En ese parque vi a Fusno por primera vez desde el nacimiento de Voz. Me llevé al resto de la familia conmigo. Aunque no entendía mucho, nuestra Voz estaba muy feliz.
Lucy llegó, la noté cansada, lo traía de la manito. Sentía que podía morir en cualquier momento, mi corazón saltaba de emociones nunca imaginadas. Fusno estaba tranquilo, no parecía asombrado y tenía una sonrisa tan hermosa que no hacía falta más para saber que era hermano de Voz.
Me acerqué al niño tranquilo, sin poder contenerme, lo abracé mucho. Le di besos picoteándolo con la nariz. Llevaba bastantes días sin hablar. Cuando lo hice, mis palabras salieron desde el fondo de mi corazón, haciendo vibrar los palitos de mis brazos y piernas. Le pedí perdón. Le pedí me perdonara por no estar ahí para él.
Puso cara de duda, volteó muy confundido a ver a su mamá y luego a verme. Pensó un momento y señaló astutamente:
- Pero si estás aquí, papá…