Desde la ventana

Capítulo 20: Mi capricho

Camila me citó más temprano de lo normal, ya que dice que hay unos chicos que solicitarán los servicios porque hay una despedida de soltero; sé de antemano que eso no es lo que requiere de mí, pues desde hace años que no atiendo estos eventos por voluntad propia; no desde que soy dueña de mi propia agenda y de mis propios clientes, (por así decirlo), lo que ella quiere de mí es que le enseñe a la nueva lo que tiene que hacer; es una especie de «patadita de la suerte» según Camila, algo absurdo para mí; pero es una costumbre que la mujer más solicitada dé las últimas indicaciones, como si fuera una especie de buena suerte.

     —No reniegues. —Dijo cuando me quejé; siempre es lo mismo—. Tómalo como una enseñanza, Scarlett; quizá algún día tienes tu propio imperio de chicas. —Sonrió como si yo realmente quisiera eso.

     —Entonces Darío debería de encargarse. —Dije; Camila rio.

     —Darío les enseñaría de otra manera, y no quiero que la eche a perder tan pronto. —Enarqué una ceja, restándole importancia al comentario cizañoso; no tiene que recordarme todo el tiempo que Darío no es exclusivamente mío por voluntad propia, sé de antemano que se acuesta con más de una fuera de sus labores profesionales—. Anda, bonita; vamos a conocer a tu bella alumna, dale el visto bueno, y uno que otro consejo para esos chicos; los cuales déjame decirte que pagaron muy bien para poder estar en la mansión. —Eso es un precio, obtener chicas es otro, por eso Camila solo deja a disposición a las chicas «más baratas».

     —No entiendo por qué permites eso en la mansión, ya no deberías. —Renegué.

     —El dinero jamás será mi enemigo, y aunque esos chicos no son nuestros clientes más adinerados, son clientes al fin, y no tengo por qué despreciar sus hermosos dólares. —Volví a hacer un gesto que le resta importancia a su avaricia.

 

     Llegamos a un salón cubierto de terciopelo; si algún día soy dueña de un «imperio» como este, no lo decoraré así.

     —Querida, Alice, ella es Scarlett. —Los ojos cafés de la rubia brillaron como si yo fuera algo realmente sorprendente; es absurdo, puesto que el resto del mundo nos tiene por escorias. Si un asesino me robara la vida, sería mi culpa; por golfa, ofrecida y desvergonzada; sería yo la que no tiene escrúpulos, la que eligió esta vida, etcétera. ¡La más culpable!

     —Señora Scarlett. —Fruncí el ceño; me molesta que me «admire», y sé que más temprano que tarde se trepará a la cama de Darío, porque la chica es bonita, y él no perderá el tiempo; por ende, pronto dejaré de ser la «señora Scarlett» para convertirme en una rival que en apariencia es invencible, pero que en lo secreto cada día pierde más terreno ante el hombre que supuestamente nadie le puede arrebatar; justo con esos pensamientos me siento como la prostituta vieja, a la cual se le está yendo todo en un doloroso abrir y cerrar de ojos; quien quiera que se pudiera meter a mi cabeza, diría que eso es tonto, pues apenas tengo veintisiete años; aun así me siento tan avejentada y cansada—. Camila me dijo que usted me diría algunos trucos para hacer bien mi trabajo.

     —Solo tienes que fornicar con ellos tal y como te lo pidan. —Corté—. Eso sí, asegura tu vida; no seas tan estúpida de entregarte así como así. —Camila empezó a reír, seguramente recordando mi última idiotez cometida; la observé de reojo para hacerla callar.

     —Scarlett tiene razón, Alice; no seas estúpida, y consigue hombres que no sean sádicos, ¿verdad, querida?

     —Lamentablemente esos hombres son los que más pagan; ya sabes, por eso de sus variedades amatorias. ¿Verdad, Camila? —Sonrió al reconocer que gracias a mí tiene lo que tiene; pocas están dispuestas a hacer lo que yo hago.

     —Prepárate. —Le dijo a Alice—. Pronto llegarán esos sujetos, diles a tus compañeras que te guíen hasta donde puedan, lo demás lo tienes que resolver tú misma; de lo contrario regresarás a la cloaca de la que te saqué, y supongo que no quieres eso. —Alice negó.

     —No tendrán queja de mí.

     —Bien. —Camila se encargó de que la nueva no quede con el festejado, a menos que este la pida—. Ahora ve con las demás. —Alice asintió, y se marchó no sin antes decirme cuan agradecida está conmigo—. Pobre niña. —Camila se giró hacia mí—. ¿Y tú? ¿Trabajarás esta noche o te darás el lujo de tomarte el día? —Acarició mi cabello y colocó un mechón negro detrás de mi oreja—. Me gustabas más con el cabello largo, Scarlett. —Acarició las puntas que apenas rozan mis hombros—. Pero sigues siendo preciosa. —Me aparté en cuanto quiso acariciar mi rostro.

     —No me digas que Darío ya no te satisface.

     —No sería mala idea probarte. —Dijo sonriente—. Y no sería la primera mujer que lo hiciera.

     —Tampoco la última, porque ya tengo una última desde que soy dueña de mi agenda. —Camila enarcó una ceja, y después me invitó para curiosear a los chicos de la despedida, ya que quiere que veamos cómo se desenvuelve la nueva.

 

     Al cabo de unos minutos, los hombres llegaron, pero en ese instante me avisaron que uno de mis clientes también llegó a la mansión y está solicitándome. 

     — ¿Estás disponible o lo mando con otra? —Enarqué una ceja.

     — ¿Tú crees que quiere a otra? —Camila se encogió de hombros.

     —Dice que te prefiere a ti, pero que si no estás disponible no hará teatros. Lo tienes bien amaestrado. —El señor Renu, (o Alexis) como lo conozco mayormente, es un hombre joven, hijo de un empresario que se dedica a la fabricación de cerveza, mientras su hijo es el típico hombre apasionado por la tecnología; y así tan típica es su apariencia y su carácter.

     —Iré con él. —Camila mandó a avisarle que me esperara en la habitación de siempre.

     — ¿Lo harás esperar mucho? —Preguntó Camila al notar que me quedé en el pasillo del segundo piso.

     —Solo quiero ver a la nueva; ponerme de buen humor. —Sonreí.



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En el texto hay: obsesion, secretos, amor

Editado: 14.09.2022

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