocida, entiende lo poco que le explico y no me juzga. Con Lauren las cosas son diferentes, ella y yo seguimos muy unidos, y en ella encuentro cierto consuelo inexplicable cuando no estoy en esa habitación con Luna; pero ahora que no sé nada de ella, nada me tranquiliza.

     Me detuve frente a la ventana; observo las cortinas cerradas, pero se escucha de fondo esa bella música; Luna escucha solamente a una cantante, y ahora me sé de memoria todas sus canciones; me gusta también. Todo delata que está en casa, pero ahora comprendo que quizá esta es su manera de decirme adiós; de restregarme en la cara que por fin se ha hartado de mí… No encuentro en mi interior más que el sentimiento de vacío; siento que me falta todo, ni siquiera siento impotencia, porque creo que he hecho lo poco que ella depositó en mis manos; un sonido me distrajo, volteé a ver mi celular; es un mensaje de Lauren, quiere verme hoy en la noche; respondí que sí, volteé hacia la ventana y tomé el pizarrón; pensaba escribirle un estúpido «gracias por todo», pero caí en cuenta de que es innecesario.

     Cuando llegué al apartamento de Lauren, enseguida me invadió un delicioso olor a comida; no sé bien qué es, pero huele delicioso.

     —Bienvenido. —Dijo, abrazándose a mí para recibirme con un beso.

     —Huele muy bien. —Entramos.

     —Cociné para ti. —Enarqué las cejas, y me siento extraño y también avergonzado; durante todo el camino no dejé de pensar en ella, mientras que tengo frente a mí a una mujer maravillosa que se esmera por mí a pesar de que yo no hago mucho por ella; no dejo de decirle que esto no es una relación seria, y que no quiero compromisos; a pesar de todo, Lauren siempre está para mí. Ahora comprendo que no he sido justo, y mucho menos listo; sin previo aviso, sujeté su rostro con ambas manos y comencé a besarla. Lauren me correspondió enseguida; no quiero pensar en nadie que no sea ella, no quiero volver a besarla pensando y sintiendo que beso a esa mujer que vive frente a mi ventana; quiero darle a Lauren el lugar que se merece en mi vida, aquel que se ha estado ganando a pulso de amistad, amor y comprensión—. ¿No quieres cenar antes? —Preguntó al verme dirigiéndola a su habitación.

     —Quiero estar contigo, Lau. —La besé—. He sido un tonto todo este tiempo. —Ella frunció el ceño, un tanto desconcertada—. Te quiero, Lauren. —Admití—. He aprendido a quererte, y estoy dándome cuenta de ello; más que eso, estoy aceptándolo en mi vida.

     —Lo dices como si fuera algo malo.

     —Para alguien como yo que quería estar soltero, sí es algo malo; y para alguien como yo que está...

     — ¿Te hizo algo?

     —No. —No pude evitar pasar saliva con pesadez—. Quiero sacarla de mi vida, de mi mente y de mi corazón, si es que sigue ocupándolo. Ya no sé ni qué siento. —Me aparté de ella; juro que de verdad no sé qué siento—. Perdóname, creo que debo irme.

     — ¿Por qué?

     —Ya no quiero herirte.

     — ¡Marco! Dijiste que me querías; sé que es más allá de una simple amistad, y prometo ser paciente contigo.

     —No quiero herirte, Lauren. —Volví a decirle, porque de verdad es lo que menos quiero.

     —Estoy dispuesta a correr el riesgo. Mereces que te amen.

     —Tú también. —Bajó la mirada porque me siento como un cerdo sin sentimientos; lancé un suspiro—. Lauren, eres muy importante para mí y...

     — ¿Y qué tal si cenamos? Como amigos. —Sé que se esforzó por la cena, (en sí por todo), su apartamento está decorado muy bonito, hay velas y una música de fondo de un tono muy suave y romántico; también hay vino y aperitivos—. Seguí la receta de Mary. —Sonreí, ella es tan adorable; me acerqué y volví a sujetar su rostro con la intención de besarla, pero sé que debo ser justo con ella así que besé su frente.

     —Quiero hacer las cosas bien contigo. —Veo temor en sus ojos; quizá teme que la deje, o que me decida a ser solamente amigos—. ¿Me darás tiempo?

     — ¿Para qué?

     —Para decidirme.

     — ¿A qué?

     —Aún no lo sé. —Admití.

     —Está bien. —Besó mi mejilla—. Te daré el tiempo que quieras, Marco; y que pase lo que tenga que pasar entre tú y yo. —No lo hubiera dicho mejor; asentí.

     —Gracias. —Dije con sinceridad.

     —Y dime: ¿Cenas conmigo? —Volví a asentir.

     Nuestra cita fue sumamente diferente a las demás; prácticamente sí convivimos como dos buenos amigos, pero siempre había en la atmósfera ese recordatorio de que somos algo más, ya que había un cariño muy significativo entre ambos; nada parecido a lo que me sucede cuando estoy con Astrid o con alguna otra amiga, pues con Lauren es algo diferente; no sé cómo explicarlo, y la única definición que encuentro es: ¡Especial!

     Han transcurrido más de dos semanas desde que dejé de ver a Luna; sé que sigue en su apartamento porque veo las luces traspasar sus cortinas, también escucho la música que le gusta, pero no pasa de eso; prácticamente ya se aburrió de mí y me dejó de lado. Desde ese tiempo hasta hoy lo he pasado con Lauren, nos hemos vuelto más cercanos que antes, y creo que por primera vez estoy en el camino correcto, o eso quiero creer; tontamente creí que, al cumplir dieciocho años y volverme un adulto, sería totalmente capaz; sin embargo, a veces no puedo dejar de pensar y sentir como aquel adolescente que fui alguna vez, con las mismas dudas y temores; con la única diferencia de que tengo problemas más serios.